La tragedia de Galicia: el tren dobló a 180 km por hora

Según las primeras pericias, el exceso de velocidad causó el descarrilamiento. Hasta ayer, el balance era: 80 muertos y 178 heridos.

La tragedia de Galicia: el tren dobló a 180 km por hora

La excesiva velocidad se perfiló ayer como la principal causa del trágico accidente ferroviario en Santiago de Compostela (Galicia, noroeste de España) que dejó al menos 80 muertos, el más grave desde 1944 en este país profundamente conmocionado.

Mientras que el gobierno aumentaba ayer por la tarde el balance a 80 fallecidos, la angustia de las familias que seguían sin noticias de sus seres queridos persistía con 13 cadáveres aún por identificar. Además, la cifra aún puede aumentar ya que de los 178 heridos contabilizados por el gobierno regional gallego, 94 seguían internados, 35 de ellos en estado crítico. Entre los hospitalizados se encuentra uno de los maquinistas que debe declarar ante la policía como imputado a petición de un juez.

Horas después del siniestro, el escenario de la tragedia seguía siendo dantesco: una gran grúa blanca levantaba los vagones hechos añicos, mientras en las vías aún se veían rastros de maletas y pertenencias de los pasajeros mezclados con la chatarra del convoy.

En un lugar de velatorios cercanos, los coches fúnebres iban y venían mientras familiares compungidos buscaban ayuda en los equipos de psicólogos puestos a disposición o, algunos consumidos por la ansiedad, seguían esperando noticias de sus seres queridos.

El presidente del gobierno, Mariano Rajoy, que acudió ayer temprano al lugar del accidente, decretó tres días de luto oficial mientras que la comunidad de Galicia hará siete días de duelo.

El rey Juan Carlos y el príncipe heredero Felipe suspendieron todos sus compromisos tras conocer la noticia. El monarca envió una carta de pésame a las familias de las víctimas y se trasladó a Santiago ayer por la tarde junto a su esposa, la Reina Sofía.

Desde el primer momento, la excesiva velocidad ha sido considerada como la causa principal de esta tragedia, ocurrida a las 20.42 hora local del miércoles (15.42 en Argentina) a sólo 4 km de la estación de Santiago de Compostela, cuando el tren entró en una curva muy cerrada señalizada con una máximo de velocidad de 80 km/h.

Dos investigaciones, una judicial y otra administrativa, se han puesto en marcha. Por el momento, el juez ha pedido a la policía que interrogue como imputado a uno de los conductores de la formación, bajo custodia policial en el hospital donde está internado.

"¡Voy a 190! Espero que no haya muertos porque caerán sobre mi conciencia", dijo uno de los maquinistas por radio a la estación, en el momento del accidente, según informaciones publicadas por el diario español El País.

El tren, que circulaba por una línea de alta velocidad inaugurada en 2011, aunque la formación en sí no era de alta velocidad, había salido de Madrid y tenía por destino Ferrol. "Lo que sabemos es que el tren no ha tenido ningún problema operativo", declaró el presidente de Renfe, Julio Gómez-Pomar Rodríguez.

"Era un desastre"

Numerosos testigos hablan de un ruido muy fuerte como de una fuerte explosión. "Estaba en casa y oí un sonido como un trueno muy grande y vi mucho humo negro", explicaba ayer a la madrugada María Teresa Ramos, una mujer de 62 años que vive a pocos metros del lugar del siniestro. "Era un desastre. Todo el mundo se fue a buscar mantas y toallas para ayudar. Es una cosa que nunca se había visto aquí", recuerda sentada en el jardín de su hogar mientras las grúas empezaban a retirar los vagones de las vías.

"Estaba viendo la TV en casa de mis padres y escuché como un gran estruendo. Como si hubiera habido un terremoto", dijo Francisco Otero, otro vecino.

Varios vagones descarrilaron, amontonándose unos con otros. Uno de ellos saltó por los aires cayendo a un terraplén a varios metros de las vías. Varias mantas cubrieron los cadáveres esparcidos en el lugar.

Rápidamente, ambulancias, policías y bomberos se acumularon, con las luces de urgencia encendidas, para evacuar a los heridos.

Un edificio municipal se puso a disposición de los familiares, que recibían atención psicológica mientras se multiplicaban las llamadas para donar sangre a los hospitales.

Jesús López, de 69 años, esperaba solo, ayer ante el centro, con un paraguas colgado del brazo. Vino de A Coruña, a 100 kilómetros de allí, desde que supo que su sobrina, de 40 años, estaba dentro del tren. Arquitecta residente en Madrid, ella iba a Galicia para buscar a sus dos hijos de 5 y 2 años que pasaban las vacaciones con sus abuelos.

De repente suena el teléfono del hombre: una amiga enfermera ha identificado a su sobrina en el hospital gracias a la alianza de bodas.

Jesús rompe a llorar: "La ha visto en el hospital. Está en estado grave, pero viva".

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