1 de febrero de 2025 - 01:30

Tonio Contreras, en primera persona: una entrevista inédita para recordar a este referente de la música cuyana

El fundador de Canturía y Markama falleció el 22 de enero, a los 81 años. En esta entrevista, realizada en 2016, el músico repasaba su larga trayectoria, y regalaba anécdotas sensibles de su niñez y su paso por estos grupos legendarios.

El miércoles 22 murió a los 81 años Tonio Contreras, referente de la música mendocina, fundador de los míticos grupos Canturía y Markama. Había nacido en el distrito sanrafaelino Real del Padre, y pasó su adolescencia en General Alvear hasta desembarcar en el Gran Mendoza.

Esta nota inédita la realizó el periodista Fabián Sepúlveda en 2016 (también nacido en Real del Padre) para rescatar una figura artística de su pueblo y hoy, se convierte en el testimonio de un artista clave de la música popular mendocina.

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Diciembre de 2016. Como de costumbre, camino buscando alguna oferta de buenos libros usados por la calurosa capital mendocina. Justo en el cruce de San Martín y Garibaldi, hay un puesto de venta de libros que ofrece literatura mendocina. Ahí, las publicaciones que no tienen cabida en el circuito comercial, son bien recibidas y puestas a la venta.

Tomo un libro sobre la historia de San Rafael, con las tapas negras de tela sobre cartón blando. Del otro lado, la persona encargada del local, era un señor sesentón, alto, calvo, de anteojos y barba. Amablemente, y con voz de barítono y postura quijotesca, me pregunta:

- Vendedor: ¿Busca algo en especial?

- Yo: Nada específico, pero me llamó la atención este libro.

- V: Ah, es una publicación muy antigua, me dice.

El libro no era muy grande, más bien parecido a una de esas Biblias pequeñas.

- Y: ¿Y cuánto cuesta?

- V: 40 pesos.

- Y: ¡A la mierda!

- V: ¿Y porque le llama la atención este libro?

- Y: Porque soy de San Rafael, (y acá es cuando aparece de las entrañas el enano realpadrino orgulloso). Bah... en realidad no soy de la ciudad, ¡sino de Real del Padre!

- V: ¡Eso es mentira! - exclamó desafiante el vendedor. ¡Yo también soy de ahí, y no te conozco!.

- Y: Y yo a usted tampoco, repliqué.

- V: ¿A ver tu documento?

Mientras tanto, él saca su DNI, algo gastado. A lo que me exige ver primero el mío. Accedo por diferencia generacional y se lo muestro, mientras que lo lee en voz alta casi declamando: “Dirección: Finca La Estrella, Real del Padre”.

Y como si tuviera el ancho de espada, lanza su libreta sobre la mesa y leo: "Antonio Contreras. Nacido en Pueblo Nuevo, Localidad de Real del Padre".

Tonio vive en un barrio del oeste de Godoy Cruz, cerca del pedemonte. Me esperó junto a su hermana Leonor, para estimular el rebelde juego de los recuerdos. Mate de por medio, nos sentamos en un pequeño patio techado. Son las 9.30 y el solcito ya comienza a picar.

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Crónica de un niño

Don Antonio Contreras y su esposa, Celestina Gallardo, eran hijos de inmigrantes. Las bondades que ofrecían las tierras mendocinas los tentaron y decidieron comprar a La Sociedad Anónima Real del Padre, una fracción de 12 hectáreas para ejercer la labor agrícola.

Por entonces, el núcleo familiar se componía de tres hijos: Miguel, José Agustín y Leonor. Pero aún faltaba la llegada del menor…

-¿Dónde nació Tonio?

-Tonio: Nací en mi casa paterna, como era antes cuando venía la comadrona a la casa que a veces era la vecina experta en estas cuestiones. Mi casa estaba a 500 metros del boliche de Bequir y enfrente de los “andrecillos”. Fue un 18 de diciembre de 1943 en el paraje Pueblo Nuevo del pueblo de Real del Padre.

-¿Y cómo era la casa donde vivían?

-Tonio: Era de adobe crudo. Vos te acordarás más que yo… (dirigiéndose a su hermana).

-Leonor: Sí, la casa era de adobe y el techo a un agua. Había también un galpón. El techo era con palos de álamo, arriba caña, barro, argamasa de cemento, cal y arena. Y cuando se empezaba a rajar un poquito por el sol, mi papá venía con cal y grasa y lo impermeabilizaba.

-T: Y era blanco arriba para el calor, la casa era fresquita en verano.

-L: Y cálida en invierno.

-¿Hasta qué edad vivió en Real del Padre?

-T: Hasta los 8 años.

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-¿Qué recuerda de esos 8 años?

