Aunque a primera vista pareciera antojadiza la vinculación de estos tres países, en la realidad ocurre que los lazos en el orden económico son muy importantes. El conflicto que se desarrolla en Ucrania, específicamente en la estratégica península de Crimea, tiene repercusión en todo el territorio ucraniano.
Como se sabe, el conflicto en curso es muy complejo y tiene componentes políticos, étnicos, religiosos y, por cierto, la intromisión de Rusia.
Tratando se resumir algunos de sus aspectos más significativos cabría señalar que una parte de la población del país se siente parte de Europa y desea incorporarse a la Unión Europea.
Otra parte de la población, de origen ruso y mayoritaria en Crimea, desea volver a ser parte de la “gran madre Rusia”, que tiene en la península una de sus bases navales más importantes. Es obvio que si el desenlace político de la crisis fuese el desmembramiento territorial las consecuencias para la estabilidad de las relaciones internacionales serán muy severas.
Lo que relaciona a Ucrania, EEUU y la Argentina es parte de sus estructuras productivas. Ucrania, con una población de poco más de 40 millones de habitantes, es considerado uno de los “graneros del mundo”, o de Rusia en particular. Al igual que nosotros, la producción agrícola aporta cerca del 10% del PBI y ocupa 5% de la población económicamente activa.
Ucrania es el tercer exportador mundial de maíz y el quinto de trigo, lugar del cual ha desplazado a la Argentina, a consecuencia de la increíble torpeza de la acciones desarrolladas por el Gobierno nacional.
El conflicto se ha visto reflejado en las últimas semanas con una fuerte suba del precio internacional del maíz y del trigo, más aún ha introducido incertidumbre y volatilidad en esos mercados. Si bien por la fecha en que nos encontramos Ucrania ya ha embarcado cerca de 70% de sus exportaciones, los productores han paralizado las salidas a la espera de ver cómo se resuelve el conflicto y dónde se estabiliza el tipo de cambio de su moneda nacional.
Un segundo aspecto que tiene que ver con el sector agrícola, estamos entrando en el período de siembra en el hemisferio norte y la prolongación y/o agudización de la crisis podría afectar las decisiones de los productores.
Debemos decir que a nosotros se nos aplica el refrán de que “cuando llueve sopa nos agarra con un tenedor en la mano”; por lo que hemos dicho de la absurda política nacional, la cosecha de trigo recién finalizada ha dejado un magro saldo exportable. Esperamos que la cosecha de maíz aún no iniciada tenga mejor resultado.
Un segundo tema económico muy importante que tiene repercusión en nuestro país es el gas. Ucrania está atravesada por una enorme red de gasoductos que lleva el gas de Rusia a Europa, 80% del abastecimiento a los principales países de la Unión. Por lo tanto un escalamiento del conflicto podría afectar el precio del gas del cual nosotros somos importadores.
Qué tiene que ver EEUU en este enredo, mucho en lo agrícola y en gas. En febrero pasado, el Congreso aprobó Nueva Ley Agrícola, conocida como “Farm Bill”.
Esta ley reemplaza la anterior que había finalizado su vigencia a fines del 2012 y prorrogada el año pasado. La nueva ley tiene vigencia por 5 años y si bien ha recortado los subsidios a la agricultura y modificado o eliminado algunos de ellos, la asistencia a todas las actividades agrícolas sigue siendo muy importante.
En algunos casos asegura precios o ingresos a los productores. Había incertidumbre sobre qué iba a ocurrir con la legislación, ahora despejada, por lo tanto se espera un incremento de las producciones de granos como trigo, maíz y soja. De ser así y estando EEUU en el inicio del nuevo ciclo agrícola de granos hay algunas previsiones de caída de precios internacionales.
El tema del gas es aún más interesante. El éxito de EEUU en extracción de gas de esquistos es tal que se autoabastece y estaría en condiciones de exportar, aunque ahora no lo puede hacer por restricciones legales. Hay fuertes presiones para que se levanten y las empresas pueden abastecer de gas a Europa reemplazando a Rusia. El tablero geopolítico se torna apasionante.