Además de los primeros pasos del gobierno de Fernández, centrado básicamente en lo económico, enero dejó una serie de movimientos de la oposición tendientes a un lógico reacomodamiento de piezas. El liderazgo es la meta de quienes se sienten en condiciones de competir por ese sitial. Pero no será fácil encontrar, al menos por ahora, los apoyos necesarios como para que quienes se crean firmes postulantes encuentren un camino medianamente libre hacia el objetivo final.
En ese conglomerado que es Juntos por el Cambio, ahora como principal sector de la oposición nacional, aparece un referente mendocino que tendrá aún más protagonismo en todo el proceso que viene. Se trata, obviamente, de Alfredo Cornejo.
El ahora diputado aprovechó muy bien la relativa quietud del primer mes del año para desarrollar una actividad mediática importante, fijando posiciones distintivas con respecto a la política nacional. La “conquista” de Buenos Aires es una de las prioridades para los políticos de provincias que se proyectan.
Como titular de la UCR, Cornejo lidera un grupo muy importante de dirigentes que consideran que el partido radical ya no es “furgón de cola” del macrismo, como lo fue -dicen- durante gran parte de la gestión de cuatro años de Cambiemos. En verdad a lo que aluden es a la falta de consulta sobre decisiones trascendentes, porque reconocen los radicales que cuando se es gobierno quien ejerce la conducción del Ejecutivo es el que tiene la potestad de la toma de decisiones.
En cambio, cuando se pasa a la oposición, la coalición traslada el poder de decisión a la cabeza política de cada partido miembro. Y en la discusión se suman los gobernadores afines y los líderes legislativos. Es lo que comenzó a gestarse en la reunión de la denominada mesa nacional de Juntos por el Cambio, que se realizó en la semana en un despacho del Congreso, para intentar poner freno al declaracionismo y tirar todos juntos para el mismo lugar.
Por eso ante la reaparición de Macri, que a raiz de su designación al frente de la Fundación FIFA mandó a dejar trascender que no abandonaría de ningún modo la política y que aspira a ser el referente indudable de Juntos por el Cambio, muchos radicales, entre ellos Cornejo, salieron al cruce indicando que el ex presidente de lo que debía hacerse cargo era de los resultados de su gobierno.
Entienden en el radicalismo que en adelante el ex presidente ya no va a tener el liderazgo que le daba ser jefe del Ejecutivo. Voceros del grupo de legisladores mendocinos de la UCR indicaron que Macri puede seguir participando como miembro de la nueva conducción horizontal que se pretende imponer. Y el cordobés Mario Negri, líder del interbloque de Juntos por el Cambio, sugirió en una entrevista reciente que el mayor aporte que podría hacer el ex presidente es esforzarse por mantener unido al espacio ahora opositor. Una sutil sugerencia, si se tiene en cuenta que para asegurar ese objetivo Macri debería sumarse a la horizontalidad de conducción que reclaman desde los partidos socios del Pro.
La sesión de Diputados para tratar el nuevo Consenso Fiscal generó alguna confusión con relación a esos posicionamientos opositores que se acercan. Como el ex Cambiemos se dividió en varias partes a la hora de votar, más de uno especuló con una posible derivación de la pulseada por la conducción de esa coalición a partir de este año. Pero no fue así. Los votos divididos respondieron más a prioridades de algunas provincias sobre otras y a ciertos cuidados en la relación Nación-provincias que siempre se contempla cuando se discute este tipo de propuestas, aunque en alguna medida se colmaron del clima internista que comienza a sentirse.
En el caso de Mendoza, obviamente los tres diputados del justicialismo acompañaron la iniciativa del gobierno nacional sin reparos. A ellos se sumó Ramón, crítico de la gestión de Macri en este asunto y cercano al oficialismo desde la renovación parlamentaria previa a la asunción de Fernández. Omar De Marchi, del Pro, directamente votó en contra pese a que muchos en su bloque lo hicieron a favor por expreso pedido del jefe de Gobierno porteño. Rodríguez Larreta no sólo no quiere tener problemas con el gobierno de Fernández sino que, además, teje silenciosamente su estrategia ante la posibilidad de llegar a ser un referente válido a la hora de la discusión de candidaturas presidenciales pensando en 2023.
De Marchi pudo esquivar el compromiso que muchos en su bancada macrista tuvieron que sellar de palabra con el jefe porteño por entender que no es posible habilitar a los gobiernos de las provincias a aumentar los impuestos en el actual contexto y, especialmente, porque con el apoyo al pacto promovido por el Ejecutivo se dejó de lado, según el ex intendente de Luján, una de las mejores medidas fiscales tomadas por el anterior gobierno. “No había excusas” para no sostenerlo, sostuvo..
El ruego de Larreta se hizo extensivo a los legisladores bonaerenses del Pro. Tuvo éxito y por eso se aseguró buena parte de los votos que respaldaron la iniciativa del oficialismo. Esos diputados justificaron su postura amparándose en los efectos del doble de inflación a la prevista cuando se selló el acuerdo de 2017 y la caída del PBI en lugar de crecer, como esperaban en el gobierno de Macri, entre otras consideraciones.
En cambio, los cinco radicales mendocinos no votaron ni a favor ni en contra del nuevo Consenso Fiscal. Tras muchas consultas y dudas, se abstuvieron y de esa manera no asumieron compromiso ni con el gobierno nacional ni con los votos dispersos en contra que también se dieron en Juntos por el Cambio.
En el grupo, claramente alineado con Cornejo, admitieron que fue difícil llegar a un acuerdo en la oposición en virtud de las expectativas y necesidades de cada provincia.
A la decisión final de no votar en contra del nuevo pacto y decidirse por la abstención se arribó luego de marchas y contramarchas. El objetivo fue no poner palos en la rueda al gobierno de Rodolfo Suárez en sus negociaciones con la Nación. El voto a favor, como sí hicieron los radicales que responden al gobernador jujeño Morales, hubiese constituido para Cornejo un apoyo excesivo al gobierno kirchnerista y expresarse por la negativa, un obstáculo en la relación que pretende el Gobernador con la Casa Rosada. La abstención, en cambio, fue considerada como una opción no comprometedora.
El timón de la nueva oposición nacional atrae a más de uno. Pero por ahora nadie se atreve a vaticinar cuál será el definitivo timonel.