Una reina sobre el agua, un hombre con apellido de pirueta y la sonrisa del dolor. El cuarto día de finales de los Panamericanos bien podría resumirse en en estos tres atletas y sus circunstancias.
Su reino se extiende en las aguas que surca con sus tablas. Regina Jaquess, la estadounidense de 35 años, se afincó en su trono Panamericano en los Juegos de Lima-2019 con el título en el overall femenino de esquí acuático.
Con las de slalom y salto que había ganado el lunes, fue su tercera conquista de oro y la séptima dorada en su carrera. La experimentada esquiadora de 35 años contribuyó a que Estados Unidos siga siendo el imperio deportivo en América.
Detrás de la lancha, Regina anotó más de una decena de récords mundiales con dibujos de zig-zags y desfiles de trucos en distintos espejos de agua, algo que no muchas doctoras en Farmacia pueden ostentar.
Este diploma de la Universidad de Louisiana, obtenido en 2009, y un posgrado en compuestos farmacéuticos, comparten vitrina con 21 medallas en campeonatos mundiales de esquí acuático. Regina empezó a levantar cortinas de agua a sus espaldas en Santa Rosa Beach, en Florida, donde creció y forjó por igual su habilidad en el esquí y el español.
En esa costa desarrolló también su pasión profesional, dando origen a una firma farmacéutica especializada en terapia de reemplazo hormonal y de tiroides, manejo del dolor y dermatología, entre otros tratamientos.
Un mortal atrás con tres giros y medio se denomina "González", en el código de saltos de la Federación Internacional de Gimnasia (FIG). El reconocimiento fue concedido el año pasado al gimnasta chileno Tomás González, que este martes le dio a Chile la primera medalla dorada en los Juegos Panamericanos de Lima-2019.
"Hoy fue uno de esos días que jamás olvidaré! Momentos como éste hacen que valga la pena tantas horas, días y años de trabajo... Siempre me he sentido orgulloso de representar a mi país y hoy lo siento más que nunca!", escribió tras la proeza en redes sociales el santiagueño de 33 años.
Hijo de exgimnastas, el tercero de cuatro hermanos se inició en la gimnasia a poco de comenzar el jardín de infantes. Y a los ocho años ya se formaba bajo la instrucción del técnico ruso Evgeny Belov, que había llegado a Chile para formar a un gimnasta de elite.
A Lima llegó con el envión de una victoria en su especialidad de suelo en el World Challenge disputado en Eslovenia. Pero cargaba las dudas de una afección en la espalda que lo paralizó por algunas semanas.
En las diagonales de la alfombra del Polideportivo de Villa el Salvador, en el sur de la capital peruana, González lució mortales, rondeaus y otras habilidades que resultaron en un puntaje ganador.
El gimnasta que hace historia para Chile, cuarto lugar en saltos y suelo en Londres-2012, celebró cerca de los suyos, que alentaron con banderas desde las tribunas.
Antes de subir al primer escalón, González dio la vuelta al podio para estrechar de frente las manos de sus competidores de Estados Unidos y Colombia. El gimnasta excluido de Toronto-2015 por una lesión en el pie.
El vieres 26 Crismery Santana sonreía. Iba al frente de su delegación batiendo la bandera de República Dominicana. El martes 30, en el Coliseo Mariscal Cáceres, Crismery apretó violentamente el gesto. El dolor le alumbró la cara.
La levantadora de pesas, de 24 años, iba camino a la consagración en estos Juegos Panamericanos, cuando el codo del brazo izquierdo se desencajó en plena competencia bajo el peso de los discos. Santana, con serenidad pasmosa, explicó: "Sentí que mi codo, mi brazo, se partió. Pero solamente salió y entró".
En su tercer intento de envión, la dominicana quiso sostenerse con 143 kilos encima. Había logrado una marca continental de 117 kilos en arranque, y fue por más, pero al final se quedó con la plata y regaló otra sonrisa.
Nacida en San Pedro de Marcoris, República Dominicana, Santana es un cabo de la policía, que llegó a la halterofilia por curiosidad a los 14 años. Comenzó a figurar a partir de 2011. En su palmarés, brillan tres oros en el campeonato panamericano de 2018.
La dominicana deja una de las imágenes dramáticas de estos juegos. Y una suerte de estoicismo caribeño como lección. "Me siento feliz, contenta, debió de ser mejor pero hay que darle las gracias a Dios por todos". En el perfil de su cuenta de Instagram también se lee: "Nunca dejes de sonreír ..."