Tupungatinos rescatan la historia de su capilla y le dan forma de libro

La tarea, que llevó unos diez años, tuvo su broche de oro ayer con la presentación en sociedad del texto, que se podrá comprar en el templo y en librerías mendocinas. Relatos de todo el pueblo.

Tupungatinos rescatan la historia de su capilla y le dan forma de libro

Su estructura sencilla, pero de gran belleza, se levantó a principios de 1900 en la por entonces estancia Atamisque, que ocupaba gran parte de lo que hoy es el distrito San José, en Tupungato. Fue la que albergó la devoción al Corazón de Jesús, que habían sembrado los jesuitas y recibió las primeras acciones pastorales que tuvieron lugar en estas tierras. El edificio conserva con nobleza estilos y materiales de construcción del siglo XIX y hasta el propio Walt Disney fue un anfitrión ocasional en su posada.

En estos más de cien años, la capilla del Sagrado Corazón de Jesús ha acumulado una rica lista de hechos históricos y restauraciones edilicias. Pero quizá el mayor valor patrimonial para los vecinos de San José es el haberse constituido como punto de encuentro y expresión de fe de la comunidad por tantas generaciones.

Como los relatos de vida del  pueblo están entreverados con los de esta iglesia, un grupo de vecinos decidió sondear en los distintos detalles de su historia y rescatarla a través de la escritura. Así, nació meses atrás el libro “Semillas de historia”, que fue presentado ayer ante la sociedad de Tupungato, en una fiesta religiosa y popular que terminó con un gran pesebre viviente.

La idea de documentar las ‘memorias’ de la Capilla comenzó a gestarse hace más de diez años. Su valor arquitectónico y su pasado eclesial bastaban para tornar atractiva la empresa. Sin embargo, fue la voz del pueblo la que marcó el camino.

El diácono Eusebio ‘Beto’ Duarte viajaba todos los fines de semana desde la capital mendocina hasta San José para ayudar en los oficios religiosos. Enamorado como estaba del lugar, comenzó a entrevistar a viejos lugareños para ahondar en su historia. Así descubrió que el peso de la presencia de la Capilla en sus relatos y todas las referencias y leyendas que alimentaban esta “convivencia centenaria”.

Fue una tarea en conjunto. Algunos vecinos realizaron entrevistas, otros escribieron y hasta la corrección y edición fue colectiva. Muchos tupungatinos -que no pertenecen al distrito, pero se interesan por su patrimonio- oficiaron de colaboradores. Por mencionar algunos; Karina Castañar (patrimonialista) sondeó en las escrituras históricas del edificio, el vecino Miguel Freyre, en los archivos del Arzobispado y el sacerdote Eduardo López -que guió los inicios de esta travesía- escribió el prólogo.

Quien llevó el hilo conductor y se puso al frente de la coordinación del ‘relato’ fue la vecina y escritora Susana Santoni. “Fue una tarea comunitaria. Queremos que la gente tome conciencia del valor social y patrimonial que tiene este espacio y lo que puede ayudarnos a entender nuestra identidad como pueblo y como fieles”, expuso.

El proyecto recibió fue financiado por el Fondo Provincial de la Cultura y, de esta manera, los sanjosesinos pudieron sacar 400 volúmenes de su trabajo. “El libro estará disponible a la salida de misa (9.30) los domingos y en distintas librerías locales y en las religiosas de Mendoza. La idea es seguir editando nuevos ejemplares con el dinero que recaudemos de la venta”, señaló Santoni.

Para ser contada
La devoción de los pobladores por el Sagrado Corazón de Jesús nació con los jesuitas, pero fue recuperada y promovida en este sitio por María Elina Calderón de la Barca, esposa de Jacinto Álvarez, quien fue gobernador interino de la Provincia desde 1898 hasta 1901, cuando fue sucedido por Elías Villanueva.

La pareja visitaba asiduamente este paraje, porque allí se encontraba la estancia Atamisque, que pertenecía a la familia de quien terminó siendo su yerno Juan Carlos Aldurralde. Elina le habría comprado un pedazo de la hacienda a los Aldurralde para levantar allí la iglesia y extender la religiosidad en la población de entonces.

No hay una fecha precisa de su creación. Algunos testimonios (la mayoría de personas que fallecieron) sostienen que la Capilla estaba en pie antes de 1900, otros dan cuenta de que se edificó después del casamiento de Aldurralde con la hija de Álvarez, Carmen.

Tal discusión puede basarse en el hecho de que, al parecer, primero fue construida la posada -con una habitación como capilla- y posteriormente el emblemático edificio con base de piedra, que salta a la vista de los visitantes que ingresan al departamento por la ruta 86 de Los Cerrillos. Fue el arqueólogo Pedro Canepuccia y su equipo, los que llegaron a esta hipótesis en 2009, cuando encararon el proyecto de restauración del templo.

La iglesia más antigua de Tupungato ha sido objeto de varios ‘retoques’, pero su estructura supo hacerle frente al paso del tiempo y recién en 2009 fue objeto de una restauración general, financiada por el gobierno provincial. Un año después, las tareas se centraron en el retablo y en sus imágenes, dirigidas por los restauradores Garma-Sansoni. Esta vez, el dinero llegó de manos de la productora de Walt Disney, homenajeando el paso del cineasta por allí.

La vida eclesial de la Capilla arrancó en 1924. Los archivos cuentan que desde ese año y hasta 1942 se realizaron novenas. Cada 15 días, en época estival, venían sacerdotes y se instalaban en la zona, para cumplir las tareas pastorales. El primer año, se oficiaron 27 bautismos, 70 comuniones y 263 confirmaciones. Los documentos dicen también que aquel verano “todas las familias se consagraron al Corazón de Jesús”.

Por las dimensiones de su población, la capilla de San José nunca tuvo un cura asignado. El primero que se estableció en Tupungato fue monseñor Fernández en 1939.

La visita de Walt Disney

Fortuitamente, el creativo del cine internacional estuvo alojado en la vieja estancia Atamisque y, por ende, en la posada cercana a la iglesia. Sucede que Disney entabló amistad con Juan Carlos Aldurralde. El último era ingeniero y una de las autoridades de la compañía de aviación Panagrama, que apoyaba los productos cinematográficos del autor.

Fue así que la visita al paraje tupungatino se inscribió en el itinerario que Walt Disney siguió en 1941, al recorrer Latinoamérica. Incluso cuenta la leyenda popular, que el cineasta se inspiró en un perro que estaba en la estancia para definir el personaje de Pluto. Esto nunca fue corroborado, pero cuando años atrás una productora de Disney visitó el lugar, intentó dar con el dueño del perro, pero ya había fallecido.

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