La Casa Blanca rechazó los reclamos para designar un fiscal especial para supervisar la investigación sobre la presunta injerencia rusa en la campaña presidencial estadounidense tras el despido del jefe del Federal Bureau of Investigations (FBI, la policía federal) por el presidente Donald Trump.
El mandatario, en tanto, defendió a capa y espada su decisión de despedir a James Comey al frente del FBI.
“No pensamos que eso sea necesario”, dijo Sarah Huckabee Sanders, portavoz de Trump, al ser consultada sobre los reclamos de designar un fiscal especial. “No hay evidencia de arreglos entre la campaña de Trump y Rusia” y recordó que hay investigaciones en curso tanto en el FBI como en el Senado.
La decisión de Trump de despedir a Comey provocó un terremoto político e hizo que inmediatamente se comparara el caso con el escándalo de Watergate, que condujo a la renuncia de Richard Nixon en 1974. Interrogado brevemente por la prensa en la Sala Oval ayer por la mañana, Trump dijo que Comey “no hacía un buen trabajo, es muy simple, no trabajaba bien”.
El presidente hizo estas declaraciones durante un inesperado encuentro con el ex secretario de Estado norteamericano Henry Alfred Kissinger, de 93 años.
El azar del calendario quiso que un día después de despedir a Comey, Trump recibiera en la Casa Blanca al jefe de la diplomacia rusa, Serguei Lavrov.
El senador demócrata Richard Blumenthal, quien había hablado en las cadenas de televisión sobre una “posible crisis constitucional” afirmó que las razones que dio el gobierno para echar a Comey eran “risibles”.
Durante la gestión de Comey, el FBI estaba investigando si existió una colusión entre el comité de campaña de Trump y Rusia para incidir en el resultado de las elecciones a favor del aspirante republicano.
El ahora ex director del FBI había molestado a ambos partidos: primero a los republicanos por cerrar la investigación contra la candidata demócrata Hillary Clinton, y luego a los propios demócratas al reabrir esa misma investigación días antes de la elección presidencial.
Los demócratas -y algunos republicanos- perciben en la decisión de deshacerse de Comey un intento de poner fin a la investigación del FBI sobre las relaciones del equipo de Trump con altos funcionarios rusos
“Esto es nixoniano”, afirmó el senador por Vermont Patrick Leahy, quien calificó de “absurda” la justificación oficial de Trump para despedir a Comey. “Esa explicación busca tapar una verdad indiscutible: el presidente despidió al director del FBI en medio de una de las más importantes investigaciones de seguridad nacional en la historia de nuestro país”, dijo Leahy.
Algunos centenares de manifestantes se congregaron frente a la Casa Blanca para reclamar el nombramiento de un fiscal especial para el caso al grito de “¡Vergüenza!, ¡Vergüenza!”.
Por su parte, Comney fue invitado a declarar el martes próximo a puertas cerradas ante la comisión de Inteligencia del Senado, que realiza su propia investigación sobre la presunta injerencia de Rusia.
Los directores del FBI son nombrados para períodos de diez años. Comey, de 56 años, quien es popular entre los agentes del organismo, había sido nombrado hacía cuatro.