Cuando la Amazonia se prendía fuego en agosto pasado, Jair Bolsonaro, presidente de Brasil, acusaba a los ambientalistas de generar los incendios. Varios líderes mundiales y artistas criticaron la actitud del presidente brasileño. La Amazonia es un gran reservorio de carbono. Al quemarse, se transforma en dióxido de carbono, principal gas responsable de ese calentamiento global.
La naturaleza parece ser vengativa. Ahora el fuego golpea a Australia, cuyo primer ministro, Scott Morrison, es otro negacionista del cambio climático.
En 2007 el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de la ONU (Ipcc) ya advertía que en los próximos años iba a ocurrir un aumento de intensidad y de frecuencia de incendios forestales y de olas de calor en Australia.
El calentamiento global provoca tres efectos que se combinan para generar más incendios, cada vez más intensos: aumento de la temperatura, olas de calor extremo y sequía.
Sequía. Para la temporada 2015/2016 de incendios en Australia se encontró que el cambio climático había duplicado el riesgo de sequía. Noviembre de 2019 fue el mes más seco registrado en 120 años.
Calor. El año pasado fue el más caluroso para este país: 25,3 grados promedio, en comparación con una media histórica de 21,8 grados. El 19 de diciembre, la temperatura en el sur de Australia fue de 49,9 grados y la media nacional, de 41,9, un récord del día más caliente en la historia registrada de este país.
Leña. El país es un gran productor de madera de eucalipto a partir de grandes monocultivos de este árbol que crece muy rápido, pero que también se prende fuego fácilmente.
Nerilie Abram, investigadora de la Universidad de Australia, cuenta que los veranos australianos eran largos días de ocio en playas, piletas, con asados en el patio y críquet. “Los veranos recientes se han convertido en una época de miedo: escuelas y oficinas cerrados debido a los incendios. Nos refugiamos en el aire acondicionado para evitar olas de calor. Bienvenido a nuestro nuevo clima”, dice en un artículo para Scientific American.
Argentina no será ajena a este nuevo clima, porque la crisis climática es global, como también la posibilidad de frenarlo con urgencia.