-T: Me acuerdo de un eucalipto al lado de la casa y la pileta debajo de este. Había una represa…

-L: Para que tomaran agua los animales…

-T: La represa se hacía de 10 por 10 y, cuando venía el turno, se llenaba.

-L: Papá era muy progresista, teníamos radio. Y contábamos con un molino de viento que generaba electricidad y se almacenaba en batería. Había luces en todos los dormitorios, y siempre una radio de buena calidad prendida todo el tiempo.

-¿Sus padres eran músicos?

-T: No, pero era un gran melómano y tenía un gran oído, además de ser un amante de las voces. Escuchaba Los solos de Angelillo, El niño de Utrera, Imperio Argentina…

-¿Y su mamá?

-T: Ella cantaba, tarareaba bastante afinadita. El papá escuchaba…

-L: Escuchábamos radios de Buenos Aires: recuerdo La revista dislocada, Tito Martines de vox, Radio Belgrano, Splendid, del Mundo y Nacional.

-T: En Real del Padre se sintonizaba a Tincho Zavala, Los cinco grandes del buen humor, La catita (Nini Marshal), Pinocho, Juan Carlos Torri…

-¿Recuerdan a sus vecinos?

-T: Sí, a todo. Los Fenoy, padre de Elsa, que vive con su esposo Ángel Ortega en la misma casa.

-L: Porque a ellos le vendimos nuestra finca, y ahora tienen un total de 25 hectáreas.

-T: Esos eran nuestros vecinos del sur. Al Norte lo teníamos… ¿a Pérez?

-L: A Silvestra Pérez

-T: Al Oeste estaba Antonio Pérez

-T: Nicolás Montoya y su esposa Rosa. Estaban los Robles.

-L: Más allá estaban los Ortega, los Guillén. Todos ellos eran de ese cuadrilátero. Más allá los Varón, donde hacíamos fiestas para comprar cosas para la escuela, que no es la que está ahora, sino que era la Nº 173. Yo me acuerdo de que era un rancho y sus alumnos eran muy pobres. Había un salón único para todos los grados y en el medio, tenía un poste a modo de columna.

-T: La habían hecho los vecinos improvisados en albañiles al igual que habían levantado la casa para el maestro.

-L: El maestro le decía a papá: “Don Antonio, sus chicos son inteligentes”, ¡ahí se equivocó pobre hombre! (risas). “Hágalos estudiar”, y nuestro padre se entusiasmó, más allá de que siempre lo tuvo presente.

-T: Cerca de la Escuela estaban los Oller, y en la esquina, el boliche de Abdala…

-T: Recuerdo a los “andrecillos”, eran los hijos de Andrés López que eran como 15, y nosotros le teníamos miedo, eran ¡malos y burros! (risas). Algunos eran más grandes que yo y, cada vez que pasaba por enfrente de su casa, seguro que ligaba.

-L: Y en la otra esquina el boliche de Bequir. Típicos almaceneros. Hace unos 15 años fuimos a ver nuestra finca, y están los acacios, y aun sobrevive uno que plantamos con mi hermano fallecido.

-T: Lo que descubrimos fue el piso y una vieja pileta donde el papá lavaba las paseras, porque tenía un secadertito, y la lavandería.

-L: Y una de las razones de que papá vendiera esa finca fue que no era tan fértil como al principio, por problemas de napa. Abajo había una greda que luego fue aprovechada por bolivianos que instalaron hornos da ladrillos que en la actualidad aún deben existir.

-¿Y porque decide mudarse de ahí su papá?

-L: Y para mandarnos a nosotros a la escuela. Porque sino debíamos quedarnos toda la semana en la casa de unas tías en General Alvear.

-¿Y la finca siguió siendo de ustedes?

-L: Sí, con un contratista. A su vez, mi abuelo paterno que vivía en El Juncalito, al morir reparte su finca entre los hijos y mi padre decide comprar la parte de mis tías y así terminó teniendo esa finca y la de Real del Padre.Recuerdo cuando mi papá terminó de pagar su terreno a la Administración hicimos una gran fiesta con los vecinos.

-Y de “El pueblo nuevo”, ¿a dónde se mudan?

-L: De ahí nos mudamos a la ciudad de Alvear, a una casa de material muy buena, que aún está. Eso fue en 1952. El cambio de calidad de vida fue impresionante. Teníamos gas entubado, electricidad, pisos de baldosas.

-¿Y en Alvear cuánto tiempo estuvieron?

-T: 25 años. Mis padres vivieron en la calle Patricias Mendocinas hasta que fallecieron.

-L: Y a medida que terminábamos el secundario nos íbamos yendo todos a seguir estudiando.

-¿Y de ahí, Tonio, cómo sigue su vida?

-T: En el 60 me recibo de Bachiller en Alvear y me voy a San Juan a estudiar Ingeniería Electromecánica, hasta 1963 y de ahí hasta Santa Fe, hasta 1970.

