Tomate de industria: buena cosecha y rendimientos récord para la región

En 2015 se logró levantar, en promedio, entre Mendoza y San Juan más de 90 toneladas por hectárea. Aseguran que con esta producción se puede lograr el autoabastecimiento nacional.

Tomate de industria: buena cosecha y rendimientos récord para la región
Tomate de industria: buena cosecha y rendimientos récord para la región

La producción de este año tuvo un significativo incremento respecto de la del anterior, cuando se cosecharon en todo el país 390.000 toneladas, una diferencia que se explica, sobre todo, por la menor incidencia de accidentes climáticos en las provincias cuyanas durante el ciclo agrícola 2014/2015.

De todos modos, al margen de estas circunstancias coyunturales, la actividad -liderada cómodamente por Mendoza y San Juan- viene evidenciando, en los últimos años, una paulatina expansión del área cultivada y, fundamentalmente, una notable mejora en términos de productividad, debido al impacto que ha tenido en esta región la incorporación del paquete tecnológico promovido por la Asociación Tomate 2000.

Al referirse a los números de esta campaña, que tuvo su culminación hace poco menos de un mes, Cosme Argerich, técnico-investigador de la Estación Experimental Agropecuaria INTA La Consulta, reveló que, con un total de 5.100 hectáreas (3.600 distribuidas en territorio mendocino y 1.500 en San Juan), las provincias cuyanas “concentraron este año las dos terceras partes de la superficie total destinada al cultivo de tomate de fábrica en Argentina, que se ubicó en torno a las 7.700 hectáreas”.

El profesional señaló que, desde el punto de vista climático, “fue una temporada media, mucho mejor que la del año pasado, cuando las heladas afectaron cultivos en San Juan y en varias zonas llovió en exceso en la época de cosecha”. Admitió, sí, que “hubo lluvias y granizo, pero el daño no superó los porcentajes medios normales”.

Argerich, que -por otra parte- es supervisor técnico del Programa de Generación y Transferencia de Tecnología de la Asociación Tomate 2000, precisó que más de la mitad del área cultivada con tomate de industria en esta región (y un tercio de la superficie total nacional) forma parte de ese esquema de integración, aunque al hacer foco en el volumen producido durante la campaña recién concluida, se evidencia que la participación relativa es mayor, ya que de las explotaciones primarias y de las plantas fabriles integradas en Tomate 2000, sale el 40% del total nacional.

Esto se explica por los mayores rendimientos promedio logrados, a partir de la aplicación de un paquete tecnológico que ha permitido incorporar mejoras competitivas.

Desde el sector de la producción primaria, Matías Manzano confirma que fue un buen año productivo, “sin problemas sanitarios ni climáticos, a pesar de que esta zona es de mucha humedad y muchas lluvias, y cuando empezó a llover, en febrero, ya habíamos terminado de cosechar”.

Manzano cultiva unas 10 hectáreas en una propiedad situada en el paraje Santa Blanca (en Beltrán, Maipú), y el año pasado había sufrido el impacto del clima. Pero esta temporada, las mejores condiciones le permitieron volver al rendimiento promedio de 90 toneladas por hectárea que había obtenido en 2013.

Buena producción
Tanto técnicos como industriales coinciden en que ha sido este un buen año para el sector.

El industrial Rodolfo Bianchetti, vicepresidente de la Asociación Tomate 2000, ratificó que esta temporada “la producción de tomate para industria ha sido muy buena”.

Recordó que “en los últimos años estamos teniendo rendimientos interesantes, porque los productores e industriales están abocados a producir cada vez más y de mejor calidad, y estamos logrando llegar al autoabastecimiento”.

Señaló que “en Argentina se consumen unos 550 millones de kilos de tomate por año, y este año se cosecharon y se enviaron a la industria 535.000 toneladas en todo el país, lo que nos indica que nos faltaron no muchas toneladas para llegar al autoabastecimiento; estamos ahí nomás”.

