La transición política en Venezuela

Dos notas sobre el proceso político venezolano desde la mirada de The New York Times, en las que se especula sobre cómo continuarán las relaciones entre el movimiento bolivariano y el imperio hoy conducido por Obama. El país que dejó Hugo Chávez y la here

La transición política en Venezuela
La transición política en Venezuela

Hugo Chávez, su herencia

Desde que su hogar fue arrastrado por los devastadores derrubios que mataron a miles de personas a lo largo de la costa venezolana en 1999, durante el primer año del presidente Hugo Chávez en el cargo, Graciela Pineda ha estado esperando que él cumpla su promesa de reconstruir: "Han pasado 13 años, esperando y esperando, y no hemos recibido nada", dice Pineda, de 50 años de edad, quien vive como ocupante ilegal con ocho de sus familiares, hacinada en un departamento abandonado en un basural de escombros y lotes vacantes en lo que alguna vez fue un buen vecindario llamado Los Corales.

Al otro lado de la calle, un edificio se inclina, rajado y arrugado, amenazando con desplomarse sobre el camino. Sin embargo, Pineda seguía siendo leal a Chávez, habiendo votado por él en octubre, cuando él ganó otro mandato de seis años: "Ha sacado adelante a Venezuela", dijo a finales del año pasado, cuando Chávez estaba hospitalizado en Cuba, recibiendo tratamiento contra el cáncer. "Está del lado de los más necesitados. Todos lo apoyamos".

Pese a un espinoso registro económico y series de promesas rotas o cumplidas a medias durante sus 14 años en el cargo, el legado fundamental de Chávez, quien murió este martes, no está hecho de concreto y acero, carreteras y casas, sino de algo menos tangible: él cambió la manera en que los venezolanos piensan de sí mismos y de su país.

"Él ha hecho que gente que antes no sentía que formaba parte de la democracia ahora sienta que forma parte del sistema", afirma Joy Olson, directora de la Oficina de Washington sobre América Latina, grupo de activismo. "Eso no ha ocurrido en muchos países. Si se ve a Estados Unidos, los pobres no sienten que formen parte integral del sistema, y él hizo eso".

Es una dinámica visible en las esquinas de las calles en la capital, Caracas, y otras partes del país, donde comerciantes venden copias de la Constitución y panfletos con el texto de leyes históricas aprobadas por el gobierno de Chávez. El verano pasado, una ley laboral aprobada en fecha reciente fue una de las preferidas: un cantinero en Caracas estaba sentado detrás de la barra preparando una copia durante un momento de ocio; en el tren subterráneo, jornaleros y oficinistas podían ser vistos leyéndolo en camino a casa, volviendo del trabajo.

Por supuesto, el gobierno ha dejado su huella también en formas materiales. El gobierno ha suministrado decenas de miles de hogares en medio de una escasez nacional de vivienda, y como contrapunto al abandono en Los Corales, por ejemplo, un pequeño hospital bien administrado en un barrio cercano, de nombre Macuto, se ha convertido en un símbolo de renacimiento tras la inundación de 1999. Un hospital de maternidad antes de los derrubios, con más de 200 bebés nacidos ahí cada mes y médicos practicando cientos de operaciones vitales, incluyendo cirugía de ojo y cáncer de mama. La totalidad de sus servicios carece de costo.

Pero en el hospital, uno de apenas tres en un Estado de 352.000 habitantes, es también un ejemplo de las contradicciones de la revolución de Chávez: hizo falta más de una década después de la tragedia para ponerlo a funcionar plenamente una vez más: "Fue muy lento", informa la Dra. Luz Stella Antolínez, la directora del hospital, quien inauguró las instalaciones en octubre de 2010. "Lo que faltaba era la voluntad para lograr que se hicieran las cosas".

