Impagable, el Valle de Traslasierra, desplegadaoa los pies del balcón natural del Parador de Ramallo. aquí comienza el viaje. Águilas moras planean sobre una quebrada, en una danza cadenciosa musicalizada por el trino intermitente de los zorzales. Francisco González Taboas -director de Comunicación de Aves Argentinas- ajusta sus prismáticos y detecta la veloz carrera de una ratona aperdizada, típico habitante de estos pastizales.
Los microscópicos puntos móviles que se distinguen a lo lejos corresponden a los aventureros de a pie, a caballo y en bicicleta que desviaron hacia la derecha en el mojón del Monumento al Cura Brochero -montado de poncho y sombrero a su mula Malacara-, para completar el Camino del Peregrino desde Villa Benegas hasta Villa Cura Brochero.
En Mina Clavero
Más adelante, donde la sucesión de tramos en desnivel parecía haber quedado atrás, la ruta se precipita en una bajada pronunciada hasta Mina Clavero, la "Capital nacional del rally". Lejos de cualquier amago de disfrutar a las apuradas la jornada de sol pleno, la gente prefiere trasladar su tranquilidad pueblerina a la playa de arena San Sebastián y las ollas naturales regadas por cascadas de los alrededores.
También los turistas son atraídos por esos remansos de agua fresca atravesados por el río Mina Clavero, aunque suelen hacerlo después de haber seguido al pie de la letra el itinerario ideal sugerido por cualquier poblador local: una fábrica de alfajores, una parrilla especializada en chivito y los museos de Piedra, de Municiones, de Cactus y Comechingón.
Los más inquietos observan la casa de la familia Recalde frente a la plaza San Martín como un recinto sagrado e infranqueable que los motiva a calentar motores en la avenida Jorge Recalde antes de transitar el camino antiguo de las Altas Cumbres, en busca de emociones fuertes en el tramo más famoso de rally del país. Pero esos polvorientos 26 kilómetros se superponen con el Camino de los Artesanos, cuyas tiendas de tejedores y talleres de cerámica negra desalientan toda pretensión de superar los 80 kilómetros por hora de velocidad. Tarde o temprano entienden que más vale desensillar y no perderse esta exhibición de creatividad y sensibilidad por el arte.
Por la Cuesta de Brochero hacia el norte de Mina Clavero, la ruta 15 sube y sube hasta las plantaciones de soja, maíz y hortalizas extendidas en la Pampa de Pocho.
El plano verde de las parcelas cultivadas contrasta notoriamente con las siluetas triangulares de Yerba Buena, Poca y Bola, los Cerros Azules erguidos a un costado del solitario cono del volcán Buena Vista. Las moles de la serranía minimizan el sencillo caserío de Taninga, de pasado esplendoroso y presente lleno de esperanza por el desarrollo turístico y la implementación del Parque Nacional Traslasierra.
En tiempos coloniales, el pueblo fue un punto clave para el intercambio comercial de la región y el lugar donde se fundían los bloques de oro, plata y plomo, que en el siglo XVI se extraían en las veinte bocas de una mina jesuitica en el departamento Pocho. La rutina quieta y silenciosa de Taninga se replica casi al detalle en Salsacate, aunque aquí el paseo por la plaza San Martín y la capilla Nuestra Señora de la Asunción cuenta con el inestimable aporte de la melodía del río y el griterío de una decena de chicos, dedicados a arrancar hasta la última mora de un árbol, en el Parque Infantil Domingo Zamora.
Entre aromáticas e infusiones
A 20 kilómetros de Taninga por la ruta 28, un desvío de 6 kilómetros de ripio hacia la derecha conduce hasta la tranquera de la Reserva Natural El Cóndor. Zaida Feiling, la directora, no necesita explayarse demasiado para revelar su especialidad. Por donde uno aborde las 225 hectáreas de su establecimiento familiar florecen plantas aromáticas e infusiones.
Los senderos se rozan con manojos de carqueja, cola de caballo, peperina, quínoa silvestre, chañar, jarilla, pasionaria, ambay y hasta hongos que crecen en el bosque después de las lluvias.
Alrededor pastan vacas y terneros acechados por pumas y, más arriba, desde las grietas de un paredón vertical de la serranía, se desprenden las piruetas de más de treinta cóndores adultos y los vuelos iniciáticos de sus pichones.
"A través de la producción agroecológica quiero revalorizar el bosque nativo, mientras sueño con la creación de una región de producciones naturales sustentables que incluya todos los saberes de la gente local", proyecta Feiling, cada vez más convencida de lo que se propuso hace tres décadas, cuando -hastiada del frenético ritmo urbano de Buenos Aires- decidió echar raíces en Traslasierra. "Lo que hago no es un negocio sino una vocación", revela con un susurro a modo de despedida.
El camino de los túneles
Al día siguiente, el amanecer en el camino de los túneles vuelve a transitar un segmento de excesiva humedad y gruesos nubarrones. Esta vez, una tenue lluvia se derrama por las flores amarillas de la retama, los pétalos rojos que distinguen al hoco molle en flor y la cresta verde de las palmeras caranday, empapa los troncos sedientos de los chañares -con la corteza descubierta por los estragos de más de una sequía- y baja en finas canaletas por los troncos bien verdes de las breas.
Ya en el mirador de la Quebrada de la Mermela, hay que hacer silencio, lo solicita la guía, la cercana presencia de un cóndor juvenil y una enorme tarántula que se desliza entre las piedras, las causas. Del otro lado de la cornisa, una falla geológica marca un desnivel de 600 metros y aparece en todo su esplendor de colores y perfumes una amplia postal de los llanos riojanos.
