El aislamiento y los cambios en las actividades cotidianas han afectado el sueño. Definitivamente el coronavirus llegó para cambiarlo todo. Son muchos los que expresan que su descanso se ha visto afectado, en general por insomnio, pero también hay quienes duermen de más por no tener horarios que cumplir.
Podría decirse que el desorden es el principal factor que incide en esto.
Emilia sabe de qué se trata: duerme poco y nada y para colmo debe levantarse temprano para trabajar desde su casa. “Como me levanto a las 6.30 me acuesto a las 22.30; antes demoraba unos 30 minutos en dormirme pero ahora no lo logro hasta la 1 o 2 de la mañana aunque lo intento, al otro día cuando suena el despertador ya estoy despierta antes, tipo 5 tengo un despertar, después 5.30 otro y ya después me levanto”, relató. Y aclaró que pese a que no va al gimnasio ha procurado seguir su rutina de ejercicios aunque reconoce que no es lo mismo.
Causas
Quedarse en casa ha implicado no tener horarios claros para las actividades y en general se va a la cama más tarde. Por otra parte el gasto de energía por mantenerse encerrado es mucho menor al que se hacía en un día habitual y más aún para quienes estaban habituados a hacer actividad física regular.
También influye el estado de ánimo y las emociones. Hay inquietud, ansiedad, preocupación por un escenario incierto ante la posible enfermedad, la situación laboral y económica.
La falta de exposición directa a la luz solar y el cambio en los horarios afectan el sistema circadiano, que regula los tiempos de actividad y sueño del organismo.
"Se han alterado los ritmos laborales y con eso toda la fisiología, no sólo el sueño, hay gente que me consulta ahora por trastornos digestivos que antes no tenía", explicó el médico Carlos Trad Fager, presidente de la Sociedad Argentina de Evaluadores de Salud. Señaló que cuando se altera el ritmo cotidiano también se modifican otros aspectos como el funcionamiento hormonal y el peso.
De todas formas aclaró que lo que sucede ahora es una profundización de algo que ya ocurría: "la cronobiología, está alterada, la sociedad se la llevo puesta".
La sobreexposición a las pantallas hasta altas horas de la noche es un gran enemigo para el sueño. Pero además la abundancia de información, sobre todo negativa puede generar preocupaciones y un pensamiento rumiante.
Más consultas
La presidenta de la Asociación Psicoanalítica Argentina, Claudia Borensztejn reconoció al diario Clarín que con el aislamiento aumentaron las consultas por esta causa. La actividad de su línea de WhatsApp lo refleja: "Antes del coronavirus llegaban a ese números 3 ó 4 consulta semanales. Ahora tenemos más de 150 llamados por semana", comentó.
Nilda Bautista, psicóloga social y laboral se expresó en el mismo sentido en diálogo con Los Andes: "Estoy trabajando igual que con el consultorio".
"Hemos roto nuestra rutina, le gente se acuesta tarde, hasta la madrugada y se levantan tarde también, por eso es aconsejable que tratemos de mantener nuestra rutina en horarios por el bien de nuestro cerebro, porque después nos va a costar adaptarnos al regreso", aconsejó.
"La gente tiene angustia, hay algunos pocos que sufren también ataque de pánico, pero en un 95% sufren problemas para dormir. Y no pueden dormir porque están angustiados, tienen miedo. No solo por la enfermedad sino por no saber qué pasará con sus trabajos. Hay mucha gente que está sola y se siente a la deriva", destacó Borensztejn.
Y en ese marco agregó: “En general el insomnio es síntoma de una situación de angustia personal”, pero que en tiempos de coronavirus “la angustia excede a lo personal, es una angustia real y general”.