Entrar a su taller es trasladarse a un mundo de motores en miniatura donde todo funciona. Alrededor hay herramientas, cajas conteniendo piezas que aguardan ser utilizadas como engranajes, tornillos, tapitas, caños entre otras tantas cosas. Uno no sabe por dónde empezar a mirar para no perder detalle de cada uno de los prototipos de distintos motores e incluso otras máquinas como una cigüeña para extraer petróleo que forman parte de su entretenimiento desde que Carlos Teruel, de 68 años, se jubiló.
"Todo está acá", dice Carlos señalando su cabeza, ya que no utiliza para la construcción de los motorcitos referencias o modelos en papel. "Tanto tiempo de camionero -50 años- hicieron que al arreglar los motores se grabaran en mi memoria la forma", relata. "Ya no existen más, pero yo alguna vez los tuve que reparar entonces me acuerdo cómo son", dice. Si bien nunca estudió en una escuela técnica -su papá lo sacó de la escuela en 4° grado para "subirlo a un camión"- siempre se dio idea de cómo arreglar las cosas o investigar su funcionamiento.
Desde hace más de un año Carlos dedica sus "horas de ocio" a este hobby que le demanda ir equipándose con diferentes máquinas y herramientas. "Algo tenía que hacer para ocupar la cabeza", dice entre risas al explicar sus comienzos en esta actividad.
"Voy inventando cosas, le voy dando forma a todas estas piezas, a tacos de madera, caños", enumera mientras muestra las cajas donde almacena radiadores de los aires acondicionados, tapitas, llavecitas de radio, engranajes, ejes que les saca alas máquinas, electroventiladores chiquitos, motores eléctricos, chapas, cables...
"Este es un motor Continental, el que trae la estanciera, este un motor Valiant, este otro uno de los primero Ford 8 cilindros que salieron en el Ford 40", explica mientras enciende cada prototipo. Junto a ellos un motor similar al del Jeep Ika de 4 cilindros, Falcon, un Tornado de Torino, un Fiat 128, un Peugeot, un Ford americano de 8 cilindros, un Ford 600, un Chevrolet forman parte de su colección. "Todos estos aparatos me llevan mucho tiempo; a veces tardo unas dos semanas en terminarlos", agrega.
Comenzó haciendo motores pequeños que todavía conserva casi en su totalidad - "regalé algunos"- pero al ser de tamaño tan reducido le demandaban mayor dedicación ya que todo era artesanal.
Las piezas que son materia prima para las obras de Carlos son rezagos de fotocopiadoras viejas. "Me las regala un amigo que las vende y cuando la gente compra una nueva entrega la que ya entró en desuso", manifiesta. "Cuando junta un montón, voy con un carro y me traigo todo eso".
Luego viene la tarea de separar las piezas y ver qué puede ser utilizado: rulemanes, poleas dentadas, bobinas, motorcitos, tornillos de todas clases.
Una exposición para mostrar sus obras es parte de sus sueños. "Quiero encontrar un profesor o alguien que haga artesanías para mostrar mis cosas y que los chicos se incentiven para crear".
"Uno se despeja inventando cosas, por eso a veces digo que ya que hay tantos chicos que les gusta hacer artesanías o le gustan las máquinas, me parece que sería una buena forma de estimular a los jóvenes ", agrega.
Jubilado, al igual que su esposa que era enfermera en la Policlínica de San Rafael, acompañados por un perrito, Carlos deja volar su imaginación y va dándole forma con las diversas herramientas. Pero tiene también los pies en la tierra y con dos amigos - Juan y Daniel- formaron la agrupación "Amigos Solidarios", para la cual recolectan ropa, abrigo, alimentos que luego reparten en zonas rurales o a gente que sufrió alguna inclemencia del tiempo o un siniestro como un incendio.