Un año con buenas noticias de Roma y dolores de cabeza en Buenos Aires

Un año con buenas noticias de Roma y dolores de cabeza en Buenos Aires
Un año con buenas noticias de Roma y dolores de cabeza en Buenos Aires

A pesar de las múltiples obligaciones que conlleva el gobierno pastoral de la Iglesia, el papa Francisco sorprende por lo atento que está a los sucesos del país y, aunque le molesta que digan que maneja los hilos políticos desde Roma, muchas de sus alusiones a la coyuntura nacional tuvieron una repercusión local inevitable.

A lo largo del año, el Pontífice demostró esta cercanía al advertir sobre las consecuencias negativas de una ruptura del sistema democrático y al pedir a interlocutores ocasionales, en más de una oportunidad, que “cuiden” a la presidenta Cristina Fernández para llegue en paz al término del mandato para el recambio institucional.

Aunque no tuvo un año de buena relación con el Episcopado a raíz de las advertencias de los obispos sobre la corrupción, la violencia y el avance del narcotráfico, la primera mandataria siguió recibiendo buenas noticias de Roma.

La última: una invitación del Papa para que viaje al Vaticano junto con su par de Chile, Michelle Bachelet, para conmemorar los 30 años de la firma del Tratado de Paz y Amistad entre ambos países tras la mediación papal que puso fin al diferendo limítrofe por el Canal de Beagle.

La fecha probable, aunque no confirmada oficialmente, es el 15 de enero.

Será el quinto encuentro entre Fernández de Kirchner y el pontífice desde que Jorge Bergoglio llegó a la Cátedra de Pedro en marzo de 2013 y confirma, de algún modo, los dichos del nuevo embajador argentino ante la Santa Sede, Eduardo Valdés.

“Nunca hubo una relación tan óptima e inmejorable entre la jefa de Estado argentina y el Papa”, aseveró el diplomático y subrayó que dos de esos encuentros fueron almuerzos privados. El último en setiembre, en medio de la pelea con los fondos buitre y previo a que la Presidenta viajara a la asamblea general de Naciones Unidas.

Fernández de Kirchner se encamina de este modo a romper un récord al ex presidente Carlos Menem, quien estuvo siete veces con el papa polaco Juan Pablo II en encuentros de distinto tenor protocolar durante sus diez años de gestión gubernamental.

En cambio, Néstor Kirchner no mantuvo ninguna reunión oficial con los jefes de la Iglesia Católica contemporáneos a su gobierno. Apenas cruzó un saludo de cortesía con Benedicto XVI cuando éste asumió su pontificado en abril de 2005.

Las buenas noticias llegadas desde Roma contrastaron con las advertencias de los obispos argentinos sobre las dificultades sociales tras la devaluación de enero y la inflación creciente, pronunciamientos que molestaron a los residentes de la Casa Rosada.

El primer cruce tenso se produjo en mayo, cuando la Iglesia alertó que “la Argentina está enferma de violencia” y aseguró que la corrupción “es un cáncer social”.

La declaración episcopal mereció una réplica airada de la Presidenta que, durante un acto público en homenaje al sacerdote Carlos Mugica, desafió: “Cuando hablan de una Argentina violenta, quieren reeditar viejos enfrentamientos”.

Después las partes le bajaron los decibeles a la controversia con un encuentro “distendido y cordial” entre la Presidenta y el titular del Episcopado, monseñor José María Arancedo.

Otro punto de tensión se dio a principios de diciembre, después de que el presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social, monseñor Jorge Lozano, advirtió en una entrevista con la agencia DyN que las “mafias” del crimen organizado “infectan con aprietes y sobornos” diversas estructuras de la sociedad y el Estado y aseguró que algunos tienen “dinero manchado con sangre”.


Volvió a tensarse hace una semana tras un nuevo documento eclesiástico con advertencias sobre la corrupción y la falta de ejemplaridad en el país.
En todos los casos, el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, salió al cruce.

Primero para responder a Lozano que la administración central trabaja “con énfasis” sobre el problema y admitir que la infiltración narco en las fuerzas de seguridad sólo se da en provincias de gobierno opositor: Córdoba y Santa Fe.

Luego, para eximir a las autoridades nacionales del planteo eclesiástico y circunscribir la corrupción a la esfera “privada”.

La movida dialéctica de los funcionarios de Balcarce 50 derivó en un malestar eclesiástico latente, porque se estimó que hubo una lectura parcial, sesgada e interesada de esas declaraciones.

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