A paso por demás lento (unos 20 km por hora de promedio), el vehículo se cuela en la atmósfera sombría de los túneles, cinco tramos cortos recubiertos por el techo abovedado de la sierra. Entre tantas curvas encadenadas, la ruta se hace un ovillo antes de descender a los llanos y enderezar el rumbo con una recta recubierta de arenilla. En los 30 kilómetros que restan hasta el desvío en dirección al futuro Parque Nacional
Traslasierra, la estela de polvo que dejan los autos se derrama sobre algarrobos, chañares, breas florecidas, cactus y estilizados ejemplares de quebracho blanco, la pieza mayor de la ecorregión Chaco Árido.
La Reserva Natural Chancaní reúne toda esa diversidad de especies, un agradable resguardo de naturaleza autóctona, que ni siquiera se diluye en el sector que ocupan las humildes casitas de El Cadillo. Un conejo apurado, un potrillo, tres maras, carpinteros, zorros y lagartijas se revelan como los únicos habitantes del paraje.
La actividad ganadera marca el ritmo en el casco principal y los doce puestos de Pinas, la estancia que adquirió Lisandro de la Torre en 1908 y administró hasta su muerte, en 1939. Este valioso santuario de palmeras, talas, algarrobos blancos, benteveos, pecaríes, pumas, corzuelas y guanacos se transformará en el segundo Parque Nacional de la provincia de Córdoba, a unos 200 km del Parque Nacional Quebrada del Condorito.
El perfume dulzón despedido por las flores amarillas del tintitaco flote en el aire cerca de las ruinas de una capilla jesuitica, la escuela rural Lisandro de la Torre y el monolito que recuerda al político y periodista santafesino. A la tarde soleada le quedan los últimos destellos y el cielo de la noche ya se vislumbra estrellado.
El sol se instala con timidez sobre los cerros y una suave brisa barre los pueblos turísticos enlazados por las rutas 14 y 15. A la altura del km 19 del camino de las Altas Cumbres, Mario Frisina encabeza la esforzada subida a pie por una huella que trepa el cerro Pelado hasta posarse en la ladera del cerro de las Cabras, base de la Reserva Kuntur Huaca.
Sapitos de panza roja y renacuajos remueven los estanques naturales a un ritmo casi imperceptible, decididamente contrastante con el frenético bailoteo de un grupo de caranchos, jotes y águilas moras, que parecen ensayar un ritual pagano antes de precipitarse sobre un costillar de cordero.
Es sólo una parte del espectáculo que se repite diariamente, anunciado por Frisina en el tercer filo de la serranía, a 1.800 metros sobre el nivel del mar. La ilusión de los visitantes por encontrarse cara a cara con el ave voladora más grande del mundo reposa en cuatro condoreras ocultas en la amplia panorámica de pueblos y valles abierta en primerísimo plano.
La intuición de Frisina descubre una burbuja de aire caliente que asciende desde el suelo y acierta con la sabiduría del baqueano más experimentado.
Enseguida, desde algún lugar imposible de precisar, dos cóndores salen a planear en dirección al norte. Flexionan las alas dibujando la masa de aire y se arquean para acomodar mejor su trayectoria en medio de la turbulencia térmica. Los turistas, enfrascados en una carrera imposible para captar esas criaturas móviles que se empequeñecen en el horizonte.
Tarifas
Los alojamientos en hotel parten desde $ 1.200 para 2 y $ 1.600 para 4.
Cabañas desde $ 1.100 y $ 1.400 para 4, según comodidades y poblado.
Dormis desde $ 900 para 4.
Alfajores en el parador Lo de Ramallo (ruta 34 km 69, Altas Cumbres), $ 100 la caja de tres docenas; aceite de oliva (2 litros), $ 75; sandwich de salame, $ 60; de bondiola, $ 70; de jamón cocido, $ 60 (0351- 15313342).
Hamburguesa con papas fritas en Mina Clavero, $ 100.
Suprema con guarnición en Mina Clavero, $ 155.
Alfajores Virgen Negra, en Mina Clavero, $ 220 la docena; licor, $ 120 la botella.
Chivito a la leña en La Parrilla de Nahuel, en Mina Clavero, $ 240; para dos personas, $ 440; trucha al grillé con puré de zapallo, $ 220; empanada criolla, $ 20; locro, $ 145; cazuela de humita, $ 160; canelones con salsa mixta, $ 130; postre (flan casero, budín de pan, higos en almíbar, ensalada de frutas o arroz con leche), $ 70.
Hierbas e infusiones en la Reserva Natural Cerro del Cóndor, $ 23 la bolsita
Pan casero en la ruta 28, camino a Los Túneles, $ 30.
Tenedor libre de chivito, empanada, ensalada, papas fritas y pan en el restaurante Las Águilas, en Las Palmas, $ 250; milanesa, suprema o pollo a la parrilla con guarnición, $ 180; empanada de carne, $ 18.
Alfajores en el camino de Mina Clavero a la Reserva Kuntur Huaca (ruta 34 km 4), $ 110 la caja de tres docenas.
Brownie de algarroba con naranja en Café del Monte, en Villa Cura Brochero, $ 50; alfajor de maizena sin harina de trigo, $ 8; alfajor de algarroba, $ 20; mate cocido con peperina, tostadas y dulce casero, $ 60; café de algarroba tostada con alfajor de algarroba, $ 45; infusión de hierbas con tarta o brownie de algarroba, $ 70; limonada con jengibre y mascabo, $ 50; jugo de naranja, $ 50; bandeja de mate con hierbas a elección, $ 35.
Más información
www.parquesnacionales.gob.ar; www.cordobaturismo.gov.ar; www.traslasierra.com