En la tercera jornada de protesta, los manifestantes en Turquía mantuvieron este domingo la presión sobre el gobierno de Recep Tayyip Erdogan ocupando la plaza Taksim de Estambul, mientras que en la capital Ankara estallaban nuevos incidentes.
Miles de personas ocuparon la emblemática plaza del centro de la megalópolis turca durante la tarde de ayer, abandonada por la policía tras dos días de violentos incidentes que dejaron varios centenares de heridos y provocaron el arresto de más de 1.700 manifestantes en todo el país.
"Todos los turcos están bajo presión desde hace diez u once años", dijo Hallit Aral, "hoy, todo el mundo quiere que el primer ministro se vaya".
Tras una jornada relativamente tranquila, estallaron nuevos enfrentamientos entre las fuerzas del orden y varios miles de manifestantes que se reunieron frente a las oficinas del primer ministro en Estambul.
Asimismo, la policía disparó gases lacrimógenos y utilizó cañones de agua para dispersar a manifestantes en Ankara cuando estos intentaban dirigirse hacia las oficinas de Erdogan en la capital.
En la noche del sábado, se produjeron ya violentos enfrentamientos entre policías y manifestantes en la capital, causando importantes daños materiales.
Según la agencia Anatolia, estos enfrentamientos dejaron 56 heridos entre las fuerzas de seguridad. El sindicato de médicos de Ankara había informado por su lado que 414 civiles resultaron heridos el sábado en incidentes producidos en la capital, seis de ellos de gravedad.
Incidentes similares se produjeron en Estambul, en torno a las oficinas del primer ministro, en el barrio de Besiktas.
Muestra de la persistencia de la movilización, otras manifestaciones contra el poder tuvieron lugar en Izmir, Adana y Gaziantep .
Enfrentado a una de las más importantes oleadas de protesta desde su llegada al poder en 2002, y tras dos días de enfrentamientos, Erdogan ordenó a las fuerzas policiales que se retiraran de la plaza Taksim y del parque Gezi, donde está previsto un proyecto urbanístico que desató la ira popular.
Uso excesivo de la fuerza
Las organizaciones de derechos humanos turcas y extranjeras cifran en un millar los heridos y Amnistía Internacional habló incluso de dos muertos.
Estas cifras no fueron confirmadas oficialmente. Según el ministro del interior, Muamer Guler, 58 civiles y 115 policías resultaron heridos durante las 235 manifestaciones registradas desde el martes en 67 ciudades del país, y la policía arrestó a más de 1.700 manifestantes, pero la mayoría fueron ya liberados.
Incluso dentro del poder, varias voces disidentes han lamentado la brutalidad de la policía. El jefe de Estado Abdulá Gul dijo que el nivel de confrontación era "preocupante", mientras que el viceprimer ministro Bulent Arinc ha abogado por el diálogo "en lugar de tirar gases contra las personas".
Países aliados occidentales, como Estados Unidos, Reino Unido y Francia, instaron también al gobierno turco a la moderación.
Incluso el ministro turco de Relaciones Exteriores Ahmet Davutoglu lamentó las repercusiones de estos incidentes en la "reputación" de su país, "admirado en la región y en el mundo", en su cuenta Twitter. Ante estas reacciones, el primer ministro dio marcha atrás y admitió que la policía había actuado en algunos casos de forma "extrema", pero reiteró que llevará hasta el final el proyecto de urbanización de la plaza Taksim.