Aurora Rodrigues, privada de sueño durante 16 días seguidos y golpeada hasta perder el conocimiento, pasó 36 años sin atreverse a romper el silencio sobre su sufrimiento personal, y se niega a perdonar los crímenes de la dictadura que oprimió a Portugal entre 1926 y 1974.
Este país celebra el viernes el 40º aniversario de la Revolución de los Claveles, pero “todo sigue presente” para esta ex prisionera política, que todavía no logra poner la cabeza bajo el agua debido a la tortura del “submarino” a la que fue sometida en 1973.
“No hay sosiego posible hasta que los verdugos rindan cuentas”, declaró esta mujer pequeñita de 62 años, sentada en una terraza de la Ciudad Vieja de Évora (sudeste).
Rodrigues, atormentada por una pesadilla recurrente, terminó por ver a un psiquiatra. Éste la alentó a escribir un libro relatando su calvario y a visitar la prisión donde fue torturada a los 21 años, por haber participado en una manifestación de estudiantes opuestos al régimen. Antes de esta terapia, comenzada en 2009, “yo jamás había manifestado los sentimientos y el miedo que sentí bajo la tortura”, dijo esta magistrada de la fiscalía de Évora.
“El ambiente que existía después de la revolución disuadió a los presos políticos de hacer uso de la palabra”, dijo con amargura la ex militante antifascista del movimiento maoísta, que no dudó en denunciar un “blanqueo” de las atrocidades cometidas por la policía política, la PIDE.
“En cuanto se dio vuelta la página de la dictadura, hubo una voluntad de borrar sus aspectos más negativos, como la tortura y la guerra colonial”, contra la cual se sublevaron los golpistas del 25 de abril de 1974, confirmó su psiquiatra, Alfonso de Albuquerque.
Este especialista considera que entre 10% y 20% de unas 30.000 personas que fueron encarceladas por el régimen sufrieron trastornos debidos al estrés postraumático. Por otra parte, la PIDE es responsable de la muerte de unos 50 disidentes, sin contar a los que perecieron en las antiguas colonias africanas, según datos suministrados por la historiadora Irene Pimentel.
“El país tuvo primero un período de denuncias contra la dictadura, seguido por un proceso destinado a calmar los ánimos, en nombre de la democracia”, explicó. “Contrariamente a Grecia, por ejemplo, en Portugal las víctimas no presentaron demandas”, precisó esta historiadora.
Según sus investigaciones, 2.755 policías o informadores de la PIDE fueron juzgados por los tribunales militares, pero 68% de ellos fueron condenados a penas inferiores a seis meses y solamente 2% a penas superiores a dos años.
Fernando Vicente atestiguó ante la Justicia contra su torturador, quien fue liberado “por pruebas insuficientes”.
Este hombre de 72 años, que resistió sin dormir durante 33 días con sólo dos interrupciones de 24 horas y de aspecto imponente, ostenta el siniestro récord de la tortura más prolongada de privación del sueño, una técnica en la cual se había especializado la policía portuguesa.
Antonio de Oliveira Salazar, fallecido 4 años antes de la Revolución del 25 de abril de 1974, fue el dictador al mando de aquella terrible etapa. En Santa Comba, su ciudad natal, los habitantes lo recuerdan como un político “honrado” y dejan de lado las torturas.