Torre Eiffel: la dama parisina

Mañana cumple 125 años el monumento que iba a ser temporario y ahora es el símbolo de la Ciudad Luz.

Torre Eiffel: la dama parisina

Cuesta creer que alguna vez no estuvo allí, cerquita del Sena, por encima de todo en la capital francesa. Es su símbolo monumental por excelencia con sus más de 300 metros de altura.

Fue con motivo de la Exposición Universal de 1889, fecha del centenario de la Revolución Francesa, que se publicó un gran concurso en el Boletín Oficial de ese país para construir una torre de hierro de importantes proporciones en el Campo de Marte.

Más de 100 proyectos se presentaron resultando ganador el de Gustave Eiffel, empresario, Maurice Koechlin y Emile Nouguier, ingenieros y Stephen Sauvestre, arquitecto. La ciudad no olvidó aquellas primeras excavaciones para su coloso "temporario" que fueron el 28 enero de 1887. 2 años, 2 meses y 3 días después la esbelta torre estaba lista.

Era el 31 de marzo de 1889, una auténtica hazaña técnica si se tienen en cuenta los medios rudimentarios de la época. Estaba de pie, la misma que mañana cumple 125 años engalanando a la Ciudad Luz.

El montaje de la torre fue una maravilla de precisión. Los cronistas de la época estaban azorados con la obra. Imaginen que los cimientos se construyeron en 5 meses pero se requirieron 21 meses más para ensamblar la parte metálica.

En los detalles de la historia de la torre se puede leer que unas "cajas de arena" y unos gatos hidráulicos, sustituidos posteriormente por calzos fijos, permitieron regular la posición de la carpintería metálica con presión milimétrica. Luego las piezas se izaron con ayuda de grúas a vapor que subían a su vez por la torre, utilizando las correderas previstas para los ascensores.

"La bandera francesa es la única que tiene un mástil de 300 metros había dicho Eiffel" en la inauguración, tras los 21 cañonazos que se dispararon para la ocasión. La obra debía permanecer unos 20 años en el lugar. Sin embargo, no tardó en constituirse en ícono parisino por lo que se enraizó para no irse jamás.

En la actualidad se puede subir por la escalera o con el ascensor. En el 1er piso es posible pasear por las tiendas de recuerdos porque ¿quién no se lleva una torrecita miniatura para casa? En el segundo quizá pueda degustar algo rico en el famosísimo restaurante Jules Verne, a 125 metros de altura.

Finalmente, en el 3er piso, es posible sentirse en las nubes mientras la brisa acaricia el rostro al disfrutar de una vista excepcional a 360° ¡a 300 metros de altura! No hay que dejar de pasar por el panel de orientación ubicado también en la tercera planta donde se marcan las distancias con todos los países del mundo.

El marco

El ambiente que la rodea es tan sorprendente como su propia estructura. Está situada en la explanada del Champ de Mars un bello parque siempre verde, con pequeños y pintorescos arbolitos perfectamente alineados que desde 1780 es un paseo citadino para los habitantes. Desde la torre hasta la Escuela Militar el predio es lugar de concentración de los mayores eventos de la urbe y cada día es atravesado por cientos de miles de personas.

Todo el que llega a París pisa su césped, hace pic nics de día o de noche buscando la mejor perspectiva de la espléndida torre. Siempre hay algún que otro espectáculo callejero, los mil y un productos en manos de los vendedores ambulantes que hasta champagne a temperatura, venden en el paseo.

El entorno todo está repleto de exquisiteces de la arquitectura francesa que además, por supuesto, son destinos turísticos para el visitante. Por ejemplo, enfrente, las obras maestras de la Exposición Universal esta vez de 1937, donde 71 artistas decoraron el Palais de Chaillot, un cuarteto de arquitectos diseño el Palais de Tokyo y su columnata blanca. Cabe mencionar que allí se encuentra el fresco del Hada Electricidad pintado por Dufy y los trípticos del Baile de Matisse.

Si ampliamos la mirada las perspectivas vuelven a fascinar: desde Los Inválidos hasta  el puente Alejandro III. Luego las estatuas ecuestres de los dos mariscales Foch, en la plaza del Trocadero, y Joffre, en el Champ-de Mars, delante de la escuela militar. Allí donde se formó un marino excelente, un tal Napoleón Bonaparte. Sus restos imperiales yacen bajo la cúpula dorada de Los Inválidos, muy cerca.

Desde lo alto

324 metros cuenta en total. Desde abajo se ve inabarcable. Hay que tomar distancia para que entre en la foto. Desde arriba ofrece vistas impagables de una de las más bellas urbes del mundo. Ya que está allí hay que ascender por escalera o por ascensor, como prefiera. Las tarifas van desde los 5 a los 15 euros, según el piso.

También es posible realizar visitas guiadas que resultan muy interesantes pues cuentan anécdotas y chusmerío de todas las épocas relacionados con la Dama de Hierro. Además se accede a sitios vedados a las excursiones comunes como la sala de máquinas original que todavía hoy sigue controlando los ascensores; el viejo "búnker" oculto bajo el Champ de Mars; el tejado del restaurante gastronómico "Le Jules Verne" en la segunda planta. Otra opción es una visita teatralizada que relata, entre otras cosas, el idílico romance entre una joven americana y un guapo aviador, en el propio centro de la torre Eiffel acaecido en 1932, como para trasladarse en el tiempo y enamorarse aún más de París.

La idea es tener una experiencia inolvidable. Entonces no sólo basta con subir, sacar fotos y bajar. También se puede comer algo o disfrutar de una lujosa cena. Hay opciones para todos. El 58 Tour Eiffel ofrece comidas tipo pic nic en la mesa con excelentes vistas de la ciudad, desde 21 euros. Para la cena las tarifas ascienden a 79, pero la urbe iluminada no tiene precio desde las alturas.

El Restaurante Julio Verne, en un cálido ambiente con panorámicas increíbles, ofrece clásicos franceses y todas las tendencias, por 150 euros. Por último el Bar champagne situado en el último piso del monumento, ofrece una selección de champagne rosado o blanco, servido a una temperatura ideal (copas desde 12 a 21 euros).

Y si de experiencias se trata la dama parisina por excelencia es retratada por millones de personas cada año, desde todos los ángulos y con todos los rostros pasando por las inefables imágenes tomadas desde lejos donde parece que se la agarra de la punta como si fuera un juguete.

Tenemos algo para ofrecerte

Con tu suscripción navegás sin límites, accedés a contenidos exclusivos y mucho más. ¡También podés sumar Los Andes Pass para ahorrar en cientos de comercios!

VER PROMOS DE SUSCRIPCIÓN

COMPARTIR NOTA