La tragedia, las falencias y los errores

La tragedia producida días pasados en la ruta 7 nos indica que deben realizarse cambios inmediatos en el accionar de distintos organismos. Desde los problemas planteados por una ruta colapsada hasta la respuesta de la policía quien, por desidia u otros m

La tragedia, las falencias y los errores

La tragedia que costó la vida de 16 personas en el accidente entre un camión y un colectivo en la ruta 7 se produjo luego de una serie de errores y de falencias de organismos cuyo funcionamiento, de haber sido correcto, hubiera evitado el lamentable hecho.
 
Por otra parte debería señalarse que el accionar inmediato después del choque fue importante, tanto en el caso de los bomberos como en el de las ambulancias para el traslado de los heridos, como así también la forma en que se prepararon para la recepción de los afectados en los distintos nosocomios.

Respecto del accidente, debemos partir de una base. El hecho de que un transporte de gran envergadura cruce el espacio que delimita ambas vías de circulación y transite en contramano es absolutamente inusual. Por ese mismo motivo también resulta imposible montar operativos viales en tramos cortos en los 180 kilómetros que unen a la Capital de Mendoza con Desaguadero porque no habría la cantidad suficiente de personal policial para poder desarrollarlo.

Tampoco pueden destinarse varios helicópteros para el seguimiento del tránsito, como sucede en ciertas autopistas de Estados Unidos -como algunos lo han señalado- porque significaría una erogación muy difícil de cubrir.

Pero lo que no se puede entender es que un camionero, por motivos que resultará difícil de descubrir, decida cruzarse de carril y pueda concretarlo en razón de que hay innumerables pasos "clandestinos" a lo largo de la ruta. Allí la falencia es evidente porque la sola colocación de un guardarrail continuo o la destrucción de esos pasos con el trabajo de una maquinaria hubiera evitado el accionar descontrolado del chofer brasileño.

En el plano vial también debe señalarse que la actual infraestructura resulta insuficiente para cubrir las necesidades de una ruta cada vez más colapsada. Con la desaparición del ferrocarril, todo el transporte de cargas y de pasajeros se realiza por carreteras y son miles de camiones  y colectivos los que transitan las rutas como consecuencia de que Mendoza es el nudo del tránsito entre Brasil, Paraguay, la Argentina en su unión con Chile y los puertos del Pacífico; situación que se profundiza en la zona de montaña, donde los accidentes con graves consecuencias humanas y económicas han pasado a ser habituales.

Sin embargo, lo que no se puede aceptar es la sucesión de errores que se cometieron en los momentos previos al accidente, ante la cantidad de llamados formulados por distintas personas al 911 o la exigencia del cumplimiento de una gestión administrativa para poder realizar una denuncia en una oficina policial.

Fueron numerosos los llamados alertando que una persona realizaba maniobras peligrosas con un camión de gran porte y que su conductor mantenía una conducta violenta, sin que se produjera una acción preventiva de parte de los efectivos policiales encargados del tema. Los hechos determinan que hubo desidia y carencia de conciencia sobre las graves consecuencias que podía generar ese accionar peligroso. En definitiva, hubo un incumplimiento de los deberes para los cuales fueron asignados. Las medidas adoptadas por el Ministerio de Seguridad hacia esas personas han sido importantes pero tardías porque el hecho, que pudo ser evitado, se produjo con gravísimas consecuencias.

Lo cierto y concreto es que Mendoza ha dejado de ser la ciudad chica para pasar a ser una provincia grande, con todos los problemas que plantea esta situación. Las rutas no son suficientes para captar la cantidad de vehículos que circulan con ellas, no cuentan con una eficiente señalización y no se realizan las tareas de mejoramiento o mantenimiento necesarias.
Tampoco figuran rutas alternativas para descongestionar el tránsito y los camiones de gran porte llegan hasta escasos kilómetros de la ciudad -en la intersección de los accesos Este y Sur- para poder desde allí desviarse y dirigirse hacia la ruta internacional. Por el lado de la policía la problemática no es menor. Todo lleva a indicar que no está suficientemente preparada para hacer frente a los nuevos desafíos.

No es una situación que atañe a la actual gestión, sino que es un problema que viene de años pero que necesita de una solución urgente y profunda, en la que, oficialismo y oposición, deben colaborar para que modificar un esquema que está afectando a toda la población.

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