Como se sabe, la vitivinicultura primaria o la de pequeños y medianos productores atraviesa una de sus peores crisis.
A mi entender, esto ha dependido de innumerables factores que son bien conocidos y no vale detallar, pero lo que sí vale la pena es proponer medidas contundentes para que lleguen las soluciones.
Dejar de lado los intereses personales y buscar medidas de bajo costo para el Estado, que las hay. Saber que vivimos nuevos tiempos en los que se necesitan nuevas reglas, y que si hasta la Iglesia se esta flexibilizando también lo podemos hacer nosotros. Digo esto por lo que voy a exponer a continuación, que a muchos llevará a rasgarse las vestiduras, pero solo estarán preservando viejas ideas o sus bolsillos.
Voy a enunciar tres medidas que se pueden poner en práctica, algunas de manera inmediata y otras dependerán de un debate más extenso. Según mi criterio, las voy a enumerar en grado de importancia como afecten de manera inmediata al mercado de traslado de vino y que sea de fácil aplicación (sin tanta burocracia).
PRIMERO: días atrás el presidente del INV, el Ctador. Guillermo García, tuvo una buena idea para dar una solución posible a la problemática del precio del vino a granel y a un costo para el Estado insignificante en comparación con otras posibles alternativas. Se trata del denominado bloqueo selectivo de vinos.
Para cuya aplicación solo hay que pulir un poco más la idea, fijar las reglas e implementarlo, porque es verdad que hay mucho vino que no está en condiciones ni analíticas, ni organolépticas, ni comerciales, apto o disponible para el mercado de traslado. Sólo engrosan los stocks de manera mentirosa.
Digo analíticamente apto porque no solo el alcohol es un parámetro a tener en cuenta a la hora de ver la disponibilidad de vino, lo son también la acidez volátil (esta es tan importante como el alcohol), los sulfatos, los cloruros, los anhídridos, etc. Y acá no hay que tener miedo ya que si se bloquea un vino por no estar en condiciones es posible que la bodega, realizando los cortes necesarios, pueda dejarlo en condiciones de aptitud y comprobada la misma se podría desbloquear. Pero en primera instancia ese vino está bloqueado porque no es un vino apto para consumo, y engrosa un stock de manera errónea.
Digo organolépticamente apto porque también hay vinos que sufren contaminaciones o enfermedades que los afectan organolépticamente, al punto de ser intomables, y estas no son cuantificables analíticamente pero sí organolépticamente. Acá se tendría que aplicar la misma modalidad del párrafo anterior.
Por último hablo de los vinos que no están comercialmente disponibles y hasta diría autobloqueados, ya que son vinos que fueron puestos en calidad de garantía prendaría y que solo pudiesen estar disponibles a la venta si solo se levantase la misma, o hubiera una conformidad de la entidad prendaría.
SEGUNDO: es el tema del mosto en todos sus sentidos y lo encerrado que está su uso. Sería deseable poder tener más variables en sus aplicaciones, para mejorar su rentabilidad y versatilidad ante diferentes situaciones. Por ejemplo, poder usarlo o destinarlo a fermentar cuando sea conveniente. Años malos en grado alcohólico, por ejemplo, o que el vino tenga un valor más rentable que el mosto sulfitado, o en años como estos, de mucha producción, se puede concentrar y en condiciones de mercado más favorables rehidratarlo y volver a fermentar, etc. Estas prácticas son permitidas en otros lugares del mundo sin ningún tipo de consecuencia y van fluctuando según convenga dependiendo de los mercados.
TERCERO: y por último, la regulación en la implantación de viñedos con un criterio consensuado. Esto es necesario debido a la triste realidad (ya que es una tendencia) de que los consumos per cápita, tanto a nivel nacional cuanto internacional, nos indican que no habrá un aumento, y que con la superficie hoy implantada a las claras queda que estamos sobrados.
Lo expuesto con anterioridad significa un costo cero en comparación con lo que se quiere adoptar. Dichas medidas no tendrán un efecto directo en el mercado de traslado, que significan 135 millones de pesos al Estado, que irán a parar directamente a los mismos que hoy están pagando miseria el precio del vino, porque las grandes empresas son las únicas que están hoy en condiciones de exportar.
Como se podrá percibir, son tres medidas que pueden cambiar la realidad de la industria vitivinícola actual. Es necesario que se implementen soluciones para que al más débil y desprotegido de nuestra industria, del cual la misma se sostiene, le lleguen medidas concretas, ya que muchos ya han perdido sus fincas, otros vamos por ese camino y otros pronto entrarán en este proceso penoso.