En el duelo de las hinchadas más numerosas de Sevilla, Argentina se enfrentaba a Filipinas para recuperar confianza y juego. No era una situación fácil. Los equipos como Filipinas complican porque, sin presiones y con mucha velocidad, pueden darte un disgusto. Y el eso pasó de arranque. Porque el tercer rival de Argentina en este Mundial impuso su juego, pese a perder a Blatche rápidamente por 2 faltas.
Sin él, la rompieron: mucha movilidad del balón, varios pases, pick & pop contínuos y altísima efectividad de tres puntos o descargas cerca del cesto.
El Alma Argentina no era exactamente que defendía mal, pero no llegaba a tiempo en las rotaciones ante la velocidad con la que sus rivales cortaban y se pasaban el balón. Encima, las bombas entraban con facilidad, por lo que no extrañó el 12-2 del inicio. Y a la Selección le costó bastante recuperarse, con dos líderes: Campazzo y Herrmann. No estaba mal, pero el tema es que Facundo lo hacía al ritmo de los filipinos (y el suyo), que no era lo que era más conveniente, porque no se conseguía bajar el ritmo del partido. De todos modos, es fácil decirlo desde afuera y difícil, a veces, concretarlo adentro.
Porque si la trampa está bien tendida, como lo logró Filipinas, una vez adentro es complicado salir. Para eso, fue necesario que Prigioni tomara las riendas y, muy inteligentemente, bajara el ritmo con un par de ideas claras: pick con Scola. Si podía, descargaba para Luis adentro. Si no (como hizo dos veces seguidas), bandeja al aro.
Con eso cambió mucho el juego, porque al mismo tiempo que cambió la estructura de tirar triple (llegó a tener 15 y 12 dobles lanzados), abrió la cancha para tiros de tres mejor tomados. Argentina metió un buen sprint y, con una bomba de Mata sobre la bocina, se fue al descanso largo 43-38, una buena renta para lo que había sido el juego.
En el tercer cuarto, tras sacar una brecha de 7: 48-41, Filipinas metió otra ráfaga de juego endemoniado, Argentina tuvo un bajón y los asiáticos empataron en 48, ya con Blatche en cancha (defendido por Nocioni). Ahí empezó lo mejor del equipo de Lamas. Un buen ingreso de Laprovíttola, más la continuidad en el juego de un Mata intenso y atento y la efectividad de Scola, hizo que la Selección metiera un parcial de 20-5 y sacara 15, como para quebrarlo. Logró frenar el ritmo (por eso no volvían Campazzo y Herrmann), pero no aprovechó el momento para liquidarlo. Un par de bombas de Filipinas en el cierre del cuarto y otras dos de Alapag y De Ocampo en el inicio del cuarto período, volvieron a dejar el juego cerrado: 71-69.
De ahí hasta el final, con aciertos y errores, el duelo se descontroló. Los filipinos siguieron lastimando con los tiros externos, más alguna acción de Blatche, y Argentina se plegó. Tuvo tiros abiertos, que tomó, algunos entraron y otros no. Sin embargo, la cantidad de lanzamientos de tres fue excesiva, más allá de que el porcentaje fue bueno. Falló Mata desde el perímetro y en la contra Alapag no perdonó.
Triple con la marca encima para agregarle suspenso al duelo: 82-81. Argentina confundida tampoco resolvió en el ataque posterior, pero defendió bien y evitó que Filipinas pasara al frente. Y como costó meterla, en los dos ataques siguientes la pelota bailó en el aro, pero Prigioni primero y Nocioni después se encargaron de generar una opción, que el mismo Chapu se definió metiendo un de los dos libres y la posesión fue para Filipinas con 24’’ por jugar (83-81).
Los asiáticos durmieron la bola, Willim buscó un tiro cómodo, pero Mata le hizo perder el balón. Le hicieron falta a Chapu y éste aseguró la victoria desde la línea: 85-81. Fue triunfo, sufrido, pero que dejó al equipo en octavos, beneficiado también por el éxito 90-79, de Grecia sobre Puerto Rico.
Fuente: Basquetplus.com