Tras 10 años, el histórico reloj de Casa König volvió a dar la hora

Calculan que fue instalado allí hace casi un siglo por la familia propietaria de la antigua relojería. Un experto mendocino logró ahora recuperarlo tras una paciente labor.

Tras 10 años, el histórico reloj de Casa König volvió  a dar la hora
Tras 10 años, el histórico reloj de Casa König volvió a dar la hora

Casi un siglo atrás, no era habitual usar reloj pulsera y a lo sumo algunos caballeros utilizaban uno de bolsillo. Por eso los grandes relojes públicos marcaban la puntualidad de la ciudad.

En cambio, hoy el fenómeno es al revés y pocos transeúntes prestan atención a los escasos aparatos que hay en la vía pública para saber en qué hora se vive, debido a la variedad de tecnología disponible, celulares incluidos.

Sin embargo, un ícono de la Ciudad de Mendoza, el antiguo reloj de la desaparecida Casa König (en San Martín 1212, a metros de Espejo), volvió a funcionar tras una década inactivo.

El arreglo del aparato estuvo a cargo del experto Daniel ‘Cacho’ Gutiérrez (55), secundado en la tarea por su hermano Javier (44) y un colaborador, Jorge Pavón. En otra época también hizo sus aportes otro hermano, Francisco (‘Paco’), lamentablemente asesinado en 2004 durante un asalto al negocio familiar, cuando éste se ubicaba en calle San Juan. Hoy tendría 47 años.

La joya mecánica fue instalada en la primitiva relojería König, y luego reinstalada en la sede definitiva, vereda oeste, en diagonal con el edificio del Ministerio de Turismo.

“Lo tienen que haber instalado en el edificio a comienzos de los años ‘20”, contó Alicia Elena König, nieta del fundador de la firma, Oscar, e hija de Adolfo y Otto, a quienes en definitiva se debió la iniciativa de colocar el valioso reloj, de origen alemán, en el dintel del fronte de la construcción. “La máquina del instrumento estaba abajo, a ras del suelo, y con impulsos eléctricos movía las agujas”, relató la mujer.

Con puntualidad 
Muchas veces a lo largo del tiempo el emblemático reloj se descompuso, quedó fuera de uso y hubo que intervenirlo. Fue lo que ocurrió también hace más de una década. Fueron años en que la gente se preguntó por qué no funcionaba.

Para volver las cosas a la normalidad, se convocó a los hermanos Gutiérrez. “Empezamos con el proyecto de arreglo en 2005 y nos costó mucho; inclusive hace 3 años hicimos una prueba, y no duró mucho”, señaló Daniel.

El operativo final de restauración les llevó unos 120 días, en los que trabajaron en parte en el local comercial, mientras que otros componentes fueron llevados al negocio de los Gutiérrez en calle Buenos Aires, donde se cambió parte del mecanismo y se hizo un reloj patrón, que es el que comanda al temporizador que el público observa desde la vereda.

“La electrónica de la máquina está respondiendo perfectamente, por lo que consideramos que hemos dado en la tecla”, añadió el especialista.

En este momento (como desde hace varios años), el reloj es administrado por la casa de indumentaria masculina Macowens, que se instaló en el bello inmueble de la desaparecida relojería y joyería.

El gerente del comercio, Horacio Dandrea, comentó que durante el tiempo en que el aparato no funcionó, muchas personas -especialmente señoras mayores- ingresaban al local para preguntar cuándo volvería a funcionar. “Ciertamente nos regañaban porque manifestaban apreciar mucho a esa reliquia, que calificaban de testimonio de nuestro pasado”.

Algunos transeúntes consultados se mostraron complacidos por el hecho de que la valiosa pieza se mantenga en su posición y andando. Carolina Sobremonte, especialista en marketing, sostuvo: “Estoy encantada, es algo emblemático y me pone contenta que siga funcionando y no lo hayamos perdido”.

Por su parte, la ex docente Marta Piulats reveló que en ocasiones, en medio de las compras por el centro, lo consulta cuando su reloj pulsera no anda o no lo lleva en su muñeca.

Los pocos relojes de la Ciudad

La Ciudad de Mendoza se caracteriza por muchos hitos de valor urbanístico y arquitectónico, pero no hay en su jurisdicción tantos relojes públicos como ocurre en otras ciudades, como ejemplo Buenos Aires y Córdoba.

El especialista Daniel Gutiérrez está arreglando ahora el que está ubicado en lo alto del edificio del ex Banco de Mendoza, hoy sede del Espacio Contemporáneo de Arte (ECA), en Gutiérrez y 9 de Julio. “Es un reloj acrílico al que le estamos incorporando una máquina a cuarzo”, explicó.

El colegio Martín Zapata, de la UNCuyo, cuenta con una joya mecánica a carillón, con su caja de madera en muy buen estado, pero sin ofrecer el tic tac que recuerda el paso del tiempo.

A Gutiérrez, como a otros de sus colegas y al público en general, les gustaría que hubieran más piezas de este tipo en los lugares públicos de Mendoza. En su opinión, una pieza que sería necesario recobrar es el centenario reloj de carillón de la escuela Patricias Mendocinas, actualmente en abandono.

Más suerte tuvo el reloj de pie de carillón del cuarto piso de la Casa de Gobierno, al que se le realizó una reparación completa en su estructura básica y mecanismo.

Otro histórico que brinda aún la hora a los peatones es el de la joyería Vendemmia, vereda oeste de la avenida San Martín, en el centro.

Tal vez por el hecho de que no haya una fuerte tradición en materia de grandes relojes en nuestra provincia, es que no se pudo formar una escuela de la especialidad, como sí la hay en el colegio industrial Otto Krause, de Buenos Aires, y en Córdoba, donde funcionan establecimientos que enseñan los secretos de la joyería y la relojería.

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