Una pareja que tuvo un hijo por vientre subrogado en Ucrania busca de manera desesperada poder viajar a aquel país para traer a su bebé de poco más de un mes.
Desde que nació el 30 de marzo Manuel, el hijo de Flavia, se encuentra al cuidado de una mujer en Kiev mientras que su madre lo espera aquí en Argentina.
"Mi marido y yo estuvimos diez años intentando tener un hijo. El primer año fue de búsqueda natural, después vinieron los tratamientos de baja complejidad y más tarde, los de alta complejidad. Yo perdí dos embarazos, uno de ellos con posibilidad de que fueran mellizos. Fueron años muy frustrantes, de cirugías en los ovarios y en el útero, de poner el cuerpo, de sentirlo invadido, de hormonazos, de sentir culpa por no poder llevar un embarazo a término, de que mi marido sintiera la frustración y la impotencia de no poderme acompañar en ese dolor. Así que en el algún momento nos decidimos por la subrogación de vientre", contó Flavia a Clarín.
Debido al cierre de fronteras por la pandemia de coronavirus los padres de Manuel no pueden viajar a conocerlo.
"Recién este lunes recibimos un correo de la Cancillería, ante quienes presentamos un recurso de amparo, con un teléfono para que nuestro abogado se comunique",contó la trabajadora social.
Ellos no son los únicos a la espera de un permiso que les permita viajar. En total hay 17 familias de argentinos que subrogaron vientres en la clínica ucraniana Biotexcom y cuyos bebés ya nacieron o están por nacer.
Andrea es otra mamá desesperada que también espera para conocer a su hijo. "Nacho, nació el 29 de abril: se adelantó, iba a nacer el 12 de mayo. No sé cuándo voy a conocerlo y es difícil, quiero tenerlo conmigo", expresó.
"Pensamos en la adopción, pero no te daban ninguna certeza sobre el tiempo de espera. También pensamos en adoptar en Rusia, donde te garantizan tener al menos una chance de adoptar en el plazo de dos años, pero en general son adopciones grupales, y no estaba en nuestras posibilidades adoptar dos o tres hermanos. Entonces nos decidimos por la opción de la subrogación en esta clínica ucraniana de la que me enteré investigando en Internet", describió Andrea quien se separó de su esposo hace algunos meses.
En Ucrania por ley sólo pueden aspirar a una subrogación de vientre parejas heterosexuales que estén casadas legalmente. "Es por una cuestión religiosa", describe Andrea.
Las familias consultadas por Clarín pagaron entre 40.000 y 60.000 euros por el servicio, y aseguraron que un tercio de ese dinero es para la mujer gestante.
Biotexcom exige que al menos haya material genético -semen u óvulo- de alguna de las dos personas de la pareja que contrata el servicio.
Una publicada de agosto del 2019 en el diario español El País, informaba que los Poderes Judiciales de distintos países europeos investigaban a Biotexcom por delitos como tráfico de personas, documentación falsa y evasión de impuestos.
Según la información que poseen las familias, las fronteras ucranianas continuarán cerradas hasta el 22 de mayo.
"Y en Argentina los vuelos comerciales están suspendidos al menos hasta septiembre. Por eso nuestra única posibilidad es ir en algún vuelo que devuelva gente a Europa y vaya a buscar argentinos varados. Estamos esperando respuestas a los recursos que presentamos, y estoy esperando ese momento especial de conocer a mi hijo: un embarazo te va preparando para ese momento. En cambio así toda esa preparación es con la cabeza pero no con el cuerpo. Ahora falta que mi cuerpo se encuentre con Nacho", describe Andrea.
Por su parte, Patricia y Gustavo tienen dos valijas listas para ir a Sol que según cálculos médicos va a nacer el 24 de mayo.
"Decidimos acudir a la gestación solidaria tras seis años en los que buscamos tener hijos. Probamos tratamientos de fertilidad con nuestro material genético, también ovodonación, y probamos adoptar en Argentina e incluso en Rusia. Y después de evaluarlo durante dos años y de hablarlo mucho en terapia, decidimos viajar a Kiev e iniciar este proceso", explica ella.
Tenían pasaje para viajar a la capital ucraniana el 20 de abril, por si la llegada de su hija se adelantaba. Pero debido a la pandemia ya había cerrado las fronteras, cuya reapertura sigue siendo un misterio.
Según informó Clarín, al llegar a Kiev, las familias que van a buscar a sus hijos tendrán que testearse para detectar si se contagiaron coronavirus y cumplir una cuarentena de quince días antes de contactarse con los bebés.
"Eso será en un hospital gubernamental y después nos trasladan a un hotel muy austero de la clínica. Apelamos al derecho de cada niño a estar con sus padres para que Cancillería nos escuche: tal vez pueden incluirnos en un vuelo que va a buscar repatriados. Sabemos que están desbordados y que telefónicamente sólo atienden urgencias. Entendemos que es un momento crítico, pero necesitamos llegar de alguna manera", dice Gustavo.
Un pedido colectivo
La conocida abogada Ana Rosenfeld es quien esté llevando a cabo los pedidos de las familias.
"El Ministerio de Relaciones Exteriores argentino está trabajando para el sí. Ya me dijeron que no hay motivo para que las familias no viajen: tienen que emitir sus pasajes, que serán en alguno de los vuelos patrióticos que van a buscar repatriados a Europa. En principio, a Madrid", explicó a Clarín.
Y agregó: "La embajadora argentina en Ucrania ya intervino y obtuvo la autorización por parte de ese país para que los padres y madres puedan viajar; la Cancillería argentina está trabajando en la emisión de pasajes y a la vez, en la autorización de cada persona; tienen que definir el orden de esos pasos pero no hay motivos para pensar que no van a ocurrir".
No obstante, aseguró que "cada familia que viaje a Ucrania deberá pagar su pasaje en los vuelos patrióticos, tal como hacen los repatriados".
"Me acerqué por mi experiencia en casos de subrogación en Estados Unidos y porque el mismo día que nació Manuel, 30 de marzo, también nació mi nieto en Miami: no pude ir a estar con mi hija por la cuarentena, y ella no pudo estar con el bebé durante una semana, hasta que le dio doble negativo de coronavirus", explicó la abogada.