De cualquier forma, Antolínez cree que Chávez era una figura histórica con la estatura de Simón Bolívar, el héroe independentista de Suramérica, o incluso Juana de Arco: "Él modificó nuestra conciencia" -destaca Antolínez-, "Venezuela no volverá a ser lo que era. A todos estos millones de personas, el presidente les habló durante 14 años; ahora saben que valen algo".
En términos ideológicos, Chávez fue algo similar a un camaleón, asumiendo y deshaciéndose de políticas y programas como le conviniera.

Hablaba del derecho del pueblo a la autodeterminación pero se alió con tiranos en Libia, Siria e Irán.

Chávez explotó y profundizó el cisma entre las masas de los pobres de Venezuela y las clases media y alta, presidiendo sobre un país amargamente dividido. Intimidó e insultó despiadadamente a quienes no estuvieron de acuerdo con él, llamándolos fascistas, buenos para nada, traidores, oligarcas, reaccionarios y marionetas de Estados Unidos.

Además, advirtió incesantemente de enemigos, dentro y fuera del país, de quienes dijo que estaban posicionados para arrebatarles a los pobres los beneficios que habían recibido bajo su gobierno.

Las condiciones para los pobres ciertamente han mejorado a lo largo de los últimos 15 años, en tanto las filas de los pobres se han reducido. Los programas gubernamentales les han dado a los pobres acceso a alimento de bajo costo y cuidado de salud sin costo, al tiempo que han derribado barreras hacia la educación superior, aunque muchos de esos programas están plagados de ineficiencias y largas esperas para recibir servicios.

Venezuela tiene las mayores reservas de petróleo crudo del mundo, en tanto la economía sube y cae con la industria petrolera. Cuando Chávez asumió la presidencia por primera vez, el petróleo se vendía por menos de 10 dólares el barril. Este año se ha vendido en aproximadamente 100 dólares.

Esas riquezas del petróleo han impulsado a su movimiento, pero sus detractores dicen que sus políticas, incluida la expropiación de empresas de la iniciativa privada y controles de precios, han obstaculizado a la economía, conducido a carestía de productos básicos y creado un sistema que no puede sostenerse. La producción de petróleo se ha estancado, al tiempo que la empresa paraestatal del petróleo no logra efectuar las enormes inversiones que hacen falta para incrementarla. En agosto, una explosión en una refinería mató a una docena de personas e hizo que surgieran interrogantes sobre mantenimiento y seguridad.

La inversión en otras áreas cruciales de la economía, incluida la red de electricidad, ha sido deficiente y en buena parte del país con regularidad hay interrupciones del suministro de electricidad. Caminos y puentes están en malas condiciones, son comunes los embotellamientos en puertos y, pese al aumento sostenido en los precios del petróleo, el país tiene la tasa acumulativa más baja de crecimiento económico entre las siete economías más grandes de Suramérica desde 1999, según datos de Naciones Unidas.

Chávez nombró a su movimiento en honor a su héroe, Bolívar, y juró crear lo que llamó el socialismo del siglo XXI. Sin embargo, puede resultar difícil la definición de qué es eso exactamente: "No hay mucha coherencia ideológica en el chavismo", opina Michael Shifter, presidente del Diálogo Interamericano, grupo de análisis estratégico en Washington. "Es un humor, una sensibilidad un rechazo real al orden político tradicional, una inquietud por mayor justicia social, mayor participación de quienes son excluidos".

En el ínterin, la ciudad costera de La Guaira (desde la que estamos escribiendo esta nota), sigue luchando con su largo camino a la recuperación desde los aludes de 1999. Dos grandes hoteles con vista al mar que suministraron en otra época cientos de empleos y atrajeron millones de dólares del turismo nunca han reabierto. El plan de rescate más reciente, enfocado a rehabilitarlos a tiempo para los Juegos Suramericanos de Playa, programados para tener lugar aquí en diciembre, fue abandonado en fecha reciente, según informes de prensa locales. Para muchos, sus habitaciones vacantes de manera permanente son incluso otro símbolo de promesas rotas.

