Ayer, el capitán y los tripulantes norcoreanos del buque que intentó pasar con material bélico oculto por el Canal de Panamá, desde Cuba hacia Corea del Norte- fueron inculpados por intento de contrabando y podrían ser sentenciados de 4 a 6 años de cárcel.
Por otra parte, las autoridades norcoreanas exigieron a Panamá la inmediata liberación del buque y sus tripulantes, aduciendo que sólo se trataba de “armas viejas” que iban a ser “reacondicionadas” luego de firmarse un “contrato legítimo” a tal efecto.
Pero detrás de los hechos subyace una trama oculta que tiene que ver con la geopolítica internacional y el embargo económico al que Occidente tiene sometido a Cuba y Corea del Norte.
Todos quieren disimular un poco lo que hicieron con mucho descuido. Panamá pretende ahora bajarle el tono al conflicto por el barco norcoreano. El régimen de Pyongyang exige que le devuelvan el buque porque dice que la operación no es ilegal.
Y Cuba trata de bajarle la importancia al armamento diciendo que se trata de cohetes, aviones y radares de hace 50 años. Pero nadie puede ocultar que este “último barco de la Guerra Fría” desnuda un intercambio de divisas, armas y suministros para intentar romper el cerco comercial que las grandes potencias imponen sobre los dos últimos estados neo comunistas que quedan en pie en el mundo.
Y nada es tan inocente como lo quieren hacer aparecer. Estados Unidos y sus radares estuvieron detrás de todo el episodio a pesar de que el trabajo sucio quedó en manos de Panamá. El presidente Ricardo Martinelli sobreactuó un recorrido por las bodegas de la nave que lleva el rítmico nombre de Chong Chon Gang. Había sido alertado por Washington y vio la oportunidad de salir en las noticias internacionales.
Y los regímenes norcoreano y cubano venían manteniendo un contacto mucho más fluido del que admiten. La operación de envío del armamento de La Habana a Pyongyang estuvo muy mal ejecutada pero, sin duda, tenía el visto bueno de las máximas autoridades de ambos países.
Mientras el barco estaba anclado en un puerto cubano a la espera de su carga, se produjo la visita oficial del más alto jefe militar norcoreano a la isla. El 28 de junio, el jefe del Estado Mayor del ejército popular coreano, Kim Kyok Sik, llegó a la Habana para una visita oficial de tres días y fue recibido por el presidente Raúl Castro antes de hacer una recorrida por varias bases militares, entre ellas la que guarda los sistemas de defensa antiaérea y los aviones Mig-21 de fabricación soviética cuyas partes fueron luego encontradas en el barco. Son remanentes modernizados del antiguo armamento soviético que protagonizó la “crisis de los misiles” con Estados Unidos en 1962.
Pero son partes de sistemas que tanto Cuba como Norcorea siguen utilizando y es posible que en el país asiático se reparen desde la desaparición de la Unión Soviética las piezas que aún tiene el país caribeño. A cambio, los norcoreanos reciben el azúcar cubano y todo queda en una contabilidad que logra romper el embargo internacional sin mayores problemas.
Claro que la operación fue demasiado sospechosa para los satélites estadounidenses que siguen permanentemente al Chong Chon Gang desde que fue monitoreado transportando material bélico desde la base de Tartus, que mantienen los rusos en la costa de Siria.
Y lo que está en el fondo de toda esta maniobra es el plan nuclear norcoreano que tanto preocupa a Washington y la posibilidad de que alguna de todas estas armas -antiguas o no tanto- terminen en manos de Irán.