Triple femicidio: misterios de un caso “cerrado”

Los estudios de ADN no dejan duda acerca de que Daniel Zalazar (30) fue el autor de los crímenes en la casa del barrio Trapiche el 23 de octubre. Qué pasó con su auto y por qué lo hizo son las incógnitas que persisten.

Triple femicidio: misterios de un caso “cerrado”

Si bien los investigadores sostienen que el triple femicidio del barrio Trapiche "está cerrado" por la gran cantidad de pruebas que ubican a Daniel "Sabon" Zalazar (30) en la escena del crimen, a casi 20 días del hecho un par de misterios no han podido ser develados aún.

El primero, y muy llamativo por el volumen de la prueba, es el siguiente: ¿donde está el auto que Zalazar utilizó para llegar a la casa del barrio Trapiche,  darle muerte a Claudia Arias, a su tía y a su abuela y luego volver hasta su casa en el Centro?

Algunos mensajes entre víctima y victimario indican que el hombre utilizó un auto para llegar a la casa de las mujeres, incluso Claudia le envió un mapa para que se ubicara, pues nunca había ido.

Luego, es imposible pensar que el hombre -todo ensangrentado-  pudiera irse a pie, en taxi o en colectivo hasta su casa  y de ahí al hospital Central, donde fue detenido.

"Fue en un auto pero no hay ningún vehículo registrado a su nombre y  su hermana no tiene auto. Con los elementos que tenemos, no es una prueba de interés pero en algún lado tiene que estar ese auto", explicó un investigador judicial.

Por ahora no hay ningún testimonio que aporte un dato sobre este vehículo, del cual no se conoce ni la marca ni el color.

¿Por qué lo hizo?

El segundo punto ciego del caso es el siguiente: ¿por qué Zalazar mató a la mujer que era la madre de su hija y luego a la tía y a la abuela? ¿Qué hizo desatar la brutal furia para luego tratar de asesinar a su pequeña hija y al hermano de ella?

Si bien está claro  que el hombre llegó a la casa del barrio Trapiche a la 1.45 del domingo 23 de octubre, mantuvo una larga conversación con Claudia que duró hasta las 6.30, mientras toda la familia dormía, el motivo que desencadenó tanta violencia no está claro.

Uno de los hijos de Claudia, que se escondió en el baúl de un auto para evitar ser atacado, ofreció una declaración precisa de la situación, pero no aportó datos sobre el detonante del ataque.

A falta de un elemento que aclare el asunto, se especula que Zalazar no aceptaba la paternidad, fruto de una relación pasajera, o bien que no aceptaba la idea de tener que mantener a la niña.

Lo cierto es que los mensajes rescatados de los teléfonos de Zalazar y de Claudia, en ningún momento muestran ningún tipo de enojo o diferencia entre ambos.

Por otra parte, la pericia psiquiátrica realizada por el Cuerpo Médico Forense, si bien determina que el hombre no es alienado mental y tiene el juicio crítico conservado (es imputable), no muestra rasgos de personalidad desbordados: inteligencia promedio, un poco hostil, narcisista, impulsivo, agresivo, desconfiado. "Cuando hablé con él me pareció un tipo normal, como vos y yo", explicó un investigador.

Batería de pruebas

En general, a los pesquisas no les interesa el móvil del crimen -dato de interés periodístico- sino las pruebas que puedan incriminar al sospechoso.

En este caso concreto las pruebas principales tienen un valor inobjetable: a) el relato de los hijos de Claudia (el que resultó herido y el que se escondió en el baúl); b) los mensajes y llamados de los teléfonos que marcan el periplo del hombre ; c) los cuchillos y la tijera usados en los tres crímenes;  d) la ropa secuestrada; y d) los ADN.

"Los estudios de ADN permiten ubicar a Zalazar en la escena del crimen", explicó una fuente judicial consultada.

En efecto, frente al complejo panorama que había adentro de la vivienda, los peritos tomaron muestras de sangre de la reja de la casa, de una heladera que estaba en el patio, de los dos cuchillos, de la ropa, del auto. En todos los casos se encontró el perfil genético del imputado: en todos esos lados estuvo Zalazar.

Además, se encontró material genético de Zalazar y el niño agredido en un cuchillo y en una zapatilla de Zalazar que dejó una huella ensangrentada. En la tijera (encontrada en un contenedor con otras pertenencias del sospechoso) había rastros de ADN de Claudia y de su tía.

En las uñas de la abuela de Claudia, restos de ADN de la tía, de uno de los niños y de Zalazar. En la otra zapatilla, rastros genéticos de la tía, de otro niño y de Zalazar.

La suma de todos los ADN permite ubicar a Zalazar en la escena del crimen y además establecer que los objetos encontrados cerca de su casa, en un contenedor, son de él y fueron usados en el crimen.

La defensa pide nuevos ADN

El fiscal de Homicidios, Santiago Garay, imputó a Daniel  Zalazar por triple femicidio agravado criminis causa por los asesinatos de Lorena Arias, de Marta Ortiz -tía de la joven- y de Silda Vicenta Díaz, abuela.

Y tres tentativas de homicidio por los ataques contra los hijos de la mujer, entre ellos la bebé que tenían en común.

Su defensor -un abogado oficial- ha pedido que se haga una nueva pericia psiquiátrica y también nuevos exámenes de ADN.

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