Otra vez en lo más alto. En la cima. El lugar que le corresponde por compromiso, trabajo y ambición. Es que el proyecto deportivo de Rivadavia es un modelo a seguir para los clubes de Mendoza. Esos que sueñan con dar un gran salto de calidad y romper las fronteras de la provincia. Ahí esta el quinteto Naranja.
Ese equipo que desde el Apertura del 2009 hasta el Clausura del 2010, llegó a todas las finales y se quedó con las manos vacías. Primer fue Anzorena su verdugo. Luego, General San Martín. Más tarde, Atenas. Lejos, de tirar la toalla, redobló la apuesta. Apostó por los mismos nombres.
Confió en un hombre de la casas como Fernando Minelli, quien como jugador había perdido alguna de esas finales, y con un trabajo serio, profesional y con objetivos claros, llegó el momento de gritar campeón después de ¡21 años!.
Si más de dos décadas pasaron para que el conjunto del Este, recuperara ese lugar que se supo ganar en la década del ‘80, aquellos tiempos de las caravanas interminables en el acceso Este, los muñecos gigantes, la banda de música que nutría su hincha, el nombre de “Rivadavia, capital del básquetbol mendocino”.
En el medio de los festejos de aquel Apertura 2011 en cancha de Talleres, tras tomarse revancha con Atenas, Fernando Minelli, afirmó a Más Deportes: “Logramos el campeonato. Saldamos una deuda, ahora, nuestro compromiso será mantenernos”.
Y vaya si lo logró. Con el Clausura 2014 que le acaba de ganar a la Municipalidad de Capital, Rivadavia, se dio el gusto y lujo de dar su novena vuelta olímpica en tres años. Impresionante y admirable. Sin dejar de mencionar, el Argentino de Clubes del 2012, que le permitió el ascenso al Torneo Federal. Certamen, que la última temporada lo tuvo como protagonista y arañó el ascenso. En la actualidad, está peleando los puestos de vanguardia de la zona Andina-Patagonia.
Las claves de este Rivadavia imbatible “súper campeón” se basan principalmente en la sentido de pertenencia de sus jugadores: caso como Ronco, Arce, Trejo, Llaver, Gómez, Arancibia, el mismo Minelli, son todos nacidos en la cantera del club. Idéntica situación para sus directivos, entre los que se destacan, Marcelo Centorbi y Mauricio Francese, entre otros, quien fueron jugadores y embajadores del básquetbol del Este.
Esa magia, mística, se transmite de generación en generación. Y también tuvieron su participación decisiva los refuerzos que llegaron este años: Federico Pérez Da Rold, Matías Jaimes y Federico Grenni, Facundo Alberici (está desde el año pasado) quienes se acoplaron a la identidad del juego del club y parecen nacidos en el Polideportivo Naranja.
Rivadavia gritó nuevamente campeón mendocino y como lo dijo su DT tras la chicharra final: “Así da gusto salir campeón. Ganando en la cancha. Rivadavia tiene su arma más importante, la honestidad y el trabajo. Así da gusto”.
El Hueso Ronco y ¿su último campeonato?
Chicharra final y locura Naranja. Todos los abrazo fueron para el ídolo. El histórico. Fernando “el Hueso” Ronco. Sin embargo, se lo notó más calmo que otra veces.
Entre chicanas con su el DT Minelli, a quien le reprochaba los pocos minutos en cancha (risas), el goleador histórico de la institución, con su hija más chica en brazo, Pierina e Isabella (más grande en la tribuna festejando), afirmó: “Estoy feliz, Rivadavia es mi casa, mi vida. Es una alegría enorme volver a gritar campeón. Estoy seguro que esta será mi última vuelta olímpica. Llegó el momento de disfrutar de mi familia”.