La hermosa lengua española que cobra vida con cada una de estas letras, parece capaz de abarcar al planeta. De eso dan cuenta los 577 millones de hablantes que convierten al nuestro en el segundo idioma más hablado del mundo (por encima del inglés y sólo por detrás del chino mandarín).
Sin embargo, esa lengua que entiende "medio mundo" tiene también sus formas secretas, sus callejones únicos, conocidos por los habitantes de tal o cual geografía. Digámoslo con un ejemplo y pensemos en este párrafo: "Vivo donde topa esa mansa calle de cunetas panditas, donde ladran los chocos de la piba de chapecas negras y poto grande. En la esquina juegan los culillos a tincar bolitas, y cuando dejan la puerta abierta, entra un chiflete bárbaro".
Una frase como esa podría ser difícil de comprender para un madrileño, un limeño o un porteño. Un sanjuanino o, incluso, un chileno, entenderían casi todo. Un mendocino, sin embargo, no podría pensar en otra cosa que en el callejón cortado, las acequias con poca profundidad, los perros de la chica morena con caderas prominentes y los chicos que dejaron la puerta abierta al invierno para ir a jugar.
Usos originales
"Mendoza es original en acepciones" afirma Rosario Nené Ramallo, lingüista local que colabora con Los Andes y publicó en dos tomos el fruto de sus investigaciones sobre el léxico local, bajo el título "Con sabor a Mendoza. Antología de frases regionales".
La especialista pone el acento en que el mendocino "es original en las acepciones, no en la creación de nuevas palabras. 'Pando' o 'pandito', que parece representarnos en el mundo, es una palabra que se usaba en la Roma antigua, y significaba 'curvo'. Sin embargo, aquí, y en San Juan con la variación 'bandito', es algo carente de profundidad".
La lingüista también destaca como vocablo particular de nuestra zona "topar", "una voz española de origen onomatopéyico, pues deriva del ruido 'top' que hacen dos cosas al chocar y, por extensión, dos calles que confluyen una en la otra en un cruce".
A Liliana Cubo, otra destacada especialista mendocina (miembro correspondiente de la Academia Argentina de Letras), le llama la atención el uso de la palabra "tortita": "Es diferente al de San Juan ('semitas') o La Rioja (tortillas). La mayoría de las palabras son cuyanas, no mendocinas, pero esa nos diferencia mucho".
A la hora de bucear en los orígenes de esos vocablos, Cubo explica que "todas las palabras vienen de su origen indígena, de los españoles y de todos los inmigrantes posteriores. Hasta los términos que la gente siente como mendocinos suelen ser arcaísmos".
Algo curioso es que en Mendoza, tierra sin mar, se usan marinerismos "de los conquistadores, que habían llegado por mar. El mejor ejemplo es 'zonda'".
Un vocablo nuevo que parece marca registrada de Mendoza es "manso", que ha dejado de ser de uso exclusivo de los jóvenes. "Hace 15 años ya un alumno, ahora lingüista, había empezado a investigarlo, al darse cuenta de su uso local. Hoy ya está incorporado", explicó Ramallo.
Ramallo observa que el tinte regional se expresa en los dichos antes que en los vocablos sueltos. "La frase 'Andá a llorar al Calvario' la entienden los mendocinos porque hay un lugar físico . Quien no lo conozca, no la entenderá", explica. También dice que "miti miti", para aludir a una división por la mitad, es propia de la zona. Y Liliana Cubo observa otra: "La calle sube o la calle baja", para explicar la numeración creciente o decreciente de una vía.
Queja en la jornada final
La escritora María Teresa Andruetto celebró ayer, al cierre del Congreso de la Lengua Española, la persistencia de una lengua desobediente que ilumine los ricos matices que aportan sus casi 600 millones de hablantes, y que pueda aceptar, desde la práctica académica, que "su potencia no está en la rigidez, sino en la posibilidad de lo diverso y el movimiento constante".
La escritora se quejó de que el congreso no tratara oficialmente el lenguaje inclusivo: “Se dijo que hay 250 ponentes de 32 países y ni una sola mesa de discusión sobre un tema como la inclusión de género, vivamente presente en América Latina y España”, exclamó.
Un muestrario de frases autóctonas
La especialista Nené Ramallo ha recopilado algunas frases, y los orígenes de estas, que muy probablemente se entiendan solo en Mendoza.
"Todos hemos usado la expresión 'Como turco en la neblina' para indicar desorientación o extravío; el dicho original es 'perdido como tuco en la neblina'. El 'tuco' es la luciérnaga y es una voz usada, con preferencia en el Noroeste de la Argentina. Es decir que, acostumbrado el tuco a brillar en medio de la noche, si hay niebla, pierde su luminosidad. Al difundirse el dicho en otros lugares de la Argentina y al desconocerse la voz 'tuco', se la sustituyó por su afinidad fónica con 'turco'", explica.
También destaca "Prenderse como corrocho": "Es una deformación de 'corocha', nombre de la larva del escarabajo. La voz original proviene del adjetivo latino 'crocea', que significaba 'azafranado' y alude al color de la cobertura de este parásito que ataca la vid".
Muy particular es "a la altura de un poroto": "El 'poroto' no se refiere aquí a la planta, sino al vocablo 'poroto, -a', que designa 'niño en su primera infancia'. Por lo tanto, la expresión equivale a 'de poca altura'. La voz 'poroto' proviene del quechua 'purutu', 'persona que está en la niñez'".
La mezcla de lo español con lo grecolatino, lo autóctono y otros países conforman una riqueza, en suma, que casi deja a otras lenguas “a la altura de un poroto”.
Los lectores de Los Andes eligieron sus vocablos
Durante la semana, y a propósito del Congreso Internacional de la Lengua Española que se realizó en Córdoba, Los Andes propuso a sus lectores una encuesta para que eligieran cuál era la palabra que los representaba a los mendocinos.
Esta encuesta se llevó a cabo en las cuentas del diario en tres redes sociales: Twitter, Facebook e Instagram.
Las palabras propuestas eran tres (“pandito”, “choco” y “topar”), pero se abría la posibilidad de que los lectores eligieran y consignaran alguna más. El resultado fue particular, no tanto por la que terminó siendo más votada, sino por la que propusieron gran parte de los lectores.
La votación entre las propuesta dio como más votada a la palabra “topar”, por encima de las otras. Pero luego, los lectores propusieron muchas más (“tortita”, “huevón”, “engarilla” o “angarilla”), aunque la más propuesta fue “manso”, adjetivo que no se refiere ya a lo dócil sino a algo “grande”, “impactante”, “excesivo”. Justamente ayer se conoció que “manso” fue incorporado a la tercera edición del Diccionario del habla de los argentinos como regionalismo cuyano.