El escándalo de corrupción en Brasil se filtra con un cuentagotas, pero cada una, al soltarse, desata un nuevo tsunami para la clase política. Ayer se conoció un nuevo video de “delación premiada” del empresario brasileño Joesley Batista, dueño del frigorífico JBS, en el que afirma ante la Justicia que dispuso de 150 millones de dólares en una cuenta a su nombre, en Estados Unidos, para financiar las campañas electorales del Partido de los Trabajadores (PT) de los ex presidentes Luiz Inácio Lula da Silva y Dilma Rousseff.
La información consta en el testimonio de Batista ante los fiscales anticorrupción, que está causando un terremoto político que también alcanza al presidente Temer.
Batista dijo que puso dos cuentas corrientes personales en Nueva York que eran operadas por el ex ministro de Economía de Lula y de Rousseff, Guido Mantega.
“El dinero fue usado en gastos de campaña. Guido Mantega me dijo que 80 millones de dólares eran de la era Lula. Y otros 70 millones de dólares eran para Dilma. En 2014 se terminó la cuenta y no me pidieron más”, dijo Batista en el video divulgado por el Supremo Tribunal Federal.
En comunicados, Rousseff y Lula negaron las acusaciones y dijeron que nunca pidieron dinero para el empresario.
El empresario dijo que Mantega le decía que Dilma y Lula sabían de esta financiación ilegal depositada en EEUU. Batista dijo que el tesorero de la campaña de Rousseff en 2014 lo convocó para que use el dinero para financiar las campañas de los partidos aliados al PT y que respaldaban a Dilma.
Esta es una nueva acusación que involucra a Lula, procesado en cinco causas en la Operación Lava Jato.
Batista, que tiene un hermano también delatando a políticos, Joesley, dijo que pagó sobornos a funcionarios que administraban fondos de pensión en los que la empresa tenía participación y servían como financiación para la expansión de la empresa.
Joesley Batista dijo que nunca pagó sobornos durante la era de Lula o de Rousseff para lograr préstamos en el Banco Nacional Económico y Social para acceder a créditos subsidiados. El dueño de JBS también reveló que Rousseff le pidió unos 10 millones de dólares para la campaña del actual gobernador de Minas Gerais, Fernando Pimentel.
El empresario dijo que no quería aparecer como un gran aportante de la campaña, y entonces la solución encontrada por los políticos fue que JBS, una empresa cárnica, le comprara el 3% a los concesionarios del estadio Mineirao, el estadio donde Brasil perdió 7 a 1 contra Alemania en la semifinal del Mundial 2014.