En un rincón remoto de la provincia de Salta, Argentina, se encuentra Iruya, un pueblo que captura la atención internacional por su impresionante belleza natural y su atmósfera única.
Este pequeño enclave, situado a 2.780 metros sobre el nivel del mar, fue recientemente elegido por el renombrado medio de viajes Condé Nast Traveler como uno de los 50 pueblos más hermosos del mundo.
Aislado en las montañas y con una población diminuta, Iruya ofrece un escape perfecto del bullicio moderno, con paisajes que parecen sacados de una postal y una rica cultura que atrae tanto a turistas locales como internacionales.
Dónde queda
Ubicado a 2.780 metros sobre el nivel del mar, Iruya es un pintoresco pueblo en la provincia de Salta, Argentina. Con una población de solo 1.523 habitantes, este enclave montañoso se encuentra a unos 320 kilómetros de la capital salteña y se conecta con la región vecina de Jujuy a través de un recorrido en autobús de cuatro horas.
La impresionante altitud y su aislamiento contribuyen a su encanto único y a su exclusividad en el circuito turístico.
¿Qué actividades hay para hacer?
Iruya ofrece una variedad de actividades que atraen a los visitantes en busca de belleza natural y tranquilidad. Entre los principales atractivos se encuentran el Mirador el Cóndor y el Mirador de la Cruz, que brindan vistas panorámicas del paisaje andino.
Los turistas también pueden explorar el Río Iruya y la iglesia Nuestra Señora del Rosario y San Roque, que es un destacado punto de interés arquitectónico.
Además, el circuito de los Caminos del Inca permite a los viajeros sumergirse en las tradiciones ancestrales de la región, mientras que el circuito de los Cóndores ofrece la oportunidad de observar estos majestuosos pájaros en su hábitat natural.
¿Por qué se destaca?
El pueblo es descrito como “colgado en la montaña” debido a su ubicación única en la puna salteña. Sus calles empedradas y empinadas, junto con sus casas de adobe y piedra, crean un entorno pintoresco que es ideal para los amantes de la fotografía.
Además, la gastronomía local, que incluye platos tradicionales como guiso de papas verdes y pastel de quinoa, complementa la experiencia cultural.
La mejor época para visitar Iruya es entre marzo y junio y de agosto a diciembre, evitando la temporada de lluvias para asegurar un viaje sin contratiempos.
