Es una cuestión de decisión por parte del circuito empresario. Para algunos subir las tarifas tanto de los hoteles como de los restaurantes eleva el nivel de calidad de los visitantes. Para otros, mejorar la oferta a través de precios más económicos termina siendo más redituable.
Suele ser la eterna discusión, pero en la gran mayoría de los casos la realidad determina que con precios más accesibles la ecuación cierra mejor con la segunda de las opciones. Es lo que está sucediendo actualmente en los principales centros turísticos del país, como Mar del Plata y las sierras de Córdoba.
No se trata de un tema que esté centrado sólo en la Argentina y el mejor ejemplo podría señalarse con lo que sucede en Europa. España, a pesar de convertirse en “la puerta de entrada” al continente (por los acuerdos del Mercado Común no es necesario hacer trámites aduaneros en el resto de los países, a excepción de Suiza y el Reino Unido), tenía serios inconvenientes para la atracción de turistas. No contaba con la “historia” de Italia, el glamour de Francia o la tranquilidad y belleza de Londres, razón por la cual debió buscar otras opciones. Y la encontró a través de los precios.
Quien haya visitado Europa advertirá que los valores, tanto en hoteles como en gastronomía en España son el 50 por ciento más baratos que en Italia, un 75 por ciento menos que en Francia y un 100 por ciento menos que en el Reino Unido.
En ese marco, el crecimiento turístico de España fue exponencial y se afirma que duplica su población anual gracias a la industria sin chimeneas, la que constituye además uno de sus principales ingresos económicos.
También se afirma que los beneficios del turismo no sólo alcanzan a las actividades directamente relacionadas con el mismo, sino que se extienden a otras. Quien visita España consume alimentos que se producen en la península por lo que el “derrame” de beneficios es importante.
Si trasladamos la situación a lo que sucede en la Argentina, el caso de Córdoba debería ser tomado también como ejemplo. Los precios en la docta son muy inferiores a los de la Costa Atlántica y si los comparamos con los de Mendoza también advertiremos las diferencias. Ello les ha permitido captar a gran cantidad de visitantes, de todos los niveles sociales.
Una publicación indica que el aluvión turístico se produjo en los primeros días de enero, oportunidad en que ingresaron más de 470 mil automóviles a través de las distintas rutas de acceso. Además, de acuerdo con los datos oficiales, hay una ocupación del 80 por ciento en hoteles, cabañas y campings, un 10 por ciento más que el año pasado y la cantidad de visitantes ha llegado a tal nivel que las compañías de espectáculos la han elegido en un nivel de competencia directa con Mar del Plata.
Por otro lado, con un menor nivel de oferta hotelera y gastronómica en valores y con uno similar en lo que a belleza se refiere, San Luis se está convirtiendo en los últimos años en un polo de atracción también interesante.
Mendoza ha tenido un crecimiento turístico más que importante en los últimos años, esencialmente de la mano del turismo relacionado con el vino, que ha sumado su aporte a las bellezas naturales con que cuenta la provincia.
Pero también debe advertirse que somos una provincia cara, en lo que a precios se refiere, en su comparación con Córdoba o San Luis. De allí que si bien la cantidad de visitantes en los últimos años se ha multiplicado, no quedan dudas de que si se mejora la oferta económica será mayor la cantidad de gente que arribará a la provincia para disfrutar de su belleza y de la calidez de los mendocinos.
