Las redes sociales comenzaron como un espacio de ocio y de comunicación con las personas que tenemos al lado y de aquellas con las que nos separan miles de kilómetros. De a poco, la vida se fue trasladando a un mundo digital dominado por la instantaneidad, por la edición de contenido (textos, fotos y videos) y la necesidad de ponernos creativos a la hora de diseñar nuestros perfiles en la web.
Hoy, nuestras cuentas en las redes dicen mucho de nosotros. Probablemente hayas puesto tu usuario de Facebook en tu currículum o quizás te lo preguntaron en una entrevista laboral. La forma en que reflejamos nuestra forma de ser en las plataformas habla por sí sola y el valor que tiene esa información es muy importante en cuanto a lo que hacemos y a qué nos dedicamos.
En los últimos años Instagram ha pasado de ser una aplicación de fotografía al viejo estilo de lo que algunos recordarán como "fotolog", a convertirse en una de las redes sociales que más influencia tiene en la sociedad. Desde las nuevas generaciones hasta personas mayores, la red de la camarita supo cautivar a todos con tanta facilidad que se ha vuelto prácticamente imposible no "chequear" las historias de los usuarios más famosos o influyentes.
Esto no es todo. Con el tiempo las personas han sabido darle usos cada vez más ingeniosos y productivos a las redes. Muchas empresas se fijan cada vez más en nuestros perfiles en internet. Pero, además, abrió la oportunidad de enseñarle al mundo nuestros logros y trabajos en un abanico de posibilidades. Desde cantar, diseñar y hasta preparar tragos, tres emprendedoras mendocinas nos cuentan cómo hacer de Instagram una herramienta de marketing efectiva para mostrar su arte.
El poder de la herramienta
Sabry Rodríguez (@sabryrodriguezcuack) es licenciada en administración gastronómica y una reconocida bartender de nuestra provincia. Cuatro años atrás empezó trabajando en un conocido restaurante de Ciudad y notó que "de alguna manera tenía que empezar a mover la barra y cobrar un poco más. En la gastronomía un sueldo en blanco era muy poca plata y de alguna manera empecé a comisionar por mis redes gracias a que empecé a jugar con ellas. Para ese momento ser mendocina y hacer eso era una jugada bastante loca porque el público mendocino es muy difícil".
Sol Atorri (@solciattorri) es estudiante de Psicología y cantante de una banda de cumbia pop. Disfruta siempre de compartir sus ensayos y shows con la banda pero cree que Instagram "es un arma de doble filo": "Soy consciente de que mientras más te mostrás más te exponés a la crítica y a veces pueden ser muy duras. Por otro lado, he descubierto que es una herramienta útil, ya que me sirve para compartir mis ensayos y mis shows".
¿De qué me hablás cuando publicás?
Lo que compartimos en las redes siempre genera sentido y discurso. Eso lo tiene claro Sofía Furió (@soffurio), estudiante de arte dramático y apasionada por el diseño fotográfico. Sus publicaciones son "retratos de diferentes personajes que una persona puede crear a lo largo de su vida. Cada personaje tiene un nombre, una manera de ser y de pensar, pero cuando publico la foto sólo pongo el nombre del personaje. Para mí hay un sentido en todo eso".
En cambio Sabry busca “incentivar un poco el consumo de bebidas alcohólicas de un modo responsable. Soy una mina muy positiva. Me gusta mucho jugar con lo sensual y lo profesional y divertirme con eso, me río mucho de mí y con la gente. Es un poco jugar con la foto y el impacto que tiene en lo social”.
El minuto a minuto
Instagram es una red refrescante, pero a la vez demandante: una publicación es novedosa hasta los 20 segundos de haberla visto. La constancia y la originalidad son factores que influyen en la creación de un perfil personal.
Sol cree que “tenés que estar dispuesto a subir fotos o videos, algunos lo harán con más frecuencia, otros con menos. Pero es la única forma de interactuar. A la gente le gusta que seas activo si no se aburre”. Por otro lado, Sofía lo siente como un hobby y no como una obligación: “Me gusta ver la reacción de las personas porque hay fotos que saco que ni yo misma entiendo, me dio risa y lo hice”.
Sabry no le da mucha importancia a este aspecto: “Yo suelo tener cinco publicaciones por semana, no lo mido mucho. Pero sí me gusta alimentar mis redes y que la gente esté expectante, jugar con ‘insta history’ también es algo útil. También hago muchas fotos para books y demás cosas que puedan levantar la red. Sacar fotos en mi casa y preparar cócteles en mi hogar hace que la gente también se cope”.
Tu muro, tu decisión
Los condimentos que le ponemos a las publicaciones son una marca personal. Por ahí pasamos mucho tiempo pensando cómo deben ser o quizás lo resolvemos en segundos. Lo cierto es que siempre buscamos que lo que transmitimos genere "algo". A Sofía le gusta la originalidad: "En la mayoría de los casos hago la foto si la idea es rara, es el estilo que me gusta y la edición es aceptable. Probablemente me convenza y la suba".
Sol, en cambio, es más directa: “Subo lo que tengo ganas: un video cantando algo o una foto antes de irme a tocar. En general todos compartimos experiencias positivas o agradables, y hay que tener cuidado con eso porque tendemos a mostrar vidas ‘perfectas’ y bien sabemos que ninguno la tiene".
Sabry se ve reflejada en “una publicación dinámica, alentadora, con una frase que acompañe la foto subiendo el ánimo, siempre para arriba”.