Cantar la justa

-¿Como fue su contacto con la música?

-Eso es medio difícil de explicar con fechas, porque en la secundaria en el Colegio Nacional de General Alvear, allá en la avenida Alvear y Sarmiento, al lado de la municipalidad, empezamos a formar con Emilio Andrés, Néstor Valdez y algunos otros, una especie de trío o quinteto, no recuerdo ya cuantos éramos que empezamos a aullar aproximadamente al unísono y acompañados por una guitarra que tañía el oído del Dr. Emilio Andrés. O sea que desde ahí, yo empecé con mi afición por la música, además de tararear mucho de niño.

-¿Y con el folclore?

-Mi actividad enteramente musical empezó en Santa Fe, donde hace poco estuve cantando. Ahí me incorporé al “Coro polifónico del este”, que dirigía Mario Solís. Yo me encontraba en esa provincia porque había decidido estudiar en la universidad la carrera de Ingeniería. También me incorporo al coro de mi facultad y al Coro Polifónico de Santa Fe, donde llegué a viajar a Arezzo, Italia, en 1969 para una gran competencia junto a otros coros del mundo. Esa, imaginate, fue una gran experiencia. Estuve en París, Roma, Nápoles, Florencia. Ese coro lo dirigía Francisco Maraño. En ese coro habré estado un año y medio. En 1966 pasé por la ciudad de Mendoza e hice un cuarteto con un tal Néstor Aníbal Echenique, que más tarde fue la primera voz del Dúo Salteño. “Los cantores de Actamosa” nos llamábamos.

En 1971 Contreras se muda a la ciudad de Mendoza para estudiar Ingeniería en Petróleo, “traía materias aprobadas de la otra facultad con casi la mitad de la carrera aprobada”, comenta. Ahí será parte de uno de los proyectos más revolucionarios de la música coral de Latinoamérica al ser convocado por el gran músico y director Damián Sánchez para integrar Caturía: “Fue una experiencia muy interesante. Damián era un hombre de la música clásica (chelista de la sinfónica y director de coro). Él se preguntaba por qué la música coral siempre tenía que ser cantada en francés, italiano, latín, alemán o inglés, por qué no podíamos hacer nosotros música folclórica argentina, con coros y arreglos a la altura de Handel, Bach o los grandes compositores".

Fue así que Canturía se convirtió no solo en un proyecto de vanguardia, sino que fue muy popular: “Estuvimos un año y medio ensayando sin cantar públicamente. Empezamos en julio de 1971 y actuamos por primera vez en septiembre del 72. Antes de esa fecha hicimos actuaciones familiares para ir fogueando el grupo. Pero nuestra gran presentación estreno fue en el Teatro Independencia, a sala llena, con gente sentada en los pasillos. Se había creado una gran expectativa porque éramos gente del Coro Universitario de Mendoza, dirigido entonces por el “Pato” Vallesi, del Coro de Cámara que dirigía Carlos Barraquero, y tipos sueltos, músicos con mucha cancha”.

-¿Y cuánto duró Canturía?

-A principios del ‘75 se disolvió, pero nunca bajó su nivel de aceptación y convocatoria. Hicimos recitales en toda la provincia.

En mayo de 1973 Canturía grabó su único LP. Su tapa era totalmente negra, con el dibujo de una paloma blanca en una esquina, la representación del oscuro panorama que se avecinaba contrastado por una pequeña esperanza en forma de ave. Pero eso era solo la presentación, el elixir residía en su canto combativo, con una lírica que aguijoneaba la ambición de un gobierno bajo los designios esotéricos de López Rega.

En una foto de Canturía, actuando en el Teatro Independencia, que me trae Tonio, se puede leer un gran cartel que les sirve como única escenografía. “Los derechos de los trabajadores no se negocian. Se exigen”. El compromiso social asumido por el grupo era muy claro.

“A comienzos del 75 se disuelve Canturía por temores. Hicimos una lucha muy grande dentro del grupo, entre ellos Julio Gonzáles, Hebe Yacante, Eduardo Ocaranza, Eduardo Ordóñez, Nene Ábalos. Damián (Sánchez) siempre estaba más bien dudoso, además de haber tenido problemas familiares muy graves (N. de R.: en ese año su hija Carolina de 2 años y medio falleció). Por eso, con este grupo insistíamos con seguir con la formación, mientras que el resto tenía mucho miedo por las amenazas de la Triple A.

-¿Hubo amenazas concretas?

-Sí, telefónicas y ese tipo de cosas.

-¿Usted tenía algún tipo de militancia?

-Yo militaba con la izquierda. Fui secretario de cultura del centro de estudiantes de Ingeniería.

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-¿Y luego de la disolución de Canturía como siguió todo?

