Tus, mis, nuestros padres: consejos para la convivencia

Mantener una relación afable con los suegros es fundamental en la pareja, tanto que hasta bromas hay al respecto. Aquí algunos apuntes básicos para que la armonía sea la regla.

Tus, mis, nuestros padres: consejos para la convivencia

Las posturas en temas como la religión, la política o incluso los intereses personales de nuestros padres pueden ser muy distintas a las de los padres de nuestra pareja.

Así y todo, casi toda pareja desea que sus padres se conozcan en algún momento y, de ser posible, se lleven bien. ¿Pero cuál es el momento ideal para la presentación y qué impacto tiene en la propia relación si la química entre los padres no funciona?

Los psicólogos explican que detrás de las ganas de que se conozcan los padres suele estar el deseo de una gran familia. Presentar a los padres puede ser un primer paso para reunir a las familias y pasar en el futuro las fiestas de fin de año juntos, por ejemplo.

No es tan fácil determinar cuál es el mejor momento para presentar a las partes. Si se acaba de iniciar una relación amorosa, no hay por qué apurar las cosas. Por otra parte, que los padres se conozcan recién poco antes de un gran acontecimiento, como una boda o un bautismo, podría ser demasiado tarde.

Lo mejor es asegurarse de que, de cara a un festejo familiar, los padres no sean completos desconocidos entre ellos. Sin embargo, esta “juntada” sólo tiene sentido si están de acuerdo los dos integrantes de la pareja. Algunas personas no quieren tener un contacto estrecho con sus padres, y sus parejas deberían respetar ese deseo.

Otros especialistas creen que no hay un momento correcto o incorrecto para las presentaciones. En todo caso, hay que ir tanteando el ambiente. Un buen momento puede ser si la pareja se consolida y tiene la sensación de que formará familia.

Si los dos se sienten igual, pueden organizar una reunión entre sus padres. Lo mejor es hacer el encuentro en un lugar familiar. Si se escenifica mucho se corre el riesgo de que las expectativas sean muy grandes y el encuentro transcurra en un ambiente acartonado.

Para que la atmósfera sea ralajada, vale la pena pensar qué tipo de evento va bien con los padres de casa uno. Un clásico es una cena en un restaurante, ya que exime a las partes de tener que organizar una cena.

Por otra parte, organizar algo en casa ofrece la ventaja de poder dar inicio a la noche tomando un cóctel de pie o comiendo unos canapés, lo que a veces fomenta una atmósfera más distendida que sentarse enseguida a una mesa.

Otra opción es reunirse a cocinar todos juntos, lo cual puede ser un poco caótico pero permite iniciar conversaciones coloquiales sin temor a pausas incómodas.

Así y todo, los padres de la pareja no siempre tienen buena química. El nivel de educación, el estatus social, la religión, los intereses personales, las ideas políticas y el entorno: todo eso puede variar de una pareja de padres a la otra.

Si se observa que los padres no se llevan bien o que determinados temas generan conflictos entre ellos, lo mejor es limitar ese tipo de encuentros al mínimo. No hace falta que los padres se amen, basta con que se respeten.

Por otra parte, tampoco es un factor decisivo para una pareja que sus padres se lleven bien. Si los padres llegaran a llevarse bien y disfrutar mutuamente de su compañía, fantástico. Pero no es algo esencial para una pareja.

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