La derrota, tercera en fila, es una puñalada en el medio del corazón. Duele, lastima y hiere, eso está claro. Y ese factor suerte que tantas veces tuvo de aliado, esta vez se empecina en darle la espalda.
Si no, ¿cómo se explica que con el partido 0-0 al otrora infalible Morro García le atajen un penal con los pies? ¿Es posible que un rival haga un gol con un doble sombrero en el área?
¿Dónde quedó el equipo sólido, convincente y ganador de la Superliga pasada? Se añora ese Godoy Cruz que hacía pata ancha en cualquier parte. Porque a esta nueva versión, nada lo fortalece. Es más, pierde hasta cuando no lo merece. Como ayer...
Aunque sin hacerse ancho ni profundo, durante el primer cuarto de hora de juego, Gimnasia tuvo mayor posesión de balón en los primeros minutos. Sin embargo, el Lobo carecía de precisión, velocidad y cambio de ritmo para generar jugadas de peligro.
Bastó que Godoy Cruz se acomodara en el campo con el ambicioso 4-3-3 y que los extremos comenzaran a asociarse con los interiores.
Ángel González se encendió y fue un peligro latente por la banda derecha. Y así, el Tomba estuvo cerca del primero con un cabezazo de Cardona que se fue apenas arriba del travesaño.
El Expreso comenzó a mandar en el juego. Elías se acomodó en el medio, Burgoa y Sosa se pusieron el overol y se asociaron con dos extremos como González y Ramis voluntariosos en el retroceso y Godoy Cruz generó la jugada que derivo en el claro penal que Delfino sancionó correctamente por la mano de Melluso cuando el remate de González pedía red.
Claro que nadie (excepto Arias y algún fanático del Lobo) contaba con que el arquero le tapara con su pie izquierdo el remate desde el punto del penal al Morro García.
El Lobo despertó de su letargo y Ramírez tapó en gran forma un remate de Tijanovich que había sido invalidado porque el balón había salido. Y acto seguido, el propio Tijanovich desperdició una chance clara.
Gimnasia generó cinco tiros de esquina y un par de tiros libres que el Tomba defendió bien en el juego aéreo. Eso sí, salvo por el cabezazo de Cardona, no estuvo fino en los envíos que ejecutó desde los costados.
Daba la sensación de que después del penal atajado, el Tomba se desinflaría. Pero no.
Luego de una contra a toda velocidad de Angelito, Ramis armó una pared con el Morro y definió al primer palo, el balón rebotó en el vertical, dio en el taco de Arias y se fue al córner. Increíble.
Con el final del primer tiempo llegó la polémica. González encabezó un avance y Rinaudo (estaba amonestado) lo agarró. Delfino no cobró falta y marcó el final del primer tiempo. Todos los jugadores del Expreso se abalanzaron a protestarle al juez. Y con razón: era doble amarilla y roja para el temperamental volante central del Tripero.
El complemento comenzó abierto. Con más actitud que juego, el Lobo arrinconó a Godoy Cruz contra su área. Se hizo ancho para atacar por los costados y llenó de centros el área de Roberto Ramírez.
Troglio hizo debutar a Lucas Calderón (hijo de un ídolo de Estudiantes) y el Tripero siguió siendo intenso para meter la pelota en el área de un Tomba casi siempre bien parado.
Hasta que el Tanque Silva le puso el broche a una jugada (que nació en un anticipo al Morro) en la que metió un doble sombrero ante Viera y Ramírez. Golazo. Pero esta vez la reacción llegó. Tarde, pero se dio.
Dabove mandó todo lo que tenía a la cancha y en los últimos diez minutos, cuando el Lobo se quedó con diez por la expulsión de Faravelli, arrinconó a su rival y convirtió en figura al arquero Arias. Para colmo de males, tras la tardía roja a Rinaudo, Delfino desestimó un penal por mano de Piovi en el área.
Godoy Cruz no pudo y la imagen extrañamente se repite. Otra vez se volvió a Mendoza con las manos vacías. El Lobo se lo comió en el Bosque, el gol brilla por su ausencia y la situación empieza a preocupar.
