La brecha se expande. El fútbol europeo se hace cada vez más inalcanzable para este rincón del mundo, que alguna vez ostentó el honor de superar al Viejo Continente.
Tal como ocurre a nivel de selecciones, los clubes del fútbol sudamericano se distancian de Europa en cada certamen internacional. Esa diferencia, cuando se compite internamente, tanto en Copa América o Libertadores, no se percibe fácilmente.
Sin embargo, cuando llega el momento de disputar un campeonato del mundo cada cuatro años o el Mundial de Clubes concluido hace días, la cruda realidad se plasma en el campo de juego.
Por el lado de los combinados nacionales, el último campeón del mundo fue Brasil, en Corea-Japón 2002. En el partido decisivo, los cariocas impusieron su "jogo bonito" sobre la estructura alemana y ganaron por 2-0.
Después de ese carnaval, sólo Argentina estuvo cerca de alcanzar el trofeo de la Fifa en 2014, en la Copa del Mundo disputada en el vecino país del Amazonas, donde los germanos alcanzaron su cuarto título.
El Mundial disputado en la cautivadora Rusia fue escenario de una situación aún más alarmante: después de 12 años, ninguno de los cuatro semifinalistas fue de Sudamérica, ya que Brasil fue superado por Bélgica en, para muchos, una final anticipada; y Uruguay no tuvo herramientas suficientes ante el futuro campeón, Francia.
Es cierto, la Copa Confederaciones no debe descuidarse, dado que la "Canarinha" se coronó en 2005, justamente frente a la albiceleste; en 2009 contra Estados Unidos; y en 2013 con goleada ante España. No obstante, el valor de este certamen es menor.
Ya en el ámbito de los clubes, la dura prueba de la supremacía europea golpea año a año. La línea del tiempo guarda dos períodos muy marcados: de paridad, entre 1960 y 2004; y de desigualdad, entre 2005 y el presente.
Desde el inicio hasta el final de la Copa Intercontinental, Sudamérica lideró el reñido historial contra el continente del lado noreste del océano Atlántico: 22 a 21. Pero una vez instalado el Mundial de Clubes, más allá de algunas ocasiones esporádicas, la brecha se agigantó a favor de la Uefa: 11 a 4.
De hecho, como una alarma extra, el resto del mundo se aproxima a la posición de Sudamérica, debido a que en cada edición del Campeonato Mundial de Clubes, el representante de la Conmebol ha sufrido en semifinales y en cuatro oportunidades (2010, 2013, 2016 y 2018), el que avanzó a la final fue un africano o un asiático.
Sólo evaluando estos datos, la preocupación es alta. Pero si también se considera que los denominados "cracks" o "joyas" emigran rápidamente hacia otra liga (a veces menor) o las instituciones sucumben ante el poder económico de otros rincones del mundo, ya sean relativamente cercanos (México) o lejanos (Asia), entonces la supervivencia a la competencia se convierte en un desafío casi irrealizable.
Concluye el 2018. Francia fue campeón en Rusia. Real Madrid es el mejor equipo del mundo por tercera vez consecutiva. Se acrecienta la brecha. Se esfuma la gloria sudamericana.
