Aún con algunos cortocircuitos fuertes entre los gremios docentes y las autoridades, por un conflicto que se extendió por cuatro semanas, 3,2 millones de alumnos de las escuelas públicas bonaerenses podrán finalmente ir hoy a la escuela. Se trata ni más ni menos que de un tercio de los estudiantes de todo el país. Sus historias reflejan esa espera interminable y la ansiedad dilatada por demás: arrancan el ciclo lectivo 17 días hábiles después de lo previsto, luego del paro que trastocó la vida de millones de familias.
A fines de febrero Emilia Harispe (11) preparó con mucha expectativa la transición de la educación primaria al secundario. Pero la ansiedad de volver a la escuela "sin guardapolvo", con una mochila diferente, colorida y "no tan infantil" se prolongó, porque recién hoy podrá disfrutar de esos preparativos, cuando a las 13 en punto tenga su primer día de clases en la escuela N° 127 (el ex Normal 1) frente a la Catedral platense.
"Entendemos que los reclamos son muy justos. Los docentes deberían ganar más y como trabajadora comparto la lucha por mejorar sus sueldos. Pero la espera de una solución se hizo muy extensa", dijo María Hournou (43), mamá de Emilia. Para esta adolescente comenzar las clases tiene un significado extra: volver a vincularse con amigos y no recibir "burlas" de su hermano Francisco de 14 años, que el 18 de marzo comenzó a cursar sin problemas el tercer año en el Liceo "Victor Mercante", una escuela que depende de la Universidad Nacional de La Plata. Durante el conflicto, Emilia repartió el tiempo entre sus actividades extraescolares, como danza e inglés, y algunas visitas al trabajo de su mamá.
Según Hournou, el mayor impacto para muchos alumnos fue en el no inicio de la escolaridad y no tanto la pérdida de varios días de clases: "A veces no se contempla que por inconvenientes edilicios, huelgas de auxiliares o jornadas de capacitación también se pierden jornadas escolares. No creo que esta vez sea diferente a otros años y los contenidos se pueden recuperar totalmente".
Patricia Yñíguez (40) es de Grand Bourg, trabaja como empleada doméstica y trabaja de lunes a viernes hasta ocho horas por día. Sus hijos Brian (17), Ezequiel (12) van a la Escuela Media N° 2, y su hija Kiara (9) a la N° 37 de Malvinas Argentinas. Uno de los problemas que perjudicó a Patricia en este tiempo perdido fue tener que pagar un maestro particular para su hija. "A Kiara le cuesta bastante la escuela. La mando a clases de apoyo para reforzar su estudio y no se atrase. Es difícil ya que es un gasto extra de lo habitual", contó la madre. Y agregó: "Creo que los chicos no tienen la culpa de la situación que atraviesan los docentes. Estoy de acuerdo con el reclamo que hicieron, pero deberían haber buscado una alternativa para no dejar de dar clases".
Héctor López vive junto a su familia en el barrio Villa Argentina, de Quilmes. El y su mujer trabajan y sus hijos, Abril (15) y Enzo (8), estudian en una escuela pública de la zona. Pero este ciclo lectivo, claro, arrancó distinto. "Los chicos estuvieron perdidos, hicimos lo que pudimos para mantenerlos informados y atentos a las cosas del colegio. Fueron demasiados días sin clases", explicó López.
"Yo no sé si esto viene de la política; porque a los que tienen poder les conviene que seamos un pueblo analfabeto -remarcó el papá con tono entre resignado y crítico-, o es porque los maestros no tienen ganas de trabajar. Defiendo el derecho a reclamar, pero no se puede perjudicar de esta manera a los chicos". Enzo empieza hoy 3° grado, mientras que Abril, cursará 3° año. "Mamá nos hizo leer, repasamos algunos temas, como restas, divisiones. También hicimos cosas por Internet. Nuestros papás se preocupaban si empezábamos de cero recién ahora, porque íbamos a estar atrasados", dijeron los chicos.
En la secundaria esta semana muchos alumnos definirán si pasan de curso o repiten de año, por los exámenes que deben rendir de las materias que les quedaron pendientes de 2013. Es el caso de Lautaro Ortiz (17), uno de los tantos estudiantes que con tres materias pendientes está "muy nervioso". Estuvo casi todo febrero preparando los programas de estudio de Matemática, Historia y Química de cuarto año, que desaprobó en la escuela secundaria N° 33 (ex Normal 2) de diagonal 78 entre 4 y 5.
Para poder comenzar en quinto tiene que aprobar al menos una de las tres asignaturas. Y si reprueba todas, también tendrá otra alternativa para evitar repetir con el sistema de la "Tercera oportunidad". Pero en el caso hipotético de llegar hasta esa situación, deberá comenzar las clases en el curso que dejó en 2013 y sin sus compañeros.
En casa de Lautaro el conflicto entre el Gobierno y los maestros fue un tema recurrente en las últimas semanas. "Estoy de acuerdo con los reclamos. Mi mamá es docente y sabemos del esfuerzo que hace para administrar su sueldo. Pero entiendo que tendrían que haberlo resuelto antes para evitar estos problemas", le dijo el joven. Recién a partir de esta mañana y cuando se reprogramen las mesas de exámenes, Ortiz podrá superar la inquietud de saber, como otros miles de chicos, cómo sigue su escolaridad.