Por lo general, los nombres de los barrios de las ciudades recuerdan hechos históricos, próceres, o aluden a diversos paisajes lugareños; sin embargo en algunas ocasiones como en el caso del Barrio Ulloa, llevan simplemente el nombre de un trabajador, un labriego, un criancero que, a lo largo de los años, logró tener su propia tierra.
El Barrio Ulloa está ubicado al noroeste de la ciudad de Malargüe y tiene como límites las calles Alfonso Capdeville, Villa del Milagro y Prolongación Villegas. A diferencia de los demás asentamientos urbanos carece de manzanas y calles a pesar de tener una superficie considerable y no hay en la actualidad un relevamiento de la cantidad de familias que viven en él, ya que la mayoría de los terrenos están a nombre del antiguo propietario de las mismas, don César Celedino Ulloa de quien proviene el nombre del barrio. Es además una heterogénea mezcla de casas, fincas y complejos de cabañas donde uno puede encontrarse con un sinnúmero de apellidos pero la mayoría con el mismo origen en común.
Celedino Ulloa y Petrona Reynal llegaron desde San Rafael a pocos años de casarse. Hugo, uno de sus hijos, cree recordar que sólo sus dos hermanos mayores habían nacido en ese momento. El primer lugar donde se instalaron fue en “Las Taguas”, un puesto donde comenzó a trabajar durante un tiempo tras lo cual decidió ir a probar suerte en Chile y desde allí volvió, un poco más al sur, por Chos Malal (en la provincia de Neuquén) y de ahí se fue a Ranquil Norte.
“Esos corrales grandes que hay de la escuela justo al otro lado, ésa era la casa de nosotros” recuerda Hugo, y continúa: “A los diez años de que se fue de acá volvió a Malargüe y compró todo esto. Ahí vino con todos nosotros a trabajar la tierra”. Cuando Hugo dice con todos nosotros se refiere a los catorce hijos que tuvieron Celedino y Petrona: Amalia, Juana, Zunilda, Isabel, Alberto, Rafael, Roberto, Santiago, Hugo, Ramón, César, Manuel, Ulises y Edmundo. Tres de los varones fueron policías y uno de ellos, Manuel, llegó al grado de Sargento. Hoy, el único pasaje adoquinado y reconocido por el municipio en el barrio, lleva su nombre.
La tierra que adquirió Celedino Ulloa tras tantos años de trabajo fueron 77 hectáreas, las cuales a su fallecimiento pasaron a manos de sus hijos y luego de sus nietos y bisnietos ya que de los catorce hermanos sólo 5 viven aún. Obviamente muchos de ellos han ido vendiendo sus lotes así es que el barrio, con el transcurso de los años, ha pasado: de ser una comunidad estrictamente familiar, a ser un lugar donde otros habitantes nuevos de la ciudad han elegido residir. Hugo y Ramón, sin embargo, siguen ocupando el lugar donde vivieron sus padres.
El barrio actualmente cuenta con una Unión Vecinal donde funciona el Centro de Apoyo Educativo 216 y donde, además, se dictan talleres comunitarios a través del municipio. Está cruzado por varios pasajes que permiten ingresar a las propiedades que no tienen acceso a las calles que rodean al mismo. Una de estas calles, actualmente denominada Villa del Milagro, fue antiguamente una cancha de carreras de caballos. Allí se ubicaba el Club Hípico donde, entre otros, Hugo y Santiago corrían en los caballos que criaba su padre.
El Ulloa es, en fin, uno de esos pocos barrios que cuentan la historia de gente común que llegó a quedarse y a poner el cuerpo al progreso de un pueblo.