¿Cómo te hizo llegar Guillermo del Toro el personaje de Sir Thomas Sharpe?
-Recibí un correo electrónico de él en agosto de 2013, cuando estaba en Los Ángeles. Me dijo: “Tengo un guión que voy a realizar. No digas nada ahora, pero quiero que interpretes al protagonista masculino y quiero que lo leas y me hagas saber lo que pensás”. Me lo envió, lo leí de un tirón y me encantó. Era sensacional. Era una historia muy poderosa con personajes complejos, hermosos, con una narración muy sofisticada y en un contexto muy rico. Sabía que Mia Wasikowska y Jessica Chastain iban a completar el elenco y vi exactamente dónde mi personaje, Sir Thomas Sharpe, encajaba en ese triángulo. ¡Fue un rápido “sí” de mi parte!
-La película se inspira en las grandes novelas góticas románticas del siglo pasado.
-Sí, toma elementos de “Jane Eyre” (Charlotte Brontë), de “Cumbres borrascosas” (Emily Brontë), “Los misterios de Udolfo” de Ann Radcliffe, “El castillo de Otranto” de Horace Walpole, y también de “Rebeca” de Daphne du Maurier. Pude ver todos los arquetipos tradicionales en el guión y que jugaba con ellos en una forma única y distinta.
-¿Cómo encaja el personaje de Thomas Sharp en la historia?
-Thomas es el extraño alto y oscuro. Tiene un misterio y magnetismo al que Edith Cushing (Mia Wasikowska), la heroína curiosa de corazón abierto y espíritu independiente, se siente arrastrada. Hay un elemento romántico y una gran química entre ellos. Ambos personajes son creativos. Edith escribe novelas y Thomas es un ingeniero e inventor. Es el oscuro y extraño hombre que vive en la casa siniestra de la colina con su hermana y es portador de muchos secretos.
La casa también contiene secretos de la misma manera en que lo hacen los humanos. Todos estamos hechos por el pasado y estamos al tanto de él, de lo que hemos hecho y lo que se ha hecho por nosotros. Parte de la tensión en “La cumbre escarlata” viene de cada personaje que lucha por tener poder sobre su futuro, mientras al mismo tiempo están escapando de un pasado del que no están particularmente orgullosos. Eso es lo que me gusta de la historia.
-La casa y los elementos sobrenaturales se construyeron para la película. Como actor, ¿cómo se siente trabajar en la casa real en lugar de una pantalla verde?
-Entrar en la casa es como entrar en un portal a otro mundo que se ha materializado ante tus ojos. Se sentía tan extraño caminar en el escenario de sonido en Toronto, que es como cualquier otro en el mundo, y luego entrar en una hermosa construcción de cuatro pisos de una mansión inglesa de Cumberland, donde el agua salía del grifo, el ascensor funcionaba y hojas caían mágicamente por un agujero en el techo -incluso nieve, si se suponía que estaba nevando-.
Como actores se nos pide constantemente que suministremos los detalles del contexto con nuestra imaginación, pero con “La cumbre escarlata” no había necesidad. Era como entrar en el mundo de la película de la forma más mágica. Las criaturas se veían extraordinarias y aterradoras, feas e impactantes. Era tan atmosférica.
-¿Y trabajar con Guillermo?
-Fue increíble. No es ningún secreto que tiene una pasión infantil y gran calidez para filmar. Ama muchísimo el cine y su pasión es contagiosa. Probablemente no es tan conocido que Guillermo no es sólo un portador de pasión y entusiasmo, sino que también es increíblemente sensible y sabio. Lee a las personas muy rápidamente y de manera incisiva. Lo que me encantó de trabajar con él fue la delicadeza de su dirección, cuando es necesario, y la especificidad de la misma. Ese es el signo de cualquier gran líder. En lo que tiene que ver en la relación entre un director y un actor, tiene una sensibilidad increíble para animarte en una dirección particular, para que tal vez sea más valiente o explore una emoción de manera más profunda.
-¿Alguna vez experimentaste un incidente inexplicable, como un ruido o una luz extraños, como ocurre en la película?
-Cuando tenía siete años fui a un internado en Inglaterra en una casa muy vieja. Me apresuro a añadir que tenía siete años, así que probablemente tenía una imaginación hiperactiva. Había todo tipo de historias apócrifas que se transmitían de los niños y niñas mayores.
Ellos decían: “No vayas a la capilla después de la medianoche, porque verás una mano verde...” Y cosas por el estilo. Yo era muy crédulo y me creía todo, así que cuando me despertaba en medio de la noche para ir al baño, estaba aterrorizado de que me iba a encontrar a la mano verde, pero nada específico sucedió jamás. Me gusta creer que los edificios pueden conservar la energía de lo que ha ocurrido en el pasado. He estado en algunos lugares muy antiguos de Europa, escenarios de tragedias terribles, y creo que las construcciones de alguna manera absorben la energía y lo podés sentir.
-Hay una escena de baile en donde tenés que moverte mientras se mantiene una vela encendida constantemente. ¿Cómo se filmó esa escena?
-La vela nunca se apagaba, lo que es increíble, ¡realmente! Todo el mundo piensa que no es real. Mia es una bailarina experimentada, así que bailar con ella fue un placer. Me formé en una escuela de teatro en Londres, donde se enseñan diversos tipos de bailes de época, en caso de que alguna vez lo necesites, así que estaba feliz de poder demostrar lo que había aprendido.
-¿Qué tan importante es la fe en tu trabajo?
-A mí me enseñaron en la escuela de actuación, creo que es de Sanford Meisner (actor y profesor de interpretación estadounidense), que la actuación está diciendo la verdad en circunstancias imaginarias. Es el trabajo del actor comprometerse con una creencia en la realidad de una situación, aunque sea imaginaria. Creo que los grandes actores son capaces de hacer eso.
-¿Qué hace que funcione en pantalla trabajar con otro actor?
-El respeto es realmente la clave para trabajar bien con otro actor. Tenemos también que conocernos un poco. Ya sea que estés trabajando, viviendo o siendo arrojados a la selva junto con alguien, es necesario respetar y confiar en los otros.
-¿Cómo hacés para bloquear al equipo y a todo lo que te rodea para reaccionar honestamente a los sustos?
-Creo que hay que dejar de lado la vanidad, la dignidad y el sentido de la vergüenza y tenés que brindarte para poder estar abierto. Me parece que todos los actores persiguen eso. Tenés que correr el riesgo de ser completamente vulnerable. Mi experiencia en los 34 años de estar en este planeta me enseñó que la vulnerabilidad es también tu mayor fortaleza, porque todos somos vulnerables. Si podés soportar y tener confianza en eso, entonces es posible acercarse a algo que podés compartir y conectarte con otras personas. Creo que eso es parte de por qué actúo. Me gusta el riesgo, de alguna manera.
Todavía no sé cómo actúan las personas, o cómo lo hago yo. Jack Lemmon solía entrar al set y decir: “Es la hora de hacer magia.” Hay una especie de alquimia en la preparación de ese mundo extraordinario creado en un set a través del vestuario y los decorados en el que nosotros, los actores, debemos entrar. Lo único que tenemos que hacer es creer en él.