"Hay que sumarse, confiar, colaborar, tratar de moverse porque uno no sabe qué puede pasar mañana, dar lo mejor de una para que lo mejor suceda”, explica Aldo Ferreyra, de la asociación Refugio para los Sin Techo de San Rafael.
Aldo tiene 28 años, es gestor de empresas, pero la vida lo llevó a enfrentar adversidades que lo colocaron en lo que considera su verdadero camino: ayudar a quienes lo necesitan. Junto a su esposa, María de los Ángeles Egea, desde hace dos años comenzaron primero con un ropero comunitario, a juntar ropa y alimentos para ayudar a las personas que no tienen un hogar y viven en la calle.
Como una bola de nieve que crece a cada paso, la causa que el joven lleva adelante fue creciendo , y hasta ha logrado ayudar con otras cosas como colchones, cocinas o una heladera a algunas personas.
"Trabajamos de domingo a a domingo en lo que más nos gusta, que es ayudar. La sede es mi casa, ubicada en la calle Antecesores 1667 del barrio Nihuil", contó. A su hogar llega la gente a donar alimentos, calzados, ropa, que luego se distribuyen, pero también se acercan muchas personas que necesitan no sólo de estas cosas, y la mayoría vuelve a colaborar con esta movida solidaria.
“Somos una entidad sin fines de lucro, apartidaria y no religiosa”, afirmó el joven que además es un escritor motivacional que publica en dos medios digitales.
Actualmente está enfocado en el proyecto de “Ruta comunitaria”, un ropero ambulante que llevan una vez por mes a los distritos, con ropa y cosas que la gente del lugar requiere. “Tal vez por alguien que viene a buscar o donar algo nos enteramos qué cosas necesitan en algún distrito, entonces contactamos a algún vecino, que quiera prestar su casa por un par de horas para hacer base allí y entregar lo que llevamos”, dijo.
De esta manera ya estuvieron en Rama Caída, en Salto de las Rosas -en Cañada Seca- y se preparan para continuar el recorrido. “Hay muchas necesidades en los distritos”, agregó.
“Ser solidario es algo que aprendí de chiquito. Mi mamá -Elsa Isabel Oviedo- y mi abuela -Isabel Velasco- me mostraron esto, ellas me enseñaron a ayudar a quien llegara”, manifestó Aldo. Y agregó: “Por eso creo que tendría que ser normal que uno abriera su casa para dar un desayuno a quien lo necesita”.
El 24 de junio de 2014 le dieron el marco formal a este emprendimiento solidario, y desde entonces cuenta con personería jurídica. Desde entonces Aldo y su familia trabajan sin descanso para ayudar a los demás.
“Tengo otro proyecto para los adultos mayores que quiero concretar pronto, que incluye a músicos porque mi idea es ir a tocar en hogarcitos o asilos que alberguen a los abuelos”, manifestó.
Si bien él no pide nada a cambio de lo que entrega, cosas que obtiene por la solidaridad de la gente, señaló que le gustaría que quien dona o recibe se sume a esta iniciativa, “pero tiene que nacer de cada uno”.
Aldo hizo sus estudios primarios en la escuela Corvalán Sotomayor y el secundario en la escuela técnica agraria “Pascual Iaccarini”. Allí “pasábamos muchas horas con los compañeros y aprendimos a compartir, a ser solidarios y a interesarnos por los demás”, expresó. Y contó que siempre tuvo en mente trabajar con los chicos de las escuelas secundaria, y eso es algo pendiente en esta tarea solidaria que lleva adelante.
Luego continuó sus estudios en el ITU (Instituto Tecnológico Universitario) de la UNCuyo, donde estudió Gestión de Empresas.
Colaboran con "Refugio para los sin techo", además de su familia, chicos de los centros de estudiantes y agrupaciones de Buenos Aires. También particulares que se acercan a donar y se prenden a formar parte.
“Desde el primer momento tuvimos el apoyo no sólo desde lo material sino también de la confianza. A medida que fue pasando el tiempo se va sumando cada vez más gente y eso es lo importante”, resumió Aldo.
“Comenzamos con la gente que no tiene abrigo y está en las calles en invierno, pero las necesidades insatisfechas son muchas”, agregó. Por eso difunde lo que hacen en una página de Facebook que es “Refugio para los sin techo San Rafael”.