Pero para otros, son una improbable señal del poder que Chávez les dio a los pobres y su rechazo a un orden internacional dominado por los ricos.
Benjamín José Astudillo, de 50 años de edad, cuya familia administra un pequeño restaurante en la playa, cerca de un pequeño tramo de arena que estuvo reservado en otra época para huéspedes del Sheraton, dijo que Chávez quería que la playa fuera para los venezolanos, no para "los gringos". Agregó: "Los gringos ya no van a venir aquí".

Nicolás Maduro, el heredero

En las semanas previas a la muerte de su mentor, las imitaciones del vicepresidente Nicolás Maduro del presidente Hugo Chávez se volvieron cada vez más evidentes.

Ha asumido muchos de los patrones vocales y ritmos de Chávez para hablar, amén de que ha repetido con impaciencia el lema "Yo soy Chávez" ante muchedumbres de partidarios. Ha imitado los temas favoritos del presidente: minimizando a la oposición política y advirtiendo de misteriosas conjuras para desestabilizar al país, incluso dando a entender que Estados Unidos estaba detrás del cáncer de Chávez.

Además, ha adoptado la ropa presidencial, caminando junto a su ataúd en una enorme procesión este miércoles, vistiendo un rompevientos con los colores nacionales amarillo, azul y rojo, como Chávez hacía con frecuencia.

Pero ahora que Chávez ya no está, el gran interrogante que está saliendo a colación es si Maduro, su sucesor elegido, seguirá reflejando al presidente y su poco convencional estilo de gobernar, o si dará un giro en su propia dirección.

"No puede meramente pararse ahí y decir 'Soy el Mini Yo de Chávez y ahora ustedes tienen que seguirme'", cree Maxwell A. Cameron, de la Universidad de Columbia Británica en Vancouver.

La incertidumbre sobre qué tipo de líder termine siendo Maduro se extiende a Washington, donde legisladores estadounidenses han estado tanteando a Maduro durante varios meses, incluso años, para determinar si él pudiera suministrar una apertura para vínculos más cercanos entre ambas naciones.

Oficiales estadounidenses dicen que Chávez, pese a sus denuncias muy públicas de Washington, trabajaba tras bambalinas para mantener fuertes las relaciones de comercio entre ambos países, particularmente en el sector petrolero. Recordaron cómo Chávez tomó el teléfono una vez y marcó a un diplomático estadounidense para hablar de estrategia, extraña acción para un líder que más de una vez prohibió la entrada de embajadores estadounidenses a Caracas y denunciaba con regularidad a Washington y sus líderes, a veces usando epítetos de granja.

"Estados Unidos necesita arreglar esto", dijo Chávez durante el telefonema, que se relacionaba con la expulsión del presidente de Honduras en 2009. "Ustedes son los únicos que pueden".
Debajo de la bravata, dijeron diplomáticos y analistas estadounidenses, Chávez podía ser pragmático, aunque a veces de tipo bombástico, y esperan que Maduro termine siendo incluso más: "Conozco bien a Nicolás Maduro", informa William D. Delahunt, ex miembro del Congreso por Massachusetts. "Sé que es pragmático".

Estados Unidos se acercó a Maduro en noviembre para sondear el interés en mejorar la relación. Él respondió positivamente, y ambas naciones sostuvieron tres reuniones informales en Washington, teniendo lugar la última después de que fuera claro que la condición de Chávez era severa, dijeron oficiales estadounidenses.

No obstante, la mayoría de los diplomáticos y analistas políticos coincide en que el comienzo del panorama posterior a Chávez se ve sombrío; Maduro acusó a Estados Unidos de tramar en contra del país y expulsó a dos agregados militares de dicho país. Sin embargo, algunos observadores vieron los movimientos como un intento abiertamente calculado -un analista lo llamó "poco elegante"- de Maduro por unificar a un país traumatizado que se preparaba para la muerte de Chávez, apelar a los partidarios del presidente y propalar sus propias oportunidades de ganar unas elecciones para reemplazarlo.

