El jueves, unas horas antes de que comenzaran a sonar las cacerolas acicateadas en buena medida por la reforma al Poder Judicial impulsada por el Gobierno, Cristina Kirchner conversó telefónicamente con Ricardo Lorenzetti.
De pronto, el presidente de la Corte Suprema, al que muchos kirchneristas consideran un dirigente de la oposición, le abría una ventana inesperada a la Casa Rosada para darle un barniz de legitimidad y mayor consenso al paquete legislativo.
Lorenzetti no hizo referencia en esa charla a la elección popular de los consejeros de la Magistratura, la limitación de las cautelares contra el Estado ni la creación de nuevas Cámaras de Casación, las iniciativas más criticadas por abogados y magistrados, al punto que la Junta de Titulares de Cámaras de Apelaciones Nacionales y Federales había emitido una contundente advertencia sobre su legalidad.
Le habló, en cambio, de un nuevo reclamo por carta de los camaristas referido a las atribuciones financieras y administrativas que la Corte perdería en manos del Consejo de la Magistratura de aprobarse las iniciativas del Ejecutivo.
“La Corte saltó porque le tocaban el queso, la caja, los viáticos. Es mucha plata y amenazaban con un cese en la administración de Justicia”, tradujo ante este diario un alto funcionario del Gobierno.
Cristina le pidió a Lorenzetti que le enviara el reclamo al presidente de la Cámara de Diputados. La Presidenta y Julián Domínguez hablaron durante el fin de semana, se reunieron el lunes por la mañana en la Quinta de Olivos y terminaron de resolver todo por la tarde en el despacho de Carlos Zannini en la Casa Rosada, junto a Julián Alvarez, Agustín Rossi, Diana Conti y Jorge Landau.
Hubo coincidencia en que los cambios solicitados, si bien importantes para la Corte, resultaban secundarios para los objetivos principales del Gobierno. El núcleo duro permanecía intacto y, aun mejor, con los retoques sugeridos por los magistrados el paquete ganaba en legitimidad.
En el mismo despacho de Zannini se redactaron las modificaciones. En simultáneo, Domínguez tramitó guiños favorables a la reforma de Susana Trimarco (la madre de Marita Verón) y Adolfo Pérez Esquivel.
Aunque ahora los proyectos deberán volver a pasar por el Senado, ayer había alegría en la Casa Rosada y mayor confianza en conseguir los votos necesarios en Diputados. ¿Cuál fue la prenda de cambio con Lorenzetti? Algunas voces del oficialismo hablaban ayer de una rápida decisión sobre la constitucionalidad de la Ley de Medios.
Otros, se referían al aval judicial a este mismo paquete de reformas. En Balcarce 50 se reían de una paradoja: “Si hay algo que era de indiscutible constitucionalidad era el pasaje de la administración del Poder Judicial al Consejo, que está en al artículo 114° de la Constitución. Y justo eso tuvimos que modificarlo por pedido de la Corte”.