El partido ante Francia, por los octavos de final del Mundial de handball, significó el adiós de la selección argentina del torneo disputado en Catar, pero el balance de la actuación albiceleste dejó buenas señales de cara a los próximos objetivos del ciclo: el entrenador Eduardo Dady Gallardo le apunta a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016 como la próxima meta.
Para ello, los Gladiadores deberán lograr la clasificación en los Panamericanos de Toronto de este año (Brasil ya tiene su lugar). Por ahora, la Argentina registra sólo una participación en la historia de los Juegos. Fue en 2012, en Londres.
“El Mundial es importante, pero nosotros pensamos en Río, respetando el ciclo olímpico”, habían lanzado desde el cuerpo técnico en la antesala del certamen ecuménico.
Primero, como una realidad del ciclo. Después, como una manera de sacarle presión a un equipo que debía enfrentarse a cuatro selecciones europeas de elite en el grupo D (Dinamarca, Polonia, Alemania, Rusia), que llevaba el cartel de “grupo de la muerte”.
Con el 12° puesto en Qatar, que iguala la mejor ubicación histórica (Suecia 2011), la Argentina se volvió a meter en la pelea y logró plantarse de igual a igual ante las potencias.
Algo que ilusiona para lo que viene y pone el listón más alto para una camada que reescribió la historia del handball nacional.