La crisis de Turquía muestra cómo acciones de Trump en el plano internacional pueden precipitar riesgos globales. El Presidente estadounidense, reclamando la libertad de un pastor protestante que está con arresto domiciliario, aplicó sanciones contra funcionarios y aumentó los aranceles a las importaciones turcas. Esto precipitó una crisis cambiaria en Turquía. El presidente Erdogan lo desafió, negándose a recurrir al FMI y declarando que si bien los EEUU tenían a dicho organismo internacional, su país tenía a "Alá", buscando confirmar el carácter islámico de su gobierno. La lira turca ha sufrido una fuerte devaluación aumentando su riesgo país. Varios bancos europeos perdieron valor bursátil por estar demasiado expuestos por sus créditos a Turquía. Trump precipitó así una crisis económica en este país, que puede afectar su gobernabilidad, aunque se trata de un miembro clave de la OTAN. El país se despliega entre el extremo este de Europa y el extremo occidental de Asia, en el Oriente Cercano. Tiene una importante base de esta alianza militar, desde la cual los aviones de combate estadounidenses y de sus aliados pueden operar sobre el Cercano y el Medio Oriente.
Turquía controla el estrecho del Bósforo y por ello el acceso al mar Negro. En Europa tiene fronteras con Grecia y Bulgaria. En Asia con Rusia, Irán, Irak y Siria. En el Mediterráneo, ejerce soberanía sobre la mitad de la isla de Chipre. Ha recibido apoyo de Rusia y China frente al conflicto con los EEUU. A ello se agrega que es un país clave para Europa, por contener el flujo migratorio proveniente de los conflictos existentes en los países árabes. (Turquía es un país musulmán pero no árabe, al igual que Irán).
Pero en el corto plazo, la preocupación en torno a Turquía se centra en el riesgo de contagio financiero al resto de los países emergentes endeudados. Ya venían perdiendo capacidad crediticia por el aumento en la tasa de interés de los EEUU entre abril y julio y ese mes irrumpe la crisis turca, que se amplió durante agosto. El "riesgo país", determinado por el valor de los bonos soberanos que emiten las naciones, da una idea del aumento de la fragilidad financiera que tienen los países, en este caso los emergentes. El de Venezuela alcanza a los 5.464 puntos, habiéndose incrementado 12,61% en lo que va del año. La Argentina lo tiene en 685, con un incremento del 95,16% en lo que va de 2018, es decir duplicándose, situación que lo obligó a solicitar asistencia financiera al FMI. Ucrania lo tiene de 585, con un incremento de 35,42% en lo que va del año. El cuarto lugar es de Turquía, con 542 puntos de riesgo país y un aumento a lo largo de 2018 de 88,19%, casi tan alto como el de Argentina. El quinto lugar es de Egipto, con 498 puntos y un incremento de 26,72% en lo que va del año. El sexto es Brasil con 308 puntos y 28,33% de aumento.
Sudáfrica tiene 306 de riesgo país, habiendo crecido 39,09%. En el caso de Rusia es 232 puntos y 39,99% de incremento en 2018. México tiene sólo 198 de riesgo y se incrementó 4,76%. Colombia 184 puntos y aumentó solamente 5,75%. Es así como Argentina y Ucrania parecen tener el mayor riesgo de contagio y México y Colombia el menor.
En una visión en función del porcentaje de pasivos que vencen en el corto plazo, según las reservas disponibles, Turquía ocupa el último lugar.
Tailandia tiene la mejor situación, con 152% de su deuda en reservas, con lo cual garantiza en su totalidad el pago. Rusia, con 113%, también supera con sus reservas los vencimientos; otro tanto sucede con Filipinas, con 109%. El resto de los emergentes tienen menos reservas disponibles que sus vencimientos de corto plazo. Bulgaria el 96%, Brasil 85%, India 81% y Bangladesh 69%. En estos casos, el riesgo de corto plazo es bajo. Por debajo del 40%, México tiene reservas para cubrir el 38% de sus vencimientos, Colombia el 36%, Egipto 34%, Perú 33%, Chile 32% y Hungría 30%. Las dos situaciones más críticas son las de Argentina, con 26%, y Turquía con 25%. Esto tiene lugar cuando la semana pasada finalizó la asistencia de la "Troika" (FMI, Comisión Europea, y Banco Central Europeo), que duró ocho años. Europa dio por cerrada la crisis del euro, precipitada por la crisis financiera de los EEUU del año 2008. Pero tras un prolongado ajuste, el desempleo en el país está en 20% y el crecimiento es de sólo 2%, tras una recesión de casi una década.
Se teme un "efecto contagio" como el que tuvo lugar con los mercados de Asia en 1998, que afectó al conjunto de los emergentes. Aparte de los países mencionados, hay otros dos emergentes claves cuya crisis puede tener consecuencias estratégicas importantes. Uno es Paquistán, único país musulmán que tiene la bomba nuclear y con fronteras con otras tres potencias nucleares (Rusia, China e India), y Afganistán, país decisivo en la lucha de Occidente con el terrorismo. El gobierno paquistaní que acaba de asumir continúa las gestiones con el FMI en busca de asistencia iniciadas por el gobierno anterior. Arabia Saudí es otro. Es un país que ha comenzado a endeudarse y lo ha hecho a un ritmo acelerado, pero su deuda es todavía baja en relación al PBI y las reservas. Pero una desestabilización económico-financiera de la monarquía saudí –improbable– tendría consecuencias estratégicas importantes en el mundo árabe y en el conflicto entre chiítas y sunnitas. Cabe señalar que en noviembre de 2017, el Banco Morgan Stanley presentó una evaluación, de acuerdo a la cual los seis países emergentes más vulnerables al aumento de la tasa de interés internacional eran Paquistán, Arabia Saudí, Qatar, Egipto, Turquía y Argentina, por la velocidad a la que se habían endeudado.
Es claro por qué la inestabilidad turca afecta a la Argentina más que a los demás emergentes. Ahora se adjudica a Brasil y el "Gloriagate" la causa de la tensión financiera y la recesión. Las tres circunstancias son sólo "desencadenantes" de una situación que el mismo presidente Macri el 17 de junio caracterizó como "crisis de confianza en Argentina".