El asombro entre los daneses después de que el presidente estadounidense, Donald Trump, dijo que querría “comprar” Groenlandia se volvió un sentimiento de perplejidad y de ira el miércoles, cuando el mandatario canceló de improviso una visita a Dinamarca con la excusa de que no le quieren vender ese territorio.
La cancelación fue un desdén poco común hacia la jefa de Estado danesa, la reina Margarita II, quien le extendió la invitación a Trump y habría recibido a él y a Melania Trump, la primera dama.
La noticia de que Trump canceló la visita "fue una sorpresa", dijo la vocera de la casa real danesa a una televisora del país escandinavo. "Eso es lo único que diremos".
Aunque otros no se guardaron sus palabras. "¿Se supone que esto es un chiste?", tuiteó la ex primera ministra Helle Thorning-Schmidt. "Es sumamente insultante para el pueblo de Groenlandia y el de Dinamarca".
No es una broma. Un día antes de cancelar la visita, el 20 de agosto, Trump dijo en Twitter que Dinamarca era “un país muy especial con gente increíble”, pero que tal vez no acudiría por la negativa del gobierno danés a “venderle” Groenlandia, isla semiautónoma que es parte del reino de Dinamarca.
La actual primera ministra, Mette Frederiksen, dijo que no tenía interés en siquiera discutir la posibilidad de una venta. “Groenlandia no es danesa. Groenlandia le pertenece a Groenlandia”, le dijo Frederiksen a un medio de Dinamarca. “Realmente espero que esto no se esté proponiendo de manera seria”.
Trump dijo el domingo que se había discutido la idea de hacer esa compra por los beneficios estratégicos de tener territorio allí y en parte por los recursos naturales de Groenlandia, como el uranio y el carbón. El presidente estadounidense también opinó que la isla era una carga para las finanzas públicas danesas.
“En esencia, será un acuerdo de bienes raíces”, dijo Trump al revelar su interés en comprar un territorio semiautónomo. “Se pueden hacer muchas cosas. Está afectando gravemente a Dinamarca, porque pierden casi 700 millones de dólares al año por eso, así que lo tienen con pérdidas”.
El gobierno groenlandés está a cargo de prácticamente todos los asuntos de la isla excepto las políticas compartidas de relaciones exteriores y de defensa del reino danés.
Los gobiernos locales no han podido desarrollar una economía sostenible y más del 50 por ciento del presupuesto de la isla son subsidios directos, así como los gastos de defensa y cumplimiento de gestiones desde Dinamarca. El monto total es de 740 millones de dólares anuales.
La idea de comprar Groenlandia, que fue postulada por primera vez a mediados de agosto, fue rechazada de manera contundente e inmediata por los líderes groenlandeses y daneses, que tuvieron que declarar inesperada y extrañamente: “Groenlandia no está a la venta”.
El miércoles 21 de agosto, al quedar claro que Trump no estaba bromeando, crecieron el recelo y la condena en el mundo político danés.
“Por favor, que se detenga”, escribió en Twitter Martin Lidegaard, el encargado de la Comisión de Política Exterior en el Parlamento de Dinamarca. Mencionó otros temas que serían de mayor interés bilateral: el futuro del Ártico, el cambio climático o la situación en Medio Oriente.
“Qué caos”, dijo, por su parte, el exministro de Finanzas Kristian Jensen. “Esto pasó de ser una gran oportunidad para fortalecer el diálogo entre aliados a una crisis diplomática”.
Antes de que Trump cancelara la visita, la primera ministra Frederiksen le dijo a un reportero de televisión en Nuuk, la capital groenlandesa: “Agradezcamos que ya terminó la era en la que se podían comprar y vender otros países y poblaciones. Dejémoslo así”.
Agregó: “Más allá de las bromas, claro que nos hubiera gustado tener una relación estratégica más cercana con Estados Unidos”.
Sin embargo, para el miércoles, Frederiksen reconoció que la cancelación había sido sorpresiva e “inusual” y que lamentaba la situación.
La primera ministra, no obstante, descartó la especulación sobre si se trata de un daño irreparable a las relaciones bilaterales.
“No creo que la relación esté en crisis”, dijo el miércoles. “Tenemos conexiones cercanas y Estados Unidos es uno de nuestros aliados más importantes. Nuestra cooperación solamente aumentará en su fuerza y su amplitud”.
Dijo que cualquier decisión futura sobre las contribuciones danesas a misiones militares en Siria o en el estrecho de Ormuz no se vería afectada. Frederiksen añadió que Trump es bienvenido a visitar Dinamarca en cualquier otro momento.
“El presidente y el pueblo estadounidenses siempre serán bienvenidos”, dijo la primera ministra.
Muchos daneses veían en la visita de Trump un reconocimiento a la relación especial que han construido con Washington a lo largo de décadas de buenas relaciones con intereses mutuos en el Ártico y con la respuesta a los llamados estadounidenses. Las tropas de Dinamarca han sido parte de misiones lideradas por Estados Unidos en Irak, Siria y Afganistán, donde murieron 43 soldados daneses.
La sugerencia de que Groenlandia debería ser vendida por Dinamarca fue completamente inaceptable para muchos de esos daneses. “Sin justificación, Trump supone que una parte (autónoma) de nuestro país está a la venta”, criticó Rasmus Jarlov, exministro de Negocios danés. “Para colmo de su insulto, cancela la visita para la que todos se estaban preparando. ¿Acaso hay territorios de EE. UU. a la venta? ¿Se vende Alaska? Por favor, que muestre más respeto”.
El antiguo profesor de derecho internacional y asesor legal del gobierno groenlandés Ole Spiermann dijo que, en el derecho internacional, “el Estado danés tiene soberanía comercial para vender Groenlandia si así lo quisiera”.
Pero el derecho internacional también le da a Groenlandia el derecho a la autodeterminación y la constitución danesa establece que “el estatus de Groenlandia no puede ser cambiado sin la aprobación del pueblo groenlandés”.
Spiermann dijo que si la oferta es real tiene que ser dirigida tanto a Dinamarca como a Groenlandia y que si los groenlandeses quisieran asociarse a Estados Unidos en contravención de la voluntad danesa, primero tendrían que independizarse del reino danés y después unirse a Estados Unidos.
Mientras que Trump, en una muestra de que aparentemente está disfrutando la indignación, tuiteó una fotografía de una torre dorada con su apellido en la cima en medio de un campo y escribió: “¡Prometo no hacer esto en Groenlandia!”.
Pernille Skipper, la presidenta parlamentaria del partido Alianza Rojo-Verde, escribió en Twitter sobre Trump: “Vive en otro planeta. Qué petulante e irrespetuoso”.
Por su parte, Søren Espersen, el portavoz para temas de política exterior del Partido Popular Danés, hizo notar que el tuit de Trump sugería que la visita fue pospuesta, mas no cancelada. “¿Por qué no mejor ya cancelar?”, dijo Espersen. “Aquí estamos muy ocupados con otras cuestiones”.