Trabajo - Por Jorge Sosa

Todos debieran tener un trabajo. Porque el trabajo nos dignifica, nos hace sentir útiles y provee de sostén económico a nuestra familia.

Trabajo - Por Jorge Sosa
Trabajo - Por Jorge Sosa

El trabajo, el laburo, la pega, como le dicen en algunos lugares, es algo de lo que no podemos desprendernos. De él provienen los bienestares de la vida. Tener un trabajo es asegurarnos el mantenimiento, la posibilidad de pagarnos este paso por la vida que requiere, que pide, que exige.

Todos debieran tener un trabajo. Porque el trabajo nos dignifica, nos hace sentir útiles y además provee de sostén económico a nuestra familia.

Peno, miserablemente me sentí al enterarme de las cifras de desempleo en nuestro país. Miles y miles de personas que no pueden tener una ocupación y andan procesando lamentos por las calles para procurar una ayuda.

Salvo en Santiago del Estero. Allí la desocupación no es un problema, es una vocación. El primero de mayo ha sido declarado día de duelo provincial en Santiago.

El trabajo, en aquellos que lo tienen, ocupa la mayor parte de nuestro día despierto. Hay trabajos tan trabajosos que llegan a ocuparle 12 horas de su tiempo al tipo y entonces al tipo se le va la vida en su ocupación.

Siempre ha sido el trabajo una preocupación de los gobiernos aunque no han sabido dar en la tecla, siguen existiendo los “sin tareas” y cada vez son más en nuestro país.

Pero también ha sido una preocupación de los grandes autores de nuestro país. José Hernández dice en su Martín Fierro: “Debe trabajar el hombre / para ganarse su pan / pues la miseria en su afán / de perseguir de mil modos / llama en la puerta de todos / y entra en la del haragán”.

También Atahualpa se refirió al tema cuando dijo: “El trabajo es cosa buena / es lo mejor de la vida / pero la vida es perdida en campo ajeno/ que unos trabajan de trueno y es pa’ otros la llovida”.

Va un señor a una empresa a pedir trabajo y el dueño le dice: “Lo que pasa, mi amigo, es que aquí hay poco trabajo. Y el vago le contesta: “Macanundo, es lo que andaba buscando”.

Hay distintos tipos de trabajo; algunos que exigen el esfuerzo de cuerpo entero y de ser posible más, y otros que solo precisan de un ejercicio mental. Los tipos están sentaditos en una oficina, rodeados de papeles y computadoras y el máximo esfuerzo físico que realizan es ponerse los lentes.

Los hay muy peligrosos y los benignos. Es peligroso ser hachero de El Impenetrable, por ejemplo, o pescador de los mares nuestros, que a veces se muestran tan bravíos que es casi imposible tomar la sopa con cuchara. Ser guía de montaña para acceder al Aconcagua no es un trabajo descansado, se puede decir.

Pero si hay una carga especial, pesada, sufrida, es trabajar en algo que no te gusta. Invertir todos los días gran parte de tu tiempo para hacer algo que te desagrada.

Felices de aquellos que encuentran un trabajo que tenga que ver con su gusto, con su deseo, con su vocación, felices los que se sienten a gusto con su trabajo. Porque entonces van a ganar para el lado bueno de la vida gran parte de ese día en el que están inmersos en el trabajo.

Claro que, como está la mano, uno tiende a agarrar cualquier cosa, con tal de zafar, de conseguir algo que lo sostenga y lo haga sentir digno.

El  trabajo es una de las cosas más importantes que pueden ocurrirnos. Lástima que existan los jefes.

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