El alcance de la primera huelga general para reclamar cambios en la política económica y social del gobierno que preside Mauricio Macri, terminó por legitimar la representatividad del triunvirato que conduce la CGT y abrió un impasse en la relación con la administración de Cambiemos.
Pero del desenlace de ese compás de espera dependerá el futuro de la relación, marcada fuertemente en las últimas jornadas por la impronta polarizadora que pretende la estrategia del Gobierno hasta las elecciones legislativas clave de octubre próximo.
Nada indica que el Gobierno esté dispuesto a moverse del lugar que decidió que ocupara el propio Macri cuando en la cara de los sindicalistas Gerardo Martínez (Uocra) y José Luis Lingeri (Aysa) a los que había invitado al acto en el Salón Blanco de la Casa Rosada le enrostró "comportamientos mafioso" al sindicalismo peronista.
Casi como respuesta al paro, al día siguiente el propio Presidente puso blanco sobre negro la relación que tendrá en más con la CGT dentro de una estrategia tendiente a la polarización, ya no sólo con el kirchnerismo sino con el peronismo todo: "Las diferencias las vamos a dirimir en las elecciones de octubre", dijo.
Los próximos días y según sean los pasos que dé el Gobierno, serán claves para la configuración de la respuesta que pueda tener la CGT. Seguramente reunirá este jueves a su Consejo Directivo, aunque por el momento no está en la agenda hacer lo mismo con el Comité Central Confederal (el “parlamento” de la central peronista), el máximo organismo facultado para aprobar nuevas medidas de fuerza.
Salvada su representatividad a la que jaquearon los reclamos y los incidentes menores en la concentración del 7 de marzo, el triunvirato que integran Juan Carlos Schmid, Héctor Daer y Carlos Acuña espera una señal de diálogo de parte del Gobierno.
Pero desde la Rosada se desecha cualquier reunión institucional (como sería un encuentro Macri-triunviros) y se insiste en que el diálogo será sector por sector con aquellos puestos en dificultades por la política económica, en pro de acuerdos que incluyen cláusulas de flexibilización. Es la línea seguida con los petroleros de Guillermo Pereyra, los mecánicos del Smata de Ricardo Pignanelli, los albañiles de Martínez y los del calzado de Agustín Amicone.
La posición a favor de sostener un compás de espera que algunos estiran por un mes, prima hoy dentro de la conducción de la CGT, y es compartida por tres de sus cuatro sectores. Participan de esa postura los sindicatos de “los gordos”, como Lingeri y Martínez, dependientes de la obra y el saneamiento públicos que el Gobierno asegura repuntarán este año.
También “los independientes”, como Andrés Rodríguez de los estatatales de Upcn, que en los próximos días cerraría su paritaria con un aumento similar al que alcanzaron los empleados de comercio de Armando Cavalieri: un 20% de aumento en dos cuotas y con cláusula gatillo de ajuste si la inflación supera la previsión oficial (entre 12 y 17%). Y, finalmente, la estratégica Confederación de Trabajadores del Transporte (Catt) que lidera Schmid y cuya participación fue clave para garantizar el paro. Allí el papel de “duro” lo juega el adjunto de Camioneros, Pablo Moyano.
Sin embargo, las ausencias en la conferencia de prensa de los jefes de los colectiveros de UTA, Roberto Fernández y de los maquinistas de trenes de La Fraternidad, Omar Maturano, fueron una mensaje de “diálogo” hacia la Rosada, en vísperas también de firmar paritarias.
Un cuarto sector interno, definible como “no dialoguista” por entender que el gobierno de Macri “seguirá plantado en su posición”, es el que encabeza el metalúrgico Francisco Gutiérrez, que lanzó hace poco el denominado Movimiento de Trabajadores Peronistas.
Numéricamente menor, considera, sin embargo, que la disputa con el Gobierno irá en aumento y que en sus próximas decisiones la CGT tendrá que tenerlos en cuenta, como también a la Corriente Federal que lidera el bancario Sergio Palazzo. Y del mismo modo a sindicatos que están fuera de la central, como los del Masa que encabeza el petrolero Sergio Sasia y algunos de los alineados con el macrista Gerónimo Venegas, como los trabajadores de espectáculos y los del vidrio, que adhirieron al paro.
También pesará en la dinámica mediata de las decisiones cegetistas la proximidad de las fechas electorales. “Cualquiera sea su alineamiento sindical -dijo un observador- todos buscarán posicionarse en las listas de candidatos en el sector del peronismo que sea”.
Smata dice que no hay despidos
El jefe del Sindicato de Mecánicos y Afines de la Industria Automotor (SMATA), Ricardo Pignanelli, aseguró que en ese sector “despidos no hay” sino que existen “suspensiones” de empleados en algunas automotrices.
Salario sostén
En ese marco, argumentó que ese fue el reclamo del gremio en el marco del paro de la CGT y aclaró que esos trabajadores suspendidos cuentan con un “salario sostén” que oscila entre 15 mil y 25 mil pesos.
“Despidos no hay, lo que hay son suspensiones, señaló Pignanelli, quien sostuvo que “el capitalismo tiene un deber de responder a que no haya conflictividad. En Volkswagen tenemos 600. Lo mismo con General Motors”, señaló.