Considerando que está limitado el ingreso de tomate desde el exterior, “las empresas han tratado de trabajar al máximo de su capacidad, para producir la mayor cantidad posible de la mercadería que se elabora durante la temporada, y tener disponibilidad de pasta de tomate (extracto) para trabajar fuera de temporada, fundamentalmente en la elaboración de puré”, precisó.

Así, el objetivo del autoabastecimiento parece alcanzable si se considera que, según Argerich, “todavía hay mucho margen para aumentar la productividad porque, sobre todo en Mendoza, no está generalizado el riego por goteo, que es uno de los factores de mayor peso en el logro de altos rendimientos y calidad”. Entonces, “en la medida que esa tecnología siga difundiéndose, se podrá avanzar”.

La difusión de estos sistemas -junto con el resto del paquete tecnológico de Tomate 2000- se lleva a cabo, en cada oasis, en reuniones de capacitación, mediante el método del productor-demostrador. Esto, al decir del profesional “permitiría a los productores mendocinos llegar a los niveles logrados en San Juan, aunque también allí hay margen para seguir creciendo”.

Una alternativa rentable
Argerich aseguró que "en mi vida profesional, nunca se había llegado a los niveles de la producción actual, y hay nuevos proyectos de inversión porque el tomate para industria, bien hecho, surge como una alternativa rentable y sostenible para esta región".

En ese mismo sentido se expresó Rodolfo Bianchetti. “El cultivo de tomate sigue siendo interesante al momento de tomar una decisión, porque antes de plantar uno puede ordenarlo con la industria y coordinarlo a través de Tomate 2000; es decir que si hay un productor interesado en hacer una inversión en tomate, se acerca a la industria y nosotros le damos las herramientas necesarias para hacerlo”.

En primer lugar, “le decimos que podemos recibir ese tomate, de manera que antes de plantarlo se puede decir que lo tiene vendido”. Además, “en general, las fábricas brindan ayuda económica para iniciar la plantación y luego se la descuentan al productor al momento de la liquidación”.

El industrial aceptó que este esquema de integración está abierto a la incorporación de nuevos productores, “siempre y cuando el productor esté dispuesto a aplicar tecnologías, como elegir una buena variedad, preparar adecuadamente el suelo y diseñar el cultivo para una cosecha mecánica, hacer trasplante mecánico, utilizar los procedimientos de fertilización y riego que aconseja la Asociación y cosechar con máquina”.

Fue terminante al afirmar que “quien esté convencido de que ése es el camino que hay que seguir, tiene muchas posibilidades de crecer y será el productor que vamos a elegir”.

Las perspectivas del negocio 
En la medida que siga resultando atractivo el negocio y continúe creciendo la superficie cultivada con tomate para industria, es de esperar que llegue a superarse el consumo local y habrá que pensar en darle un destino internacional a esa producción.

Aquí surgen los interrogantes respecto de las chances que tendría el sector de salir al exterior, de mantenerse los actuales parámetros de política macroeconómica, que está afectando la competitividad de la gran mayoría de las producciones extra pampeanas.

Sobre este punto, el vicepresidente de la Asociación Tomate 2000 admitió que “es difícil saber cuáles van a ser las condiciones macroeconómicas; vivimos en un país donde no es tan fácil proyectar estas cosas. Pero lo que sí puedo decir es que, podremos estar atrasados en muchas cosas pero no en tomate para industria, y esto nos da la pauta de que, a futuro, tendremos la posibilidad de exportar y ser competitivos afuera”.

Bianchetti subrayó que “los rendimientos que estamos logrando, la calidad del tomate y los precios son comparables a los de cualquier lugar del mundo, de manera que tranquilamente se puede salir a competir con el resto del mundo”.

Aclaró, no obstante, que “la pata más floja que veo es la industrialización, porque si bien hay fábricas que tienen tecnología de punta, hay otras que van en la búsqueda; pero en cuanto al cultivo en sí, al ser un precio comparable con el internacional, se podría competir”.

