Por Luis Pablo Conalbi Peña y Lillo
Cuando hablamos de trama son muchas las imágenes que asaltan nuestra mente, riqueza de formas, variedades de texturas, secretos, desarrollo, historias particulares y colectivas, como los hilos mismos que enlazados con la urdimbre tejen una pieza. Quizás sea parte de nuestra mente reflejada en nuestro espacio y la complejidad resultante no es más que la materialización de nuestros propios pensamientos que buscan el camino, muchas veces intrincado, para liberarse y manifestarse materialmente de alguna forma.
Las tramas nos cautivan. No importa qué, el ritmo oculto y repetido con sus variaciones de color y luces nos conectan con el mundo de los sentidos y las emociones, queriendo palpar y sentir esa complejidad de líneas, vanos y relieves que nos provocan una explosión de percepciones y estados de ánimo.
Dentro del mundo del diseño existen ¡y cómo no!, diría que ellas son su alma, su esencia y son indispensables para darle vida a la cosa creada y observada, para luego ser usadas y vividas.
Una tela, desde su concepción con la fantástica estructura del telar, con sus texturas podemos decir perfectamente que es una trama, el ritmo repetido de sus hilos en distintas direcciones tejen la complejidad de lo que finalmente vemos como una pieza acabada y rica, que nos acoge y nos transporta y termina dando la calidez y el dinamismo que buscamos al crear y ambientar un espacio. Los pliegues rítmicos de una cortina con su elevación nos dan otra idea de trama, y es acá cuando nos damos cuenta que vivimos rodeados de éstas y cada elemento que integra nuestro entorno inmediato está formado por ellas.
Un tapiz, una alfombra, nos cuentan una historia, mientras los hilos se cruzan y nos devuelven formas y juegos de luces que matizando nos invade con una paleta rica en imágenes, gamas de colores y texturas repetidas. Como la estructura misma de la vida con una trama, un desarrollo, una historia que contar, pero acá son las formas, colores, texturas y materiales, los elementos que la componen y nos hablan.
Como seres sensibles a los estímulos que nos rodean no podemos menos que observarlas, observar nuestras propias creaciones inspiradas en la naturaleza misma; interna de nuestro propio cuerpo y externa proveniente del mundo y el cosmos que lo contiene, ese complejo telar que urde y teje la estructura texturosa de nuestro planeta y quienes lo habitamos.
Yo invito a observar y observarnos, a dejarnos invadir y maravillarnos eliminando preconceptos, por esta compleja existencia que proviene de la naturaleza y es el alimento silencioso, creador y creativo de nuestra esencia artística, no olvidemos que una trama lleva implícita una historia y esa historia nos está contando quienes somos.