"Maduro tiene que tener cuidado a cada paso que dé y con cada palabra que diga sobre Estados Unidos", dice un oficial estadounidense de alto rango que está observando de cerca los sucesos. "El gran interrogante es ¿cómo va a manejar él esa presión? Estamos por averiguarlo".

Una señal pasada de la voluntad de Maduro para escuchar a detractores -que no era uno de los puntos fuertes de Chávez- fue su asistencia a reuniones con miembros de la oposición venezolana que eran celebradas en Estados Unidos después del golpe de Estado de 2002, que removió brevemente a Chávez. Las sesiones fueron organizadas por Delahunt y tuvieron lugar en Hyannis Port, Massachusetts, impulsando a sus participantes a llamarse "El Grupo de Boston".

Pero más recientemente, Maduro se ha mostrado como integrante de la línea dura, criticando con dureza a sus enemigos políticos y reprendiendo a Henrique Capriles Radonski, gobernador estatal al que probablemente enfrente en la elección, por su reciente viaje a Nueva York.

En las calles, la gran mayoría de los partidarios de Chávez dicen que votarán por Maduro, a menudo por la simple razón de que Chávez les dijo que lo hicieran antes de sucumbir al cáncer. En la procesión del miércoles, algunos cantaron mientras el ataúd pasaba, "¡Chávez, te lo juro, votaré por Maduro!". Sin embargo, hay algunas personas leales a Chávez que dicen que están inconformes con Maduro; a veces por razones que iluminan las desventajas inherentes en su imitación política.

Este miércoles en la ciudad oriental de Cumana, algunos ardientes partidarios de Chávez dijeron que consideraban demasiado discordantes los constantes ataques de Maduro en contra de la oposición política; asombrosa afirmación, dado que Maduro usa casi un lenguaje idéntico a las frases popularizadas por Chávez, repitiendo los mismos insultos y ninguneos, llamando "buenos para nada" a sus oponentes y acusándolos de venderle el país a Estados Unidos. Pero, viniendo de Maduro, las mismas palabras al parecer tienen un impacto diferente.

"No me gusta Maduro porque siento que él hace cosas que incitan al odio, lo cual no es un sentimiento revolucionario", opina Luis Marcano, de 67 años de edad, cocinero desempleado en Cuman.

Maduro, cuyo padre estuvo involucrado en políticas de izquierda, se volvió activista político en su juventud, uniéndose a un grupo llamado la Liga Socialista, viajando a Cuba en un punto dado para recibir capacitación política. De vuelta en Caracas, tomó un empleo como chofer de autobús y después cambió a actividades sindicales.

Con el tiempo, se involucró con Chávez, quien condujo un fallido golpe de Estado en 1992. Maduro peleó por la liberación de Chávez de prisión y después trabajó en su primera campaña presidencial en 1998. Se volvió legislador y luego presidente de la Asamblea Nacional. Más tarde, sirvió seis años como canciller de Chávez antes de ser nombrado vicepresidente en la reelección siguiente del presidente, en octubre.

Durante esa larga carrera al lado de Chávez, Maduro se ganó la reputación de ágil sobreviviente del círculo interno, en el que la lealtad absoluta era uno de los prerrequisitos. Era visto por muchos como un borrego que mantenía su posición pegándose a su jefe y teniendo cuidado de no opacarlo o contradecirlo:

"Nicolás Maduro es un soldado que tiene que obedecer órdenes, justamente como cualquier otro", asegura Rommel Salazar, de 40 años de edad, profesor y músico en Cumana. "Votaré por él porque debo obedecer las instrucciones de Chávez". Sin embargo, agregó una advertencia, diciendo que si Maduro no se adhiere a la línea fijada por Chávez, sus seguidores lo llamarían a rendir cuentas. "Él solo se habrá clavado a la cruz", concluye Salazar. (Artículo realizado con la colaboración de Ginger Thompson).

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