El empresario dice estar convencido de que la buena performance en términos productivos, ya sea de producción primaria como de producción industrial, puede llegar a suplir las eventuales debilidades que, en términos de competitividad macroeconómica pudieran llegar a subsistir después de que Argentina haya logrado el autoabastecimiento.

La clave está en la integración y la transferencia tecnológica

Este año fueron 157 productores (87 de Mendoza y 70 de San Juan) los que trabajaron dentro del esquema de la Asociación Tomate 2000, que cultivaron un total de 2.635 ha (1.405 hectáreas en Mendoza y 1.230 hectáreas en San Juan).

Esta superficie representa un avance significativo respecto de la temporada anterior, cuando 142 explotaciones integradas a la Asociación habían sumado, en ambas provincias, una superficie de 1.970 hectáreas.

El mayor número de productores y de área cultivada (sumado esto a la menor incidencia de accidentes climáticos) se tradujo también en un sustancial incremento en el volumen de producción, que de las 143.700 toneladas pasó a 217.000 toneladas de este año.

Según Cosme Argerich, supervisor técnico del Programa de Generación y Transferencia de Tecnología de la Asociación, este crecimiento se explica por la incorporación de dos industrias, con las que sumaron 11 los establecimientos fabriles que elaboraron bajo este esquema organizativo.
Mayores rendimientos

Los ajustes tecnológicos, basados en la utilización de variedades con mayor resistencia al almacenaje a campo, junto con la mejor utilización del agua -por la progresiva incorporación de sistemas de riego presurizado- permiten mejorar los rendimientos en cada temporada.

Argerich reveló que en esta campaña “el promedio, entre las dos provincias fue de 79 toneladas por hectárea”. Precisó que en Mendoza, la media -entre las explotaciones integradas en la Asociación- se situó en torno a los 63 toneladas y en San Juan se registraron rindes promedio de 104 toneladas por hectárea.

Aclaró que el sistema de riego es el factor que, en mayor medida, marca la diferencia. En este sentido, comentó que “en San Juan el 86% del área cultivada con tomate para industria se riega por goteo, mientras que en Mendoza no supera el 25%”.

En tanto, el productor maipucino Matías Manzano recuerda que su familia produce tomate para industria desde hace 18 años, y subraya que la decisión de incorporar tecnología al cultivo marcó un antes y un después en su explotación, en términos de eficiencia.

“Antes de integrar la Asociación teníamos rendimientos promedio de 40.000 kilos por hectárea. Eso fue creciendo hasta llegar a los 90.000 kilos promedio que estamos produciendo hoy”, remarcó.

El agricultor de Santa Blanca reconoció que esos rindes se lograron a pesar de no haber incorporado plenamente el paquete tecnológico disponible. Porque hizo trasplante manual (no mecánico), riega por surco, no por goteo y sólo una parte de la cosecha la hizo a máquina.

El panorama de los precios

En cuanto al precio al productor, el industrial Rodolfo Bianchetti reveló que “está alrededor de $ 1 el kilo lo que va a pagar la industria este año para los tomates aptos. Los inaptos no se pagan, se rechaza el tomate verde y el tomate podrido y roto” enfatizó.

Recordó que “antes se clasificaba en tomate de primera, de segunda e inapto, pero ahora, por los grandes rendimientos, está tendiendo a desaparecer la segunda calidad”. Ese valor de $ 1 el kilo fue ratificado por el productor de Maipú Matías Manzano, quien recordó, por otra parte, que por el tomate que cosechó el año pasado, obtuvo un precio que rondó entre $ 0,75 y $ 0,80 el kilo.

En otro orden, Bianchetti reconoció que el precio que finalmente paga el consumidor suele estar bastante lejos de lo que percibe el productor, e inclusive del valor del producto salido de fábrica.

“Suele ocurrir que uno determina un costo de acuerdo a todos los insumos y la materia prima que utiliza, a eso le agrega un pequeño porcentaje de utilidad, porque en esta industria el negocio está en la velocidad de rotación del producto, pero cuando uno va al supermercado a ver los precios, la verdad es que hay una diferencia importantísima”, remarcó.

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