La luz, los espacios ligeros y diáfanos y la presencia de la naturaleza dan identidad a un estilo particular en el que lo sobrecargado sobra. En un baño nórdico, se imponen la comodidad, el orden y las formas simples para crear un espacio de total confort con muy poco.
El estilo escandinavo es uno de los favoritos para muchos a la hora de elegir la decoración del baño y conseguir que se convierta en un espacio para disfrutar en la intimidad. Hasta el baño más pequeño, con este estilo, resulta acogedor y transmite sensación de amplitud, limpieza y luminosidad. Líneas rectas y sencillas, tonos claros y un toque de naturaleza son algunos rasgos que caracterizan el sello “nórdico”.
CLAVES
¿Qué define este estilo, tan fácilmente reconocible, que conquista a casi todos?… Hay estilos inequívocos, que no dejan lugar a duda. Y como en un baño de estilo rústico, por ejemplo, una decoración escandinava es fácilmente reconocible. Un baño que siga esta tendencia se caracteriza por:
Luminosidad, cuanta más, mejor. Por principio, el baño nórdico no es jamás un espacio oscuro de la casa. Aprovechar la luz natural, con grandes ventanales, claraboyas o ventanas en los techos… es norma. Además, los tonos claros siempre serán los predominantes, para potenciar los efectos de esa luz que nos regala el sol. El blanco es el color imperante en un baño de estas características.
Un entorno cálido. Que sea luminoso no quiere decir que sea frío. En los baños nórdicos, la madera no puede faltar, sobre todo en el mobiliario de almacenamiento. Armarios en madera, con listones o rejillas, para guardar las toallas, los accesorios para el pelo, o los productos de higiene son elementos básicos en este estilo. Las maderas claras y poco porosas, como el roble y el pino, prevalecen y logran ese toque acogedor que hace que los baños nórdicos nunca resulten desangelados aunque no tengan demasiados muebles y accesorios.
Pura geometría. Las líneas simples y bien definidas son otra de las claves que definen un baño de este estilo. Las rectas y los volúmenes cúbicos predominan y se imponen tanto en el mobiliario, como en los sanitarios o la grifería. El estilo escandinavo apuesta por el "menos es más" y los juegos con distintos módulos geométricos en perfecta armonía (mesadas, armarios, sanitarios…) son la clave de la decoración.
Blanco, tierra y grises. Es la limitada escala cromática de un baño que siga el diseño escandinavo. El blanco es el color más luminoso y por eso es "el rey". En los pisos, en los azulejos, en los muebles, en los textiles… ese blanco encuentra, además, buenos aliados en la gama de los tonos tierra y también el los grises. Para un toque original, por ejemplo para el baño destinado a los más jóvenes de la casa, el nórdico admite algún punto de color rompedor: un perchero en rojo intenso, algunos accesorios (portacepillos, jabonera, etc.) en verde o azul pueden poner una nota de color en estos los baños nórdicos que combinan el estilo tradicional con las tendencias más innovadoras.
Mínima división de espacios. Es otro de los rasgos reconocibles. En un baño nórdico sobran puertas, mamparas, muros y cualquier elemento que suponga fragmentar el espacio disponible. Esta característica, unida a los blancos y tonos claros, es lo que hace que resulten tan amplios y cómodos. El baño es un espacio único, no dividido en mil pequeños compartimentos.
Idea de ligereza. La ducha sin plato (ducha italiana), a ras de suelo y con mampara de cristal transparente; los sanitarios a la vista y preferentemente suspendidos, es decir, encastrados en la pared y sin pie que los adhiera al piso y armarios con anclajes invisibles… detalles decorativos para maximizar el espacio y huir de obstáculos que resten amplitud.
TRUCOS
"Abusá" del blanco. No creas que va a resultar excesivo. Por ejemplo, podés utilizar cerámicos blancos para la pared y baldosas similares para el piso. Si lo haces así, lograrás una continuidad visual del espacio perfecta para conseguir una sensación de mayor amplitud y cierto aire "futurista" para tu baño.
Descubrí la belleza de las líneas simples y del equilibrio de la geometría. Para un baño nórdico, los muebles con formas rectas (estanterías, cubos, rectángulos…) quedan genial, sobre todo si buscás la armonía entre ellos: dos baldas con diseño en "Z", dos armarios iguales enfrentados o en paralelo, una mesada rectangular y sobre ella el lavatorio cuadrado (o cilíndrico)… son solo algunas ideas de las mil combinaciones que podés llevar a cabo únicamente con el mobiliario básico.
Complementos y accesorios. Si optás por el estilo nórdico no recargués el baño. Un gran espejo, un cuadro de tendencia moderna, algún textil que aporte una nota de color (alfombra, banqueta tapizada…), incluí solo accesorios básicos y, por supuesto algún detalle que recuerde la importancia de nuestro entorno natural (una planta, una rama, un pequeño jarrón con flores secas…) es más que suficiente para personalizar tu baño.
Combinalo con otros estilos. Si te gusta, el estilo nórdico admite y se renueva con curiosas incorporaciones de otros estilos que quedan realmente bien. Por ejemplo, podés tener un baño nórdico con algún elemento que aporte el toque vintage (una lámpara de cristal o en metal, un original tapiz que sustituya al típico cuadro, o un baúl para guardar tus toallas en lugar de las clásicas estanterías), También podés atreverte a incorporar elementos propios de un estilo más romántico o rústico (una cómoda, estantería en madera decapada…). Siempre que respetés el concepto de luminosidad y sencillez en las líneas, tu baño nórdico lo admite casi todo.
Añadí naturaleza. Un mini jardín vertical que haga juego con el toallero, una bonita planta en cualquier rincón, o un jarrón con espigas y flores secas son el mejor adorno para que tu baño escandinavo se convierta en uno de los espacios más agradables de tu casa.