Un año de bloqueo a Qatar se ha cumplido. Un año desde aquel 5 de junio de 2017, en que Arabia Saudita, Barhein, Egipto y Emiratos Árabes Unidos cortaran intempestivamente relaciones diplomáticas y establecieran serias medidas de boicot económico, que ha significado cierre del espacio aéreo, puertos y de frontera terrestre y restricciones de ingreso a ciudadanos qataríes en esos países.
¿Qué desató tal crisis? En lo profundo sobrevuelan viejas disputas tribales de liderazgo y de visiones diferentes del Islam político que representan las partes en disputa. Entre las razones y demandas planteadas por los países que impulsaron el bloqueo, se alegaron supuestos apoyos de Qatar al terrorismo y grupos sectarios desestabilizadores en la región, así como intromisión en asuntos internos y difusión de su ideología y planes a través de los medios de prensa. De modo específico se alegaba también apoyo a la Hermandad Musulmana.
Valga recordar que entre esas demandas se incluían, entre otros aspectos, la pretensión de que Qatar bajara su nivel de relación con Irán -su vecino con quien comparte la explotación offshore de North Field, una de las mayores reservas de gas licuado del mundo-, deshiciera acuerdos de Cooperación en materia de Defensa con Turquía -un socio estratégico del país- y cerrara la cadena de noticias Al Jazeera.
Qatar ha negado las acusaciones en su contra y ha rechazado las demandas por considerarlas lesivas de su soberanía, además de reclamar ante distintos foros internacionales -alto comisionado de Derechos Humanos (ONU), FAO, OMC, OACI, Corte Internacional de Justicia, entre otros- por violaciones a varios convenios internacionales por las medidas de boicot económico aplicadas.
Hasta el momento, si bien tanto las partes, como los países y organismos internacionales que han intervenido en pos de solucionar la crisis -secretario general de ONU, Estados Unidos, Alemania, Francia, Italia, Turquía, Federación Rusa, Japón, India, entre otros-, reconocen el rol mediador de Kuwait, las posiciones de las partes en conflicto, al menos en el discurso, parecen seguir alejadas.
Frente al duro boicot impuesto, Qatar desplegó dos estrategias principales, una hacia fuera, de defensa de su posición ante organismos internacionales y de búsqueda de apoyos y nuevas alianzas. La otra, hacia adentro, de acciones y políticas para generar cohesión social y evitar en la mayor medida posible los efectos nocivos del bloqueo en la población. Ambas estrategias contienen elementos, políticos, económicos y sociales y han sido exitosas, en el manejo de la crisis y en generar efectos resilientes.
Familias mixtas
Sin duda, uno de los aspectos más delicados de la crisis es la relativa a las familias mixtas, que son las más afectadas. Baste recordar que se impide a ciudadanos qataríes ingresar a esos países y que se instruyó a los ciudadanos de esos países -salvo Egipto (300.000 egipcios viven en Qatar)- a regresar a sus países de origen en términos de días. Ello ha resultado en familias que sufren la separación de esposos ó de padres e hijos de distinta nacionalidad de países en conflicto.
El Comité Nacional de Derechos Humanos de Qatar denunció que ha recibido 4105 reclamos por violación de derechos humanos desde el inicio del bloqueo, de las cuales 1297 se refieren a impedimento de reunificación familiar y 513 estudiantes qataríes han tenido que cesar sus estudios en los países que impulsan el bloqueo.
Por otra parte, gran pesar causan las limitaciones que enfrentan qataríes para ingresar a Arabia Saudita que de hecho impiden realizar la peregrinación a la Meca, que es uno de los principales mandatos del credo musulmán, que profesa la inmensa mayoría de la población local.
En lo económico, el bloqueo, ha impulsado a Qatar no sólo a desarrollar rutas alternativas de provisión y a incentivar la producción local, sino también a ajustar sus planes de desarrollo y a modificar planes de negocios de sus industrias principales para adaptarse a la nueva realidad. En efecto, la situación actual impulsa a Qatar a la necesidad de ampliar el comercio e integración con otros países, como Turquía, Omán e Irán, entre otros. A medida que el bloqueo se prolongara, estos canales alternativos que se han ido consolidando y reemplazando los tradicionales lazos con el Consejo de Cooperación del Golfo (CCG).
El boicot económico ha significado para el sector privado, ruptura de lazos comerciales, ha afectado inversiones extranjeras, ha generado aumentos de costos y ha causado cierta incertidumbre. No obstante, por otro lado, se han mantenido lazos tradicionales -con Estados Unidos y Europa, que han sido acreedores de jugosos contratos, en particular en inversiones y provisión de equipamiento para la Defensa- y se han fortalecido también otros -Turquía, Omán e Irán-.
Asimismo, se han incentivado medidas de apoyo a la producción local y desarrollo de nuevas industrias. En ese marco, se destacan casos exitosos como el caso de la empresa Baladna que en pocos meses logró imponerse en el mercado local como proveedora de lácteos -reemplazando los que se importaban de Arabia Saudita-, tras importar más de 10000 vacas desde Australia.
Manejo eficiente
El reciente informe publicado por el Fondo Monetario Internacional indica que el desempeño de Qatar en materia de crecimiento se muestra resiliente y capaz de afrontar el impacto económico y financiero del bloqueo. El reporte indica que las "reservas, política fiscal prudente y sector financiero saludable" ayudaron al país a adaptarse al bloqueo de que es objeto. La perspectiva de corto plazo es a grandes rasgos positiva, proyectándose un 2,6 % de incremento del PBI para 2018 y de 2,7% para 2019.
No obstante el manejo de la crisis ha sido eficiente, lo que ha permitido que la vida cotidiana en el ámbito local no se haya visto afectada ostensiblemente, el sostenimiento del bloqueo en el largo plazo podría traer efectos disruptivos acumulativos en la cadena de provisión, afectar los flujos de bienes y servicios y causar perjuicios entre las compañías en la región.
La estrategia del Qatar que pone foco en la educación y el desarrollo, ha sido una de las claves del manejo eficiente de la crisis. Más allá de los altos costos enfrentados -en materia de defensa por un lado y para sostener la economía por el otro-, el país ha sido exitoso en generar cohesión social y en fortalecer el liderazgo del Emir, ha implementado importantes reformas en materia económica y social hacia adentro, ha sostenido el principio de soberanía y ha apelado al diálogo y al derecho internacional. Por otro lado, ha logrado un fino equilibrio entre fortalecer alianzas con países como Turquía, Irán, Omán, Japón, India, Rusia entre otros, y mantener los apoyos de países como Estados Unidos, Alemania, Francia e Italia y Japón entre otros.
La autora de esta nota es mendocina y acaba de finalizar su misión en el país asiático.