Por Rodolfo Cavagnaro - Especial para Los Andes
El año 2016 ha sido complicado para la Argentina y Mendoza no es la excepción. Fue el año donde los gobiernos debieron comenzar a ordenar una economía plagada de distorsiones que saltaron a la luz ante el cambio de los escenarios internacionales y al agotamiento de un sistema mentiroso de subsidios imposible de seguir financiando.
El gobierno provincial se encontró con un déficit muy grosero, gran acumulación de deudas con proveedores y un panorama complejo. Una economía que este año no crece y donde el gobierno nacional, además, tiene que hacer reformas que implican resignar ingresos, como el caso de ganancias, que impactan también en las provincias.
Hasta hora los esfuerzos han estado puestos en conseguir recursos para pagar el déficit y afrontar una gruesa deuda de corto plazo que dejó el gobierno anterior. Por esa razón se ha considerado exitosa la colocación del bono por 500 millones de dólares hace poco días a 8 años de plazo, que permitirá cambiar el perfil de los vencimientos y no sofocar al presupuesto. También, los bonos con los que se está pagando a los proveedores han resultado muy atractivos para los inversores.
En la economía provincial tampoco fue un buen año. Los sucesos climáticos adjudicados al fenómeno El Niño generaron una pérdida importante en la producción de vid, pero también afectó a los frutales y hasta el día de hoy está perjudicando la producción de hortalizas. Todo el sector primario agroindustrial, además, está afectado por un agravamiento de las condiciones de la intermediación que hacen que el productor perciba magros valores por su trabajo, mientras los consumidores están asustados por la explosión de precios.
El sector de comercio y el vinculado al turismo han estado perjudicados por las consecuencias del atraso cambiario. Mucha gente aprovechó a comprar paquetes de veraneo en el exterior y a pesar de la devaluación todavía aparecen paquetes apetecibles para algunos sectores económicos. En el comercio, las compras en Chile de electrónica e indumentaria también quitan clientes, mientras los efectos de las paritarias no se sienten por las consecuencias inflacionarias de los aumentos de tarifas que tienen asustados a todos.
Lo que falta también es complejo
Con el acuerdo firmado con la Nación por la devolución en cuotas del 15% de la masa coparticipable, las provincias podrán ir saneando sus finanzas si los políticos administran con orden y austeridad. Es decir, el problema financiero de la provincia está mucho más claro, aunque no está solucionado.
Donde el panorama es más complejo es en el sector privado. Las exportaciones no están evolucionando como sería deseable. El valor del dólar está afectado por el ingreso estacional de divisas que hace caer el precio del dólar, con reticencia del Banco Central de intervenir para no seguir emitiendo moneda. La inflación ha seguido impactando en los costos y el dólar, a pesar de la devaluación, sigue siendo insuficiente para muchos sectores.
Por otra parte, la situación de Brasil no permite ser optimista en el corto plazo en cuanto a la recuperación de volúmenes ni de precios, lo que obliga a buscar nuevos destinos, donde las monedas se han devaluado en términos reales más que la nuestra.
Además, el sistema productivo está afectado por las altas tasas de interés que sostiene el Banco Central para evitar que toda la masa de circulante se dispare a comprar dólares, lo que hace un círculo vicioso. Con las tasas no se puede producir y con el dólar no se puede exportar.
Si faltaba algo para cerrar el círculo, el cierre del aeropuerto por el lapso de 4 meses (si todo sale bien), afectará la época tradicional del turismo de convenciones, afectando un poco más al sector turístico y comercial. Además, la industria metalmecánica trata de sobreponerse a la ralentización que muestran los sectores petroleros y mineros.
Tiempo de planificar
En tiempos como el actual es apropiado planificar, ya que si bien el año ha dejado secuelas, no se trata más que de circunstancias transitorias y hay que prepararse para enfrentar los nuevos desafíos.
En el sector agrícola, diversos pronósticos estiman que estamos ante el fin del fenómeno El Niño y podríamos entrar rápidamente en el efecto contrario, La Niña. De esto solo pueden hablar bien los científicos, pero revisando antecedentes, en años de estas características suelen producirse menos granizo pero es probable la ocurrencia de heladas tardías.
En este caso, sería importante que los organismos científicos informaran para que el mismo gobierno planifique alertas tempranas, así como la provisión de elementos necesarios para que los productores puedan estar preparados para la eventualidad. El granizo es dañino pero no es general, pero las heladas pueden producir daños muchos más severos y generales y no sería bueno arriesgar otra temporada por falta de previsión.
Otro tema que debería acelerarse es el relativo a las energías alternativas. El año pasado el EPRE dictó una resolución por la cual se habilitaba que las familias pudieran instalar equipos de generación solar fotovoltaica para producir energía con la posibilidad de venderla a la distribuidora y alimentarse del servicio de la misma, compensando las facturas.
Hasta el momento, las distribuidoras ponen muchos reparos para poder hacerlo mientras particulares y empresas quieren volcarse a esta forma de generación ante los elevados costos de la luz y el gas. También deberían pensar en facilitar créditos para la compra de los equipamientos que solo está al alcance de personas con muchos recursos, que son una minoría.
También es muy importante avanzar en mecanismos de integración de productores que se quieran integrar. Los que no quieran integrarse y solo pidan ayuda deberán hacerse responsables de las consecuencias. Las soluciones no llegan solas y es necesario comenzar a planificar seriamente el futuro, ya sea por acciones propias o por presiones ante los organismos nacionales o el Congreso.
Es un buen momento para ponerse a pensar en el futuro.