-El grupo que empujaba para que Canturía continuara se unió a unos chicos que eventualmente se habían unido a nuestro grupo, que eran Lars Nilsson, Lázaro Méndolas y Archi Zambrano. Les decíamos los extranjeros: dos bolivianos y un sueco. Ellos se hicieron muy amigos, y son muy capos con lo suyo. Por eso decidimos unirnos con ellos y hacer un grupo de música instrumental. Ya que las cosas estaban tan fuleras y no se podía decir nada, ¡cantemos canciones de amor y hagamos folclore del altiplano! Y, la verdad, fue una pegada impresionante.

-¿Como fueron las primeras épocas de Markama?

-Tuvo inmediata repercusión porque ya teníamos más cancha. Yo estuve solo parte del 75 y en abril del año siguiente me fui a España.

Por decisión personal, Tonio decide probar suerte en España, y lo hace en abril del 75, unas semanas antes de que Markama grabara su primer LP, aunque en la ficha oficial Tonio figura con los integrantes originales junto a Lars Nilson, Juan Lázaro Méndolas, Damián Sánchez, “Archi” Zambrano, “Nene” Ábalos, Jorge Sosa, Eduardo Ocaranza y Eduardo Ordóñez.

Cuando pa’ España me voy

Llegado a España, se establece en Alicante y zonas aledañas, cantando como solista y alternando con algún otro músico. Luego Tonio es llamado por un cuarteto folclórico, que ya estaba montado, tenía tres LP registrados en España y se llamaba Gauchos 4 (hoy ya disuelto, pero de muy buena repercusión allá). “Grabé con ellos los últimos dos LP, el cuarto y el quinto, y recorrí la geografía española montado en ese grupo”, rememora orgulloso Contreras. Se había casado con Marinés Villarreal y, en Alicante, nació Laura, la primera hija del matrimonio. Y en el 78, pero en Barcelona, hizo lo propio Pablo Martín.

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Regresó a Mendoza a fines de 1980 y se reincorporó a Markama. El verano del 81, el grupo participó por segunda vez del Tantanakuy de Humauaca. Ese año se grabó el quinto LP, “Umbral del sol”, y ahí Tonio cantó “Camino del Indio” y “Coplas de la cosecha”, y es el que le contesta a Eduardo Ordóñez en el famoso tema “El Alcatraz”.

Con algunos pesos que trajo de España, Tonio se le anima al comercio y emplaza, en sociedad, un bar que incluía números en vivo: “Lo llamé Carmina Burana y funcionó de marzo del 81 hasta noviembre, pero por problemas con los socios (éramos tres) terminamos con todo”, recuerda con bronca, por el dinero perdido en la inversión.

Por problemas económicos, y falta de propuestas laborales, Contreras saca de nuevo boletos a España, no alcanzando a estar ni un año en Mendoza. Luego de varios llamados de Gauchos 4, se incorporó de nuevo, “pero esta vez me quedé 10 años en España, o sea hasta 1991".

Su trotamundo trabajo, lo llevó a vivir, junto a su familia en las Canarias. Ahí su carrera musical no tuvo muchas aristas, debiendo alternar presentaciones para turistas: “integré grupos que tenían boleadoras de acrílico con luces y pelotudeces varias”, dice como avergonzándose. “Decíamos: hay que ir a un hotel 5 estrellas y está lleno de guiris (los españoles a los turistas extranjeros les dicen así), y había que cantar 'Si Adelita se fuera con otro'” (canta y ríe).

Regreso a cantar tonadas

Finalmente, en 1991 regresó a Mendoza y su estadía parece definitiva. “Desde que regresé he hecho de todo un poco, desde tango y folclore, he cantado eventualmente con los nuevos Markama, justo que ahora celebraron los 30 años del grupo y decidieron invitar a los ex –miembros”.

“Actualmente estoy separado de mi esposa. Vivo solo y mi hijo menor estudia canto y piano y vive con su mamá, mientras que mi hija Laura se casó este año y vive con su marido en Buenos Aires. Estoy en compañía de Marta, ella canta en francés. Ella vive a escasas cuadras de aquí, somos pareja cama afuera”. (risas)

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Amigo hasta el final

Tonio fue un gran amigo de Armando Tejada Gómez, al punto que este le regaló el original mecanografiado de “Dios era olvido”: su primera novela editada en 1979 con la que ganó el Premio Villa de Bilbao.

“Hasta el final Tonio fue un amigo fiel de papá”, rememora Paula Tejada, una de las hijas de Armando. Y continúa: “Y papá lo quería y respetaba muchísimo. Sus espectáculos homenaje a su arte fueron hechos siempre con un gran respeto.”

Por esa razón, en 2019, Tonio donó ese invaluable ejemplar regalado por su amigo en una calle de Madrid, a la Biblioteca Pública San Martín, para que todos los mendocinos podamos disfrutarlo.

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