Lo primero que hizo Pamela Ortiz (31) cuando escuchó los gritos y golpes del otro lado de las paredes, fue salir a ver qué ocurría en el vecindario.
"Mamá, el fuego está por todos lados", le dijo uno de sus hijos. Movilizada, al igual que todos los vecinos del asentamiento, corrió hasta la vivienda cercana, sacó a dos de los pequeños de entre las llamas e hizo todo lo que pudo para socorrer a la familia González.
Pese a todos los esfuerzos, el saldo que dejó el incendio de ayer por la mañana en la casa hecha de palos, nylon, cartones y chapas del asentamiento "Familias Unidas", de Las Heras, fue el más triste. Juan Reynoso (61), un hombre de trabajo del lugar, fue quien sacó con sus propias manos, debajo de las chapas, el cuerpo del pequeño Thiago, de sólo cinco años.
“Cuando lo sacamos ya no se podía hacer nada, al parecer se había quedado atrapado entre el fuego”, relata Juan, sin poder salir del estupor por lo ocurrido.
Mientras reconstruye el trágico hecho ocurrido cerca de las 10, hombres, mujeres y y niños se acercan para comentar lo mucho que el pequeño se hacía querer por todos. Cuentan, entre lágrimas, que Thiago estaba entusiasmado porque mañana cumplía años y por eso había ido un rato antes a comprar chizitos a un quiosco cercano.
El motivo que generó el incendio aún no fue determinado. Lo cierto es que mientras las llamas se propagaban, todos colaboraron para recolectar agua -un recurso que escasea en el lugar- con mangueras para poder mitigar las llamas mientras llegaban los bomberos. “Justo esta mañana corría muy poca agua por la acequia”, dice un vecino.
De acuerdo a los testimonios, la ayuda oficial tardó al menos 40 minutos en llegar. “Era todo una sola llama; le pregunté a Silvia -madre de los pequeños- dónde estaban los otros niños y desesperada me decía: mi bebé, mi bebé”, recuerda Pamela y no deja de lamentar que se haya tenido que llegar a esta situación para que las autoridades del municipio les entreguen algunos tirones de nylon.
Desde hace años, aclaran, les habían prometido construir un barrio en el terreno aledaño. Pero eso nunca pasó y lo que se ve ahora es un socavón que con las lluvias se inunda y genera la propagación de todo tipo de insectos.
Si se tiene en cuenta que además allí las familias tienen al menos cuatro pequeños niños cada una, la problemática se agudiza. Aseguran que no les alcanza el dinero para alquilar, pero que sí están dispuestos a pagar una cuota por una modesta vivienda.
“Un colchón va y viene, pero a un hijo que se muere porque vivís en la pobreza extrema, eso no tiene vuelta atrás”, se quiebra la mujer.
Detalla que toda la ayuda que pueda recibir la familia será bienvenida, porque además, Silvia y su esposo, que se dedica a vender helados, tienen cuatro niños más, de nueve, siete, cuatro y un año.
Para ello, hay que llamar al 153407561 y hablar con Laura Díaz, presidenta de la unión vecinal.
En el asentamiento "Familias Unidas", de calle Lisandro Moyano y Dorrego, la solidaridad entre las 70 familias que allí habitan es notoria.
En el invierno, sus casas se inundan y se caen los techos; en los veranos, las condiciones muchas veces se vuelven inhabitables, entre otras cosas, por la falta de agua. Incluso, antes ya hubo otros incendios en casas vecinas y en junio pasado Juan encontró muerto a causa del frío a “Don Mario”, otro vecino.