Por Javier Chacón - jchacon@losandes.com.ar
El Tomba dio ante Nueva Chicago, al que derrotó por primera vez en su historia como visitante, otra muestra de carácter, inteligencia y por sobre todas las cosas, evolución. Sí, el equipo de Daniel Oldrá continúa mejorando partido a partido tras su debut entres luces y sombras ante San Martín de San Juan, en la primera fecha.
De aquel encuentro, donde los buenos momentos del equipo fueron escasos, y donde los errores conceptuales se repitieron, más que nada en el final del juego, este sábado Godoy Cruz hizo recordar a la mejor versión que tuvo años atrás, cuando peleó torneos y disputó copas internacionales.
Siempre con la premisa de jugar bien, de ir por abajo y desbordar por los costados, el Tomba modelo 2015 sigue evolucionando y demostrando, que más allá de los nombres propios, la idea base no se traiciona. Perdió a jugadores importantes, pero llegaron otros con menos "nombre", pero con hambre de revancha, para algunos, y de crecimiento para otros.
Ya antes de viajar hacia Buenos Aires para enfrentar al Torito el Gato Oldrá había dado señales de lo que pretendía del equipo. Con una fresca y envidiosa vocación súper ofensiva, puso contra las cuerdas desde el pitazo inicial a su rival, sin importar la condición de visitante y algún respeto en la previa.
Tres delanteros definidos hablaban por sí solo de la pretensión. No rifarla desde el fondo, pasar la mitad del campo con rapidez y cambiar de ritmo en los metros finales, fueron una constante. Moyano no pasó sobresaltos y arriba, los puntas gozaron de varias situaciones para gritar. Balance perfecto.
Por otro lado, se fue Diego Rodríguez y la gran mayoría "desesperaba" porque no llegaba otro cinco de jerarquía para remplazar al uruguayo (figura en el último torneo) y encima, al que tenía (Federico Lértora) lo dejaba de tener en cuenta por un problema contractual . Sin embargo, encontró en sus bases la solución a este problema: Emmanuel García.
El juvenil se calzó la cinco del equipo, aunque utiliza literalmente la 33, y demostró que no había que buscar nada fuera de la Bodega. En cuatro partidos, más algunos de la pretemporada, se ganó la titularidad y partido a partido crece sin un techo a la vista. "Pareciera que tuviera 200 partidos encima", repiten desde adentro del cuerpo técnico.
El volante se cansó de quitar pelotas. Anticipos por abajo y por arriba. Pero no solo recuperó, sino que también tuvo criterio para entregar el balón y hacer jugar a sus compañeros. Un jugador que, ojalá pueda estar mucho tiempo en Godoy Cruz, pero que si sigue jugando así será muy difícil retener.
Y sin desmerecer al resto de los integrantes, la evolución y funcionamiento del juvenil sirven para ejemplificar lo que también experimenta el equipo. Aún con la falta de gol, algo que sobraba en el torneo pasado, la formación se hizo fuerte de atrás hacia adelante y una vez que se abra definitivamente el arco de enfrente, será un equipo más que complicado para cualquiera. Un equipo que evoluciona sin límites.