Víctor Cingolani fue detenido y condenado a 13 años de prisión por el asesinato de Johana Casas. El 14 de febrero de 2013 Víctor y Edith Casas se casaron. Ella era la hermana gemela de la joven asesinada. El hombre recibió un permiso especial de la Alcaidía de Pico Truncado, el pueblo santacruceño donde nació esta historia, para poder casarse.
El ingreso al registro no fue el mejor: vecinos autoconvocados le arrojaron desde huevos hasta tomates. Hubo destrozos en el edificio. En diciembre de ese año, Cingolani fue absuelto por el Superior Tribunal de Justicia de Santa Cruz que encontró culpable a un hombre conocido como Marcos “El Tosco” Díaz, quien tenía una relación sentimental con la joven asesinada.
Siete años después de aquella historia que llegó a los principales diarios del mundo, indica hoy Clarín, Víctor Cingolani vuelve a ser noticia en su localidad. Este lunes fue dado de alta en forma definitiva después de haber contraído coronavirus? en España, de donde regresó a mediados de marzo. Fue el único caso de Pico Truncado y tras un mes, le dieron el alta.
Su testimonio
“La verdad es que la estamos pasando bastante mal, y que no tenemos respuesta de nada”, contó entonces Cingolani, sentado en el piso y primero cubriéndose el rostro con una gorra. Después, relató que había pasado dos noches durmiendo en el aeropuerto y que tenía pasaje para volver originalmente en mayo, pero que tuvo que adelantar su regreso por la cancelación de los vuelos.
El hombre llegó en avión a Comodoro Rivadavia y de allí fue en colectivo a Pico Truncado, donde se atendió en el hospital local tras manifestar síntomas compatibles con Covid-19. Permaneció unos días internado y luego lo enviaron a seguir el aislamiento en la vivienda que comparte con Edith.
La historia de Cingolani y la primera gemela
Con ella vive en una casa de barrio, señalada la nota de Clarín, alejado de aquella historia que al principio parecía una novela policial. Cingolani era empleado de una empresa de servicios petroleros cuando estalló el escándalo. El femicidio de la modelo Johana Casas fue descubierto el 16 de julio de 2010, cuando fue encontrada asesinada de dos balazos en la cabeza en las afueras de Pico Truncado. Antes, había salido con su ex novio, “El Tosco” Díaz, y un matrimonio de una reunión.
A pesar de este dato, primero se detuvo al novio anterior de Johana, Víctor Cingolani, y después se ordenó la captura de Díaz, quien estuvo prófugo siete meses y recién en septiembre de 2012 se entregó a la Justicia. En tanto Cingolani fue juzgado y condenado a 13 años de prisión. Edith, la hermana de Johana, iba a las audiencias del juicio oral con una remera pidiendo justicia por su hermana muerta.
El romance sale a la luz
Sin embargo, tiempo después Víctor y Edith blanquearon un romance que colocó a esta localidad de Santa Cruz en los ojos del mundo. Una mujer iba a casarse con el asesino de su hermana gemela. Lo anunciaron juntos y pusieron fecha para la boda en diciembre de 2012. Pero la mamá de Edith (por entonces de 19 años) interpuso un recurso en la Justicia que impidió que el casamiento se lleve a cabo.
Finalmente, y tras varios recursos de su abogado, Lucas Chacón, la Justicia autorizó la boda. Con Cingolani todavía preso en la Alcaidía local (donde tenía un emprendimiento junto a otros internos con un horno para fabricar ladrillos) eligieron el 14 de febrero de 2013 para casarse. Justo el Día de los Enamorados.
Cingolani fue autorizado a concurrir al registro civil, donde estuvo a punto de generarse una pueblada. Vecinos de Truncado rodearon el edificio y arrojaron todo lo que tenían a mano cuando el novio bajó del coche que lo trasladó desde la cárcel. La ceremonia se celebró, los novios se despidieron y solo volvieron a verse en las visitas autorizadas.
Giro inesperado
Pero la causa dio un giro. Una presentación de Chacón ante el Superior Tribunal de Justicia de Santa Cruz reabrió la causa. Rastros genéticos de “El Tosco” fueron encontrados en el auto donde asesinaron a Johana. En diciembre de 2013, Cingolani recuperó la libertad. Desde entonces mantuvo un perfil bajo. “Somos felices”, dijo a Clarín meses despúes de salir de la cárcel, mientras daba una vuelta por la plaza del pueblo de la mano de su esposa. “Adiós, don Víctor”, lo saludaban los vecinos. Cingolani había superado el trance más difícil. Aunque por entonces no sabía que le esperaba otro, el del virus que tiene en vilo al mundo. El